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POLÍTICA IRREMEDIABLE

La paradoja del enojo de los mexicanos (III)

Una mujer descontenta con los corruptos del PRIAN utiliza su voto en las elecciones federales de 2018 para echarlos del gobierno. Pasado algún tiempo, esa persona necesita atención médica y resulta, miren ustedes, que ya no cuenta con los beneficios del Seguro Popular. Su vecina, insatisfecha con el estado de cosas al finalizar el sexenio de Enrique Peña, decide también expresar su enojo en las urnas y es otra más de esas mexicanas, millones de ellas, que le dan el triunfo a López Obrador y al régimen de Morena. Madre trabajadora esta última, ocurre que no puede ya dejar al hijo en una guardería porque las autoridades de la 4T han cancelado el programa de Estancias Infantiles.

El pueblo afronta otras durezas: falta de medicamentos en los hospitales públicos, inseguridad, desempleo y mayor pobreza. La corrupción de siempre sigue ahí aunque se pretexta que las draconianas medidas de austeridad que ha implementado este gobierno —recortes presupuestales a la salud, la ciencia, la cultura, el deporte, la infraestructura y casi cualquier sector imaginable— van dirigidas, precisamente, a no malgastar el dinero como hacían los de antes.

Y sí, el Presidente ya no viaja como suelen hacerlo prácticamente todos los jefes de Estado —en un avión de uso exclusivo, propiedad de las fuerzas armadas— sino que utiliza los vuelos de las aerolíneas comerciales. Consolida así, exhibiendo abiertamente los usos de la gente común y corriente, el aprecio de sus seguidores. Naturalmente, utiliza muchas estrategias para apuntalar su figura: una permanente arremetida contra las otras fuerzas políticas y un uso muy calculado del púlpito presidencial para fijar, cada día, los contenidos de la agenda pública.

El gran tema, sin embargo, es el de los resultados concretos. Uno pensaría que las inclemencias de la vida diaria debieran tener, ya a estas alturas, un impacto en los mexicanos, más allá de las expectativas generadas por el cambio de régimen. Ocurre, sin embargo, que la gente pareciera no vincular su experiencia directa de la realidad al desempeño del aparato gubernamental.

Esta desconexión es muy extraña porque el repudio al sistema anterior fue precisamente lo que llevó a que millones de conciudadanos nuestros optaran por un modelo diferente. Podríamos aventurar algunas explicaciones; sin embargo: primeramente, la gente quiere creer —o necesita creer— y si en algún momento dejara de tener fe en la 4T entonces perdería ya todo, no le quedaría siquiera la esperanza de que el futuro le depara algo mejor; en segundo lugar, el resentimiento de muchas personas se sigue dirigiendo hacia el pasado y el advenimiento del régimen de López Obrador es, a estas alturas todavía, una especie de gran reparación, un castigo ejemplar.

Seguimos con estas líneas en el próximo artículo, amables lectores.

Román Revueltas Retes

revueltas@mac.com

Ámbito: 
Nacional