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SERPIENTES Y ESCALERAS

La pulverización del voto

Además del perfil de los contendientes, la elección en Cuernavaca va a tener un alto grado de complejidad derivado del elevado número de aspirantes a la presidencia municipal; en el proceso electoral del 2021 habrá más candidatos que en cualquier otro momento de la historia electoral de la ciudad y ello se traducirá en un triunfo con menos votos. Ojo: aunque la participación será menor, obtener cada voto será más difícil que antes.

El primer análisis sobre la carrera política en la capital se ha centrado en los dos contendientes más fuertes en términos de imagen, presencia y fuerza de partido: ahí están el diputado Federal Jorge Argüelles y el abogado José Luis Urióstegui, el primero abanderado de la coalición Juntos Haremos Historia, conformada por el Movimiento de Regeneración Nacional, Encuentro Social y Nueva Alianza y el segundo postulado por la alianza entre Acción Nacional y el Partido Social Demócrata.

Luego está un segundo bloque de aspirantes que son llamativos por sus características personales: el exgobernador Sergio Estrada Cajigal, candidato de Fuerza por México y el alcalde en funciones Antonio Villalobos. Uno apuesta al voto de la nostalgia, al recuerdo del trabajo que hizo en la capital hace 24 años; el otro tratará de capitalizar la simpatía obradorista y hacer de los conflictos que ha enfrentado en los últimos meses un trampolín para remontar su crisis institucional.

En una tercera línea se pueden poner a los candidatos del PRI y MAS, Cipriano Sotelo y Matías Nazario: el abogado incursiona por primera vez en política, lo hace en un partido sumamente desprestigiado al que, empero, todavía le queda algo de voto duro en Cuernavaca; el exdiputado, por su parte, ha construido una estructura propia, tiene trabajo en la ciudad y recursos suficientes para hacer campaña. Ninguno de los dos vivirá una elección sencilla, pero ambos obtendrán un número importante de votos que al final pueden hacer la diferencia entre quienes peleen por el primer lugar.

Después de ellos están todos los demás: hay figuras con cierta representatividad y algo de prestigio y otros cuya presencia es meramente decorativa o de ocurrencia; aún así su participación en la contienda dividirá al electorado y pulverizará el voto. El resultado de esta segmentación se verá en todos lados y afectará de manera distinta a los candidatos y a los partidos, pero ninguno será inmune a tal situación.

Como nunca los electores de la capital de Morelos tendremos una oferta tan numerosa, aunque la cantidad no refleja calidad; en la boleta estarán los partidos de siempre, también la fuerza política predominante, los organismos satélites y por supuesto los institutos de nueva creación. El menú electoral incluirá a políticos de carrera, figuras de la sociedad civil, profesionistas, empresarios, comerciantes y gente común; todos obtendrán votos, algunos llegan con mucho dinero y la división que provocarán tendrá efectos colaterales interesantes.

Electoralmente la capital morelense ha sido escenario de situaciones llamativas, como cuando la ola foxista del año dos mil hizo ganar a un candidato panista sin arraigo, sin conocimiento, sin capacidad, sin imagen ni propuesta, como José Raúl Hernández; ese personaje contendió por la presidencia municipal de Jiutepec en el año 1997 y perdió estrepitosamente, tres años después lo postularon en Cuernavaca y gracias a la ola azul superó a Hugo Salgado, quien obtuvo más de cien mil votos.

El comportamiento del electorado capitalino es un factor que los estrategas de campaña no pueden pasar por alto; en este municipio hay voto diferenciado, hemos visto como en un mismo proceso tres partidos distintos ganan la diputación federal la presidencia municipal y los distritos locales y también elecciones que se ganan sin candidato. En Cuernavaca existe un voto duro panista que sigue vigente, también hay un voto priísta disminuido, pero vivo, y recientemente una inercia obradorista que podría volver a aparecer. A todo lo anterior añadamos otro elemento: la gente está muy molesta con toda la clase política.

