Cómo inventar una banda de secuestradores
Hace casi veinte años, una racha de secuestros en Tlaxcala provocó la presión de los empresarios locales sobre el gobernador Alfonso Sánchez Anaya (hoy despacha en la Secretaría de Gobernación), que a su vez ordenó a su procurador Eduardo Medel (que hoy despacha en el Senado) y a su policía que “solucionaran” el asunto. El entonces subprocurador del Estado, Edgar Bayardo, era colaborador confeso de El Mayo Zambada, se hizo testigo protegido durante el sexenio de Calderón y fue asesinado en un Starbucks.
En Tlaxcala inventar bandas de secuestradores era la norma, según documentan más de cincuenta recomendaciones de la Comisión Estatal de Derechos Humanos a ese gobierno. En 2002, esa procuraduría detuvo, casi al azar, a seis hombres: un funcionario, un empleado de la Comisión Nacional del Agua, un asesor de afores y tarjetas de crédito, un demostrador en un supermercado y dos actores en ciernes que se ganan la vida como extras en la televisión. Los acusaron de conformar una banda de secuestradores.
Los alumnos de la maestría de periodismo del CIDE pasaron seis meses revisando el expediente, investigando, hablando con los protagonistas. El resultado se acaba de publicar en la revista Gatopardo. “Se anunció como un gran triunfo (las detenciones) pero se dejaron de lado “detalles” cruciales, como que ninguno de los acusados estuvo en Tlaxcala durante los secuestros o que su residencia y actividades no tenían nexo alguno con la entidad federativa que los acusaba. Para los diarios, fue un caso resuelto: la policía logra atrapar a ‘los malos’. Pero este principio es falso, más cercano a la ficción que al periodismo, porque las autoridades obtuvieron las pruebas con las que sustentaron el caso mediante tortura y falsificaciones o, directamente, las fabricaron”. El reportaje completo se puede leer aquí (https://cutt.ly/icThc0R).
Hoy, nadie se acuerda de los detenidos, más allá de sus defensores y la CMDPDH. Sus vidas destruidas. Uno de los acusados murió en prisión, dos más han salido por las mentiras en el proceso, pero Sergio Rodríguez Rosas, Jorge Hernández Mora y Mario Ricardo Antonio Almanza Cerriteño siguen encarcelados en el Cefereso No. 14, en Durango, esperando decisiones judiciales, porque sí, en México, la justicia puede tardar dos décadas en llegar, si es que llega.
Recomiendo leer el reportaje y preguntarnos si veinte años después algo ha cambiado y por qué esos hombres siguen en la cárcel.
Carlos Puig
@puigcarlos