Morenistas y obradoristas
Según todas las encuestas y estudios de opinión levantados en Morelos en los últimos meses, Andrés Manuel López Obrador está bien calificado por la gente; en promedio el 62% de las personas entrevistadas tienen una opinión favorable de él y califican positivamente su desempeño al frente del país. No ocurre así con el Movimiento de Regeneración Nacional, cuya preferencia electoral es superior a la de los demás partidos, pero no es ni remotamente cercano a la popularidad de presidente de México. Parecerían lo mismo, pero no lo son: Morena es una cosa y AMLO es otra.
Entender esto es sustantivo para quienes buscarán en Morelos un cargo de elección popular en las próximas elecciones; digámoslo con todas sus letras: criticar al presidente de México no es una buena estrategia, porque podría costarles votos a los candidatos, sin importar qué partido representen.
Los números a los que hago referencia no son secreto, todos los partidos los conocen porque a todos les aparecen en sus encuestas; precisamente porque lo saben en todas las dirigencias tienen claro que el camino para ganar votos no es atacando a Andrés Manuel López Obrador, más bien tratando de mimetizarse con su figura y mostrando empatía con algunos de sus preceptos.
Hoy la política es pragmática y precisamente por ello todos o casi todos actuarán de forma estratégica, aprovechando cualquier alternativa para ganar empatía popular, sin importar que al hacerlo se resalte la figura de un político de otro partido. Nada hay de qué sorprenderse con ello: la política ahora es pragmática y no existe diferencia entre partidos más allá de las siglas.
Valga la reflexión anterior para analizar lo que podría suceder en las próximas campañas: en algunos lugares como Jiutepec o Jojutla no hay mucho que adivinar: son presidentes municipales surgidos del Movimiento de Regeneración Nacional, perfectamente identificados con el presidente Andrés Manuel López Obrador y exitosos en su desempeño en el gobierno. Nada tendrán que inventar Rafael Reyes o Juan Ángel Flores, su planteamiento será dar continuidad a su trabajo siguiendo los lineamientos de la Cuarta Transformación. Fácil.
Un escenario totalmente distinto veremos en Cuernavaca, en donde habrá más de una docena de candidatos tratando de mimetizarse con el obradorismo. En principio el actual presidente municipal Antonio Villalobos no irá por la reelección y el candidato de Morena no será un morenista, sino alguien del PES: en la contienda veremos figuras como José Luis Urióstegui, quien desde hace tiempo se ha declarado obradorista y Jorge Argüelles, quien jura y perjura que es el legislador más obradorista de San Lázaro. Detengámonos en estos dos personajes:
Según muestran algunas encuestas de opinión realizadas en las últimas semanas, los contendientes más fuertes por la presidencia municipal de Cuernavaca son José Luis Urióstegui Salgado y Jorge Argüelles Victorero; el primero participa bajo las siglas del PAN sin ser militante panista y el segundo tratará de ser el abanderado de una coalición que encabeza el Movimiento de Regeneración Nacional, sin ser parte de ese partido.
El enfoque de ambos candidatos es interesante y tiene sus propias peculiaridades: el primero es un hombre que en la contienda pasada logró una votación importante en Cuernavaca compitiendo sin partido, con una historia política ligada a la izquierda y una simpatía personal manifiesta desde hace años a favor de Andrés Manuel López Obrador; el segundo es un personaje nuevo en política, fuertemente relacionado al gobernador Cuauhtémoc Blanco Bravo e interesado en volverse la cara de Morena en Cuernavaca.
Urióstegui sabe que su triunfo no depende de la candidatura del PAN, aunque se trata de un buen vehículo para competir; Acción Nacional le ofreció un vehículo para ir a campaña, pero no le garantiza nada; la dirigencia estatal ni siquiera tiene confianza en ganar, de ahí que solo le dieron la candidatura a la alcaldía y se quedaron con todas las demás posiciones. Es la apuesta de ganar perdiendo.
Por este motivo José Luis debe ser muy cuidadoso de los pasos que de, porque ha apostado todo a un proyecto que se sostiene con alfileres y que puede ser negociado en cualquier momento por los hermanos Terrazas, como sucedió en el 2018. Para ganar Urióstegui necesita tomar las riendas de su campaña, debe evitar que la dirigencia venda nuevamente la elección y tiene que juntar un equipo profesional que le ayude a capitalizar sus ventajas. Su reto es mostrarse como ciudadano, lograr empatía con el panismo y atraer votos obradoristas.
