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POLÍTICA IRREMEDIABLE

La paradoja del enojo de los mexicanos (II)
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López Obrador llegó a la presidencia de la República porque su figura esperanzó a millones de mexicanos. Pero no fue únicamente la expectativa de que ese gran líder social pudiere construir un futuro mejor sino que los votantes expresaron también su enojo en las urnas. Tuvieron la oportunidad —gracias, precisamente, a esos organismos que el actual régimen quiere “exterminar”, en palabras del mandamás del partido oficial— de que su voluntad de ciudadanos con derechos reales se viera reflejada en los hechos, es decir, que al ejercer la primerísima facultad otorgada por la democracia liberal, la de echar a la calle a los gobernante indeseables, el resultado fuere el advenimiento de un nuevo sistema.

El tema, ahora, es comprobar —a estas alturas, aquí y en estos momentos— si el supremo castigo que los electores decidieron infligirle a los aborrecibles gobernantes del PRIAN ha tenido los resultados esperados, o sea, si han mejorado sustancialmente las cosas para todos los habitantes de esta gran nación y, a partir de ahí, determinar cuál puede ser el origen de la persistente aceptación que tiene el primer mandatario.

La gente no ha actualizado su ira, eso es parte de la ecuación

​Cotejar la realidad de que los organismo públicos de salud han privado de medicamentos a miles de enfermos, de que los niños con cáncer están muriendo, de que los presupuestos para la ciencia y la cultura han sido drásticamente reducidos, de que los asesinatos siguen y, entre otras tantas calamidades, de que millones de conciudadanos nuestros son más pobres que antes, cotejar esta realidad —lo repito— con el trato benevolente que una presunta mayoría de ciudadanos le brinda a los actuales responsables de la cosa pública, eso, señoras y señores, es un ejercicio que debemos intentar para entender mínimamente lo que está ocurriendo.

La primera interpretación que vendría a la mente es que el rencor —ese impulso que llevó a los ciudadanos a expresar su repudio a los soberbios corruptos de antes— no se estaría dirigiendo a los actuales responsables sino que seguiría centrándose en quienes son señalados cada mañana, desde el púlpito republicano, como los los primerísimos culpables de todo lo que no pueda estar siendo solucionado ahora.

O sea, que la gente no ha actualizado su enojo. Eso es parte de la ecuación. Hay más...

Román Revueltas Retes

revueltas@mac.com

Ámbito: 
Nacional