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POLÍTICA ZOOM

Los "hooligans" no son demócratas

La masificación del futbol y la democracia tiene un origen común. En 1863 se fundó la Asociación Inglesa de Futbol, la más antigua del mundo y la que fijó las reglas definitivas de este deporte.

Cuatro años después, el parlamento inglés aprobó una reforma electoral que prefiguró el voto universal y secreto para integrar el parlamento.

Antes, ese órgano era representativo, pero no democrático; o dicho de otro modo, previamente en el parlamento británico estaban representadas las élites, pero no toda la población.

En su libro Deporte y ocio en el proceso de la civilización, el sociólogo Norbet Elias afirma que la coincidencia, en el tiempo, del soccer y la democracia parlamentaria tiene una explicación.

El futbol sirvió para educar a la sociedad inglesa en un tema fundamental: como en la cancha deportiva, las facciones que participan en las elecciones democráticas nunca pierden todo ni tampoco lo ganan todo.

La masificación del futbol permitió relativizar la gravedad de la derrota, porque siempre habría una nueva oportunidad para que los jugadores perdedores pudiesen recuperarse.

La sucesión de juegos y torneos tranquilizan el ánimo de los vencidos y pone también límite al triunfalismo de los vencedores.

Cuando esta regla se quiebra —guardadas las debidas proporciones entre el deporte y la política—, el proceso civilizatorio entra en riesgo.

Los hinchas, los hooligans o cualquier otra expresión ultraviolenta han estelarizado situaciones extremas que permiten ilustrar el desastre.

Me pregunto qué diría hoy Elias de la democracia mexicana cuando la mayoría de los equipos contendientes en las elecciones del próximo mes de junio repiten que esta vez se jugará, en términos absolutos, el destino de la nación.

No se trata solo de un eslogan publicitario, sino de una convicción elevada a rango de fe donde unos y otros insisten con que no es una partida más, sino el momento crucial de la historia mexicana donde la facción derrotada saldrá para siempre de los libros de historia.

Zoom: Nadie puede pedir a las urnas que sean la guillotina donde se decide quién sobrevive y quién perece. Quien lo haga promueve un futuro político violento y sin retorno.

@ricardomraphael

Ámbito: 
Nacional