Incognitapro

SIN RODEOS

Emplazo formalmente al Presidente

Frecuentemente me preguntan que si en verdad no coincido en nada con López Obrador; y como ha sido mi vocación inexcusable luchar por un México sin mentiras, respondo inequívocamente: por supuesto que avalo y apoyo mucho de lo que él dice, y excepcionalmente considero honesto, legal y conveniente lo que hace; porque sus palabras se quedan en el aire y sus acciones van por caminos torcidos; por eso, igual que millones de mexicanos, repudio su proceder, lo desprecio como gobernante y me resulta evidente su pequeñez humana.

¿Quién puede rechazar que en las políticas públicas sean primero los pobres; que nada ni nadie esté por encima de la ley; que se respete la división de poderes; que se gobierne para todos; que se abata la corrupción y la impunidad, y que se defienda la soberanía nacional?

Sin embargo:

1) Llevar a la economía (desde antes de la pandemia) de más 2 a menos 1 por ciento del PIB, sumar en solo dos años 12 millones al número de pobres, y provocar la fuga de capitales, no es gobernar para los más necesitados;

2) El manejo mentiroso, asesino y demencial de la pandemia (que le cayó como anillo al dedo) con un saldo hasta hoy de cientos de miles de muertos es un delito por el que tarde o temprano tendrá que responder;

3) El despilfarro de cientos de miles de millones de pesos cancelando un aeropuerto, la construcción de otro, sus Dos Bocas y el trenecito (todo fuera de la ley y simulando consultas públicas), sus miles de activistas buscando votos al condicionar la ayuda del gobierno, su insolente desprecio a tantos niños con cáncer que carecen de medicinas, y su desdén y mofa para las mujeres, solo son pinceladas de su catadura, inferioridad ética e indecencia.

4) ¿Su lucha contra la corrupción y la impunidad? Pues, a dos años de su gobierno, lo que llamaba “la mafia del poder” es ahora LA MAFIA DEL NO PODER que él encabeza, no menos corrupta pero más inepta. ¡No son iguales, son peores! La criminalidad (según datos oficiales) va en aumento, las masacres son constantes en todas partes, y la impunidad se mantiene arriba de 95 por ciento. Decir que vivimos en un Estado de derecho es vomitar cinismo, sobre todo cuando el principal violador de la ley es el Presidente.

Hay tres valores morales en los que alega sustentar su proceder: no robar, no mentir y no traicionar. Pues el robo y la traición a la patria ya están tipificados como delitos, y la mentira solo es punible si se declara con falsedad ante una autoridad (salvo que sea el dicho de un imputado) o ante fedatario público, por eso: EMPLAZO FORMALMENTE AL PRESIDENTE para que envíe al Congreso una iniciativa de ley que tipifique como delito EL QUE UN GOBERNANTE LE MIENTA A LOS GOBERNADOS, y si lo hace contumazmente, que se aumente la penalidad.

Su respuesta será un autorretrato.

Diego Fernández de Cevallos

Ámbito: 
Nacional