Poco después de que Victoria Salazar, salvadoreña de 36 años, suplicara que se detuvieran, le rompieron dos vértebras, la primera y la segunda. Quedó en el suelo, inconsciente. En plena calle de una de las joyas turísticas del Caribe mexicano por excelencia, Tulum, en la codiciada Riviera Maya. Ante el espanto de decenas de turistas y vecinos que grabaron en vivo aquel macabro crimen perpetrado por cuatro agentes de la Policía Municipal este sábado. Las imágenes de la muerte de Salazar dieron la vuelta al mundo: la escena era trágicamente similar a la maniobra policial que acabó con la vida del afroamericano George Floyd en Minnesota. Rodilla al cuello. Este lunes un centenar de mujeres pedían justicia por la muerte de Salazar en la avenida principal de la ciudad: “El paraíso huele a sangre”, gritaban.
No era el único crimen que teñía de horror este fin de semana las cristalinas aguas del Caribe. El mismo día, en otro rincón paradisíaco, Holbox, una isla al norte del mismo Estado, Quintana Roo, una mujer amanecía torturada en la orilla. Karla Moguel, de 29 años, fue mutilada, asesinada y arrojada al mar junto al carrito de golf que conducía. Los medios locales describían el feminicidio como el primero que sacudía la isla. Pero las mujeres que gritaban este lunes en Tulum aseguran que bajo la fructífera imagen que vende México del paraíso se esconde la misma cara cruel que no da tregua a la mitad de la población en el país: 10 asesinadas al día; más de un 80% que dice haber sido víctima alguna vez de violencia de género, según una encuesta del Instituto Nacional de Estadística.
Las muertes de Salazar y de Moguel han sacado a relucir de nuevo uno de los peores males de México, la violencia machista, que encuentra siempre un rincón por donde colarse, incluso en los destinos de lujo de millones de estadounidenses, canadienses y europeos que visitan cada verano sus playas. Holbox o Tulum siguen siendo México. “Aquí también nos matan, abusan de nosotras en calles oscuras, nos llegan denuncias desde barrios humildes a inquilinas de nuevos proyectos inmobiliarios de renombre. No todo es como lo pintan”, asegura una de las organizadoras de la marcha, del Colectivo Feminista de Tulum, que prefiere no dar a conocer su identidad.
Y la tragedia ha estallado hoy en las puertas del Palacio Nacional de la capital, donde el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, que suele minimizar la violencia de género en sus conferencias y ha llegado a equiparar al movimiento feminista con la oposición a su Gobierno, ha tenido que reconocer públicamente un asunto que se ha escapado durante años del control de las autoridades —menos del 10% de los delitos relacionados con la violencia machista se resuelve—. “Es un hecho que nos llena de pena, de dolor y de vergüenza”, ha expresado el mandatario. Especialmente bochornoso para México ha sido recibir 24 horas después del crimen de Salazar a una comitiva internacional para inaugurar el Foro Generación Igualdad organizado junto al Gobierno de Francia y Naciones Unidas.
Como ha sucedido con otras ciudades del país, las organizaciones feministas nunca habían tenido tantas aliadas como ahora. Y en Tulum, de 47.000 habitantes, cuentan, es la primera vez que se manifiesta más de un centenar de mujeres, que cortan la avenida principal y ponen el dedo en la llaga del Gobierno. “El sistema mató a Victoria”, rezaban los carteles. La muerte de Salazar ha convertido a la ciudad en un símbolo del movimiento feminista en el Estado de Quintana Roo.
“No solo el machismo, también el racismo mató a Victoria. ¿Te imaginas si hubiera sido gringa o europea? ¿De verdad quieren que creamos que la hubieran agarrado así y tirado al piso de esa forma?”, denuncia Mónica Fernández, del colectivo Siempre Unidas Quintana Roo. “Lo preocupante es que para un caso como el de George Floyd se levantó un país y aquí, que también suceden estas cosas, no vemos la misma indignación”, añade Fernández.
La Fiscalía de Quintana Roo está haciendo todo lo posible estos días para que el crimen no quede impune, como habitualmente sucede en el país. Los cuatro agentes, tres hombres y una mujer, han sido cesados, detenidos y acusados de feminicidio. Y el director de la Policía Municipal, Nesguer Vicencio Méndez, ha sido destituido. “Haremos todo lo que está a nuestro alcance para tener mejores corporaciones policiacas”, ha reconocido el gobernador del Estado, Carlos Joaquín.
Junto al Palacio Municipal de Tulum, un grupo de 100 chicas se ha tumbado este lunes frente a la entrada principal. Y ahí, recostadas sobre la baldosa, recordaban de manera grupal las duras imágenes de Salazar tirada sobre la calle. Inconsciente. Sin que ninguno de los cuatro policías que la habían detenido y sometido boca abajo llamara a una ambulancia cuando observaron que no se movía. Las mujeres tiradas cantaron el himno feminista mexicano Canción sin miedo, de la cantautora Vivir Quintana. “Si matan a una, respondemos todas”, se desgañitaban al unísono.
A un lado de la entrada principal del Ayuntamiento, el grupo de chicas cubrió después con lonas y carteles a otras que decidieron dejar constancia de lo que también sucede en un rincón como este del paraíso. A contrarreloj y resguardadas por sus compañeras, dibujaban sobre un muro en blanco un retrato de Salazar inspirado en una fotografía de redes sociales. Mientras las autoridades tratan de resolver uno de los crímenes que ha trascendido ya las fronteras mexicanas, la joya del Caribe ha quedado tocada.