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Diputados: la mayoría inconstitucional

El INE ha tomado nota al fin, como cuerpo colegiado, de la ostentosa anomalía constitucional que han sido las mayorías de la Cámara de Diputados.

El artículo 54, párrafo IV de la Constitución dice a la letra: “En ningún caso, un partido político podrá contar con un número de diputados (...) que exceda en ocho puntos a su porcentaje de votación nacional emitida”.

No ha sido el caso en la legislaturas de 2012, ni en la de 2015, ni en la de 2018, que está en funciones.

En la Cámara de Diputados elegida en 2012, la coalición PRI/PVEM obtuvo 40 por ciento de los votos a la Cámara, pero se levantó con 48.2 por ciento de los diputados, dos décimas arriba de lo permitido por la Constitución: un diputado de más.

En la elección de 2015, nuevamente la coalición PRI/PVEM obtuvo 40.3 por ciento de los votos, pero 50 por ciento de los diputados (250), para una sobrerrepresentación de 9.7 por ciento, una violación del límite constitucional de 1.7 por ciento.

En la elección de 2018, los partidos de la coalición Juntos Haremos Historia (Morena, PT y PES) obtuvieron 44 por ciento de la votación, pero recibieron 61.6 por ciento de las curules, 308 diputados con una sobrerrepresentación de 17.6 por ciento, nueve puntos por encima de lo que permite la Constitución. (Ciro Murayama: "Evitar la sobrerrepresentación”, Excélsior 1 de marzo, https://bit.ly/3raFNIu).

¿Cómo fue posible esto? En todos los casos, simulando candidaturas, mediante el siguiente procedimiento:

Los partidos grandes de las coaliciones, el PRI en 2012 y 2015, Morena en 2018, dispersaron a sus candidatos en los partidos pequeños para disminuir sus triunfos de mayoría, pues entre más distritos de mayoría gana un partido, menos derecho tiene a las curules de representación proporcional.

Ganando menos distritos de mayoría, ganaron más de representación proporcional. Mediante este procedimiento, la suma de curules de la coalición resulta siempre mayor que sus votos.

Trataré de explicar mañana este mecanismo, entendible solo en una democracia sin demócratas, donde los actores despliegan su talento para darle la vuelta a la ley, no para cumplirla.

hector.aguilarcamin@milenio.com

Ámbito: 
Nacional