Mario Delgado y Félix Salgado
El líder formal de Morena, Mario Delgado, no es nuevo en esto. Lleva años en la política desde varias trincheras. Es un técnico, pero hace un rato que se ha dedicado a la política y ha aspirado y ocupado varios puestos, y hoy es el líder del partido mayoritario del país con muchas posibilidades de ser aún más poderoso.
Llegó ahí, además, dejando en el camino a un grupo con experiencia y sabiduría en el arte de la política, que no quería que llegara a la presidencia del partido, tanto así que hacia adentro de la estructura burocrática de Morena no manda en todas partes.
Pero manda, o al menos coordina, en lo que en estos días importa y es en los procesos de selección para candidatos rumbo a la elección. Y una de esas selecciones dice mucho de dónde está hoy Delgado y, según como el asunto termine, a dónde irá en el futuro.
Lo perseguirá para siempre, por supuesto, aquello que dijo cuando andaba en campaña para liderar Morena de “no vamos a aceptar ningún candidato que tenga antecedentes comprobados o denuncias por violencia de género”, para llevar un mes defendiendo a Félix Salgado Macedonio con el argumento —no se ría— de que ninguna Corte lo ha castigado.
Para tener claro lo disparatado de lo dicho por Delgado, recomiendo el texto de Paola Zavala en Animal Político: “Siete razones por las que Salgado Macedonio no tiene sentencia” (https://bit.ly/3qtk5j8).
Mario Delgado sabe que se está inventando pretextos, y absurdos, para sostener como candidato a gobernador de Guerrero a uno de los personajes más nefastos de la vida política reciente de México. La pregunta es por qué. Guerrero es un estado amarrado para Morena aunque la boleta se fuera en blanco al lado del logotipo.
Pero desde que lo anunció candidato, lo que Delgado ha hecho es acumular dichos para defender lo indefendible. ¿Por qué? La respuesta más repetida es que él no manda en Morena, que ahí manda el Presidente, que desde la mañanera aprobó la selección de Salgado. Pero tal vez nos hemos equivocado; si uno calcula el daño a Guerrero, a Morena y a su propia imagen, y por tanto a su futuro, tal vez la verdadera razón es que el líder de Morena no tiene problema con lo que ha hecho Salgado. Por eso lo apoya tanto.
@puigcarlos