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POLÍTICA IRREMEDIABLE

La paradoja del enojo de los mexicanos (y IV)

Hay cosas que parecen no tener explicación. El panorama se aclara, sin embargo, cuando te enteras de que la historia de los humanos está atiborrada de episodios absurdos, disparatados y, sobre todo, trágicos debidos a nuestra tortuosa irracionalidad. La gente, muchas veces, toma las peores decisiones y lo hace de manera perfectamente voluntaria, sin recurrir a la lógica más elemental y, por lo visto, sin pensar en momento alguno en las consecuencias.

Esta alarmante incapacidad para advertir siquiera los riesgos más evidentes no sólo la observamos en los comportamientos individuales, sino que también tiene lugar a gran escala, es decir, ocurre en el caso de las naciones y de los pueblos. Donald Trump es uno de los más conspicuos representantes de este sesgo autodestructivo: en su condición de demagogo oportunista, fue capaz de arrastrar a multitudes enteras a pesar de ser ostensiblemente falsario, perverso y desaforadamente insensible al infortunio de sus semejantes. No llegó demasiado lejos el hombre en su empresa de acoso y derribo porque en los Estados Unidos valen las leyes y cuentan las instituciones. Pero otros caudillos narcisistas sí han logrado salirse con la suya: han sojuzgado cruelmente a sus ciudadanos, han exterminado a millones de personas y han llenado el mundo de dolor.

Estas reflexiones pudieren ser un tanto oportunas porque no estamos viviendo, aquí y ahora, el mejor de los momentos: sobrellevamos las durezas del desempleo, la falta de crecimiento, la escalofriante violencia de los criminales –asesinatos de mujeres, extorsiones, secuestros, ejecuciones y masacres—, la escalada de la pobreza y el deterioro de la sanidad pública. Sin embargo, millones de seguidores siguen respaldando al régimen de la 4T. En el pasado artículo señalábamos que este apoyo se nutre de la esperanza en un futuro mejor y del persistente rechazo a los gobernantes del pasado. Podríamos aventurar, de la misma manera, que muchas personas tienen una natural resistencia a admitir que se puedan haber equivocado. El gran tema, con todo, es la comunión de los adeptos con un discurso dirigido a alimentar su resentimiento: movidos todo el tiempo a descubrir adversarios y enemigos, se olvidan de verificar si están mejor que antes.

Román Revueltas Retes

revueltas@mac.com

Ámbito: 
Nacional