Entender el comportamiento electoral de la capital no es un asunto sencillo porque se trata de una ciudad cosmopolita, altamente informada, muy politizada, sede de los tres poderes del estado, con un perfil turístico, pero con una parte agrícola y zonas económicas sumamente vulnerables. La influencia de la capital es enorme en toda la zona metropolitana y los factores que mueven al voto cambian de una elección a otra.

Como en casi todos lados en la ciudad de la eterna primavera se combinan situaciones, cohabitan varios sectores y existen muchas carencias; la problemática de Cuernavaca no es una sola: la principal demanda es económica, por la crisis y el desempleo, pero también hay un reclamo evidente por mayor seguridad, mejores servicios y la exigencia generalizada por terminar con la impunidad.

Diseñar una campaña para la capital de Morelos nunca ha sido sencillo, aunque ha habido momentos, como en el año dos mil, donde un slogan y una inercia arrasan con cualquier propuesta bien pensada. Ahora, además de todo lo anterior, hay que entender que prevalece un enfado social por la situación que se vive en el país, en el estado y en el municipio; la pandemia es un fenómeno importante, pero la molestia se arrastra de muchos años atrás.

Todos estos factores coinciden en un proceso electoral que obliga a los contendientes a hacer algo diferente, a innovar y acercarse más a la gente. La forma de hacer campaña no será la misma derivada de la pandemia de covid, pero además de ello hay que tomar en cuenta el estado de ánimo colectivo y la pulverización del voto.

Con tantos personajes buscando a los electores al mismo tiempo, muchos de ellos con los mismos orígenes y relaciones, veremos una rebatinga de estructuras que, por supuesto, complicará la captación de votos. Casi todos los equipos de campaña apuestan a las estructuras, identifican y contratan a los “líderes”, a quienes aseguran que “mueven a la gente”, pero olvidan que esos personajes se han pervertido y están vendiendo su “estructura” a más de un candidato al mismo tiempo.

También están presentes actores que quisieron ser candidatos y al no lograrlo se venden como operadores: presumen su capital político y su base electoral; “tengo 15 mil votos seguros” dice uno describiendo a personas como si se tratara de animales dispuestos a hacer lo que su amo les diga. Esas estructuras se venden en millones de pesos a varios candidatos a la vez y casi nunca funcionan.

El riesgo de equivocarse en esta campaña es muy alto porque son muchos aspectos los que se deben tomar en cuenta; la complejidad de la elección ha hecho surgir a sujetos que ven en la elección un negocio, que tratan de sacar dinero a costa de la inocencia o ignorancia de los candidatos o de la desesperación de algunos contendientes que intentarán ganar a costa de lo que sea.

La clave en esta historia no está en quien meta más dinero al proceso o cual equipo de campaña construya una mejor estructura para el día de la elección. El secreto está en el todo: en la manera como hacen política antes de que inicie la campaña, en la forma como se comunican, en el diseño de la estrategia, en el mensaje y la actitud del candidato, en las alianzas, en su capacidad para capitalizar la simpatía obradorista y por supuesto en la defensa y movilización del voto.

Las elecciones del 2021 no serán sencillas, ni parecidas a lo que hemos visto antes; en Cuernavaca serán particularmente complejas por todo lo que hay alrededor y por todo lo que seguramente veremos en las próximas semanas.

La contienda en la capital se ganará con menos votos, pero obtener cada uno de ellos será más difícil que nunca.

posdata

La política no es, va siendo cada día. Lo que un día parece un acuerdo planchado al otro día cambia. Así las cosas en este proceso electoral que todos los días nos está mostrando cosas peculiares, escenarios sui géneris que se mueven constantemente.

Veamos por ejemplo la lista de candidatos de Morena en los distritos locales; los nombres no dicen mucho, la mayoría son desconocidos o con poca rentabilidad electoral, empezando por el primer distrito.

Pocos entienden cómo fue que los eligieron, algunos afirman que se trata del manotazo de Rabín Salazar colocando a sus incondicionales, figuras totalmente afines que llegarían al congreso con dos objetivos: a hacerle la vida difícil al gobernador y a prepararle el terreno político al subsecretario para el 2024.