Argüelles necesita primero amarrar la candidatura de Morena para estar en condiciones de competir; el diputado federal no es nada sin el Movimiento de Regeneración Nacional y aún obteniendo su postulación, tiene enfrente un enorme trabajo para volverse un candidato obradorista. Las siglas por si solas no le sirven.
Digámoslo de esta forma: el PES es un partido al que le costará mucho (pero mucho) trabajo alcanzar el tres por ciento de los votos necesario para mantener el registro y como individuo Argüelles Victorero no tiene la rentabilidad suficiente para competirle a Urióstegui o a Sergio Estrada. Por eso al diputado le urge amarrar la candidatura de Morena, pero sobre todo necesita meterse a la mente de los obradoristas.
En este aspecto es importante entender que morenistas y obradoristas no son lo mismo; los primeros son los militantes del partido, aquellos que se llaman a si mismos las “bases” y los “compañeros”; son ellos los más ofendidos con la candidatura de Argüelles y los mismos que insisten en que postularlo representa una traición a los ideales de Andrés Manuel López Obrador.
Los obradoristas no necesariamente militan en Morena y quizá ni siquiera simpatizan con ese partido; las personas que se identifican con el presidente de México y aprueban su trabajo en el país pueden estar en cualquier lado, incluso en otro partido político, pero sobre todo están entre la sociedad que no milita. El triunfo electoral de Morena en el 2018 no fue el resultado del voto morenista, sino de la ola obradorista que llevó al tabasqueño a la presidencia y arrastró a cientos de candidatos que por si mismos nunca hubiesen ganado una elección.
Jorge Argüelles está equivocando la estrategia: necesita la alianza para ser el candidato de Morena y debe convencer a algunos militantes de ese partido para quitarse piedras del camino, pero para ganar en las urnas es imperativo que la gente lo ubique como un candidato de Andrés Manuel López Obrador y eso no derivará del hecho que le vote todo a favor en el congreso federal.
Ser un candidato de AMLO es mucho más que ser postulado por Morena; en un escenario tan complejo como el que estamos viviendo, mostrar una candidatura obradorista no es cosa fácil, ni algo que se logre solo con el apoyo de la dirigencia de un partido. Visto el desempeño local de los morenistas es posible que tener su respaldo sea más un lastre que una ayuda, porque aunque en Morelos López Obrador tiene una de las calificaciones más altas del país, aquí su partido es menos rentable que en otras entidades.
Confundir morenistas con obradoristas puede ser un error clave en la estrategia de todos los que competirán en la próxima elección; la gente opina bien del presidente, pero en general no están de acuerdo con la forma como se han desempeñado otras autoridades emanadas de ese instituto político.
Enarbolar los preceptos obradoristas es fácil, porque se trata de aspectos vigentes y atractivos para el electorado, es hablar de combate a la corrupción, de transparencia, de apoyo a los más desprotegidos, de políticas públicas con enfoque social y austeridad en la función pública. Cualquiera desde cualquier partido puede hacer suyas estas banderas y mimetizarse con el presidente, pero no cualquiera podrá defender los yerros de Morena en el congreso y varios municipios.
Esa es la diferencia entre ser morenista y ser obradorista.
posdata
Desde la semana pasada Morelos pasó al color naranja en el semáforo epidemiológico; el avance es importante y deriva del aumento de la capacidad hospitalaria, aunque a decir de las autoridades federales de salud, estámos más cerca del rojo que del amarillo.
El nivel de riesgo en las calles por el virus de covid es alto, de ahí la importancia de no bajar la guardia y no disminuir las medidas de sanidad. Entre menos se salga es mejor, dice la secretaría de Salud, al tiempo de reiterar la importancia del uso de cubrebocas y de guardar la sana distancia.
Precisamente porque las cosas no están bien y la posibilidad de infectarse sigue siendo alta es que el órgano electoral morelense está modificando la forma como se llevará a cabo el proceso; entre más actos se realicen de manera virtual es mejor, dicen.
Las campañas de todos los candidatos deberán tomar en cuenta esta situación: no habrá actos masivos ni tampoco abrazos, los equipos logísticos deberán atender las medidas de sanidad en todas sus acciones y hasta los partidos deberán pensar en una forma diferente de promocionarse.
