Loret
En menos de 24 horas, la réplica digital del periodista Carlos Loret al ataque del Presidente López Obrador llevaba más de un millón y medio de reproducciones. Una derrota total de quien califica como benditas a las redes sociales. El Presidente da rienda suelta a sus pulsiones autoritarias. El INE, Roger Bartra, Artículo 19, Lorenzo Córdova, Diego Fernández de Cevallos, Ciro Murayama, Héctor Aguilar, Enrique Krauze son los objetivos recientes. No hay periodista independiente de relieve que no haya sido insultado por el Presidente.
Loret ha sido actor principal, junto con Víctor Trujillo, del proyecto periodístico digital más exitoso por su impacto y revelaciones. Latinus es un actor incómodo al Presidente en un momento en el que más que nunca es necesario el escrutinio al poder. Latinus ha sido una experiencia gratificante que reivindica al espacio digital como lugar para el buen periodismo.
La libertad de expresión de siempre ha sido un problema al poder. Los estándares y la ética del periodismo y de los periodistas se ven comprometidos por el poder. La corrupción o la intimidación han estado de por medio. En estos años la situación es más complicada por los ataques del crimen organizado y en este gobierno, por el uso faccioso de los instrumentos de la autoridad, del cual la revista Nexos y otros casos dan cuenta. No se requiere amedrentar a todos, bastan casos emblemáticos para lograr tal propósito. Los empresarios son los más vulnerables porque son quienes más tienen que perder.
El Presidente no entiende los límites que le impone la investidura. Los ataques a la libertad de expresión son recurso para distraer la atención de las insuficiencias de la autoridad y magros resultados. Es un recurso para polarizar a la sociedad como medio para gobernar. Esto ha sido patrón de conducta y eje de las comparecencias matutinas del Presidente. El protagonismo mediático le ha dado resultado en términos de opinión, pero en perspectiva histórica es una de las expresiones más oprobiosas de abuso del poder.
Carlos Loret, como él señala, continuará con su ejercicio periodístico. La valentía, talento y compromiso son su estirpe. Su tiempo trasciende por mucho al del régimen y al de López Obrador como Presidente.
El país vive tiempos particularmente difíciles. Los gobernantes debieran actuar más para sumar y unir, que para dividir y confrontar. Los adherentes del régimen se refugian en