Sea cual sea la lógica de las candidaturas lo evidente es que no es una fórmula ganadora, ni representativa; los propios morenistas lo reconocen: el único mérito de la mayoría es que le son fieles a Rabín, algunos incluso son personajes que estaban retirados de la vida pública y no tienen ninguna base social.

La reflexión continúa: el operador político del subsecretario era su hermano, él fue quien estaba en contacto con las bases, quien conocía la estructura y estaba armando la estrategia para el 2021; Radamés era el operador, el del contacto con la gente, el que conocía a los liderazgos y diseñaba las fórmulas electorales. Su muerte no solo fue dolorosa, también dejó sin cabeza al morenismo morelense.

Por eso, dicen, la lista de candidatos es tan peculiar, tan floja y poco convincente; quienes tomaron la estafeta de Radamés Salazar no supieron qué hacer, ni tampoco pudieron darle seguimiento al trabajo del senador. Al final todo quedó en un recuento de incondicionales que ofrecen lealtad absoluta a Rabín, pero carecen de capacidad, liderazgo y capital político para ganar. Es la peor oferta electoral que ha hecho Morena a la ciudadanía… y después de la del 2018 en Morelos eso es mucho decir.

La apuesta del Movimiento de Regeneración Nacional en el estado es que se repita la ola obradorista del 2018; su argumento son encuestas hechas a modo en donde aventajan por más de veinte puntos a su más cercano rival, emulando lo ocurrido en la contienda pasada. Falso.

Es cierto que el obradorismo está fuerte en el ánimo de la ciudadanía, pero en Morena no acaban de entender que la gente califica diferente al presidente y al partido. En algunos municipios como Jiutepec y Jojutla no hay duda de cuál será el resultado e incluso es predecible que la inercia de los alcaldes que van por la reelección ayudará a los candidatos de su partido que compitan por esos distritos.

En el resto de la entidad la situación es diferente, en la mayoría de los casos Morena está arriba, pero, como en Cuernavaca, la ventaja que le llevan al segundo lugar no es mayor a un dígito. Por eso es importante tener buenos candidatos.

Si en el 2021 la gente traslada su simpatía por Andrés Manuel López Obrador a los candidatos de Morena, la lógica de Rabín ganará. Pero si en junio el ciudadano analiza su decisión y vota en función de los candidatos, entonces el Movimiento de Regeneración Nacional tendrá problemas.

nota

La historia de José Casas es interesante, porque cuando parece que el diputado está en la lona y fuera de combate, ocurre algo que lo hace regresar.

Cuentan los enterados que aunque no apareció en las listas de Morena, a Casas González no hay que olvidarlo: este día podría concretarse su participación por otro partido y desde la posición que sea veremos a un personaje aguerrido que sin lugar a duda le competirá a cualquiera que tenga enfrente.

Al diputado le ha fallado la narrativa, se ha equivocado varias veces en los adjetivos de sus discursos y lo han puesto contra la pared por sus comentarios misóginos. Aún así es de los pocos personajes pensantes de esta legislatura y por cualquier partido será un candidato con posibilidades de ganar.

Pepe Casas se ha caído muchas veces, pero hasta ahora siempre se ha levantado.

post it

“Cuando inicio algo es porque lo voy a hacer y lo voy a lograr, y eso implica hacer todo lo que tengas que hacer” dice la exdiputada Silvia Irra, hoy secretaria general del partido Morelos Progresa. Cierto. Quien tenga dudas de lo que una persona es capaz de hacer por dinero, que vea lo que ella y los graquistas le hicieron al congreso en la pasada legislatura.

redes sociales

La frase fue acuñada de un colega editor de Jalisco: “Amigo que no da y cuchillo que no corta, si se pierde no importa”.

Aplíquese todas las veces que sea necesario; es muy útil para los políticos y sus aliados, sobre todo en tiempos de campaña.

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