Un dato hay que observar en esto: aunque se extremen precauciones, el riesgo de contagio de los candidatos y de sus acompañantes será alto; su exposición diaria con muchas personas los hacen vulnerables y este aspecto debe ser tomado en cuenta en todas las casas de campaña.
Veámoslo así: ¿Qué pasará con un candidato si se contagia de covid?
Recordemos que serán solo 45 días de campaña y en caso de dar positivo a SARS-Cov-2, el aislamiento mínimo debe ser de 3 semanas (21 días), suponiendo que se trate de un paciente con síntomas leves y sin lesiones que le impidan retomar de inmediato sus actividades. Si se enferma de gravedad no podrá regresara campaña.
Protegerse es proteger a los demás, nadie está exento de contagio, sobre todo si, como sucederá con los candidatos, están expuestos todos los días al contacto con muchas personas. Sí algún candidato contrae coronavirus durante la campaña es casi un hecho que se perderá la mayor parte del proceso y consecuentemente quedará rezagado en la elección.
También en ese punto las campañas del 2021 serán diferentes a las demás.
nota
Así lo publicó el portal de Mileno el sábado pasado:
“Los gobiernos de Chiapas y Morelos son lo que acumulan los más altos probables daños patrimoniales ocasionados a la Hacienda federal, de acuerdo con el tercer informe de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) de la Cuenta Pública 2019.
En el caso de Morelos, que acumula un probable desfalco por 951 millones 795 mil 224.15 pesos, el monto más grande de recursos faltantes está concentrado un pliego de observaciones, en el que se señalaron irregularidades por 859 millones 76 mil 66.59 pesos, provenientes de los recursos de Participaciones Federales a los Estados. La ASF encontró que esa cantidad de dinero se repartió entre 17 instituciones del gobierno estatal, las cuales no reportaron en qué utilizaron esos recursos.
Esas instituciones fueron el Congreso del estado, el cual no explicó en qué usó 468.5 millones de pesos; la Comisión Estatal de Derechos Humanos, que no reportó el uso de 15.8 millones de pesos; el Tribunal de Justicia Administrativa, que no reportó el uso de 35 millones de pesos; el Instituto Morelense de Información Pública y Estadística, que usó sin comprobar 18.7 millones de pesos y el Instituto de la Defensoría Pública del estado de Morelos, que no reportó en qué uso 16.1 millones de pesos.
Otras instituciones señaladas son la Comisión Estatal de Seguridad Pública, el Colegio de Educación Profesional Técnica del estado de Morelos, el Instituto Estatal de Educación para Adultos, la Comisión Estatal de Arbitraje Médico, el Régimen Estatal de Protección Social en Salud, el Fideicomiso Centro de Convenciones World Trade Center, el Museo Morelense del Arte Popular, la Comisión Estatal del Agua, la Comisión Estatal de Reservas Territoriales, el Centro Cultural Museo Juan Soriano, el Auditorio Cultural Teopanzolco y el Instituto para el Desarrollo Técnico de las Haciendas Públicas.”
post it
Las diputadas locales cerraron filas en el congreso local para exigir que sea una de ellas, una mujer, quien presida la Mesa Directiva del parlamento durante los últimos meses que le quedan a la legislatura. Su mensaje pareció más una suplica con múltiples justificaciones, que el reclamo legítimo de un bloque mayoritario que por si solo podría tomar esa y cualquier otra decisión.
“Somos catorce diputadas en un congreso de veinte integrantes” y es injusto que no se nos permita presidir la Mesa directiva, dijo una legisladora.
¿Injusto? ¿No son acaso mayoría y pueden con sus votos designar a quienes ellas quieran? ¿Por qué no se unen y nombran a una mujer?
El problema de las catorce diputadas del congreso Morelos no son los seis hombres que las acompañan, sino que ellas no han sido capaces de ponerse de acuerdo en nada. 14 son más que 6 ¿No se han dado cuenta?
El colmo: gracias al voto de algunas legisladoras no se ha podido procesar al diputado Marcos Zapotitla, hombre, acusado de violar a una mujer.
En un parlamento de mujeres, las mujeres defienden a un presunto violador.
redes sociales
¿Quién le conviene a Antonio Villalobos que gane la elección de junio en Cuernavaca? ¿Con cuál le iría menos mal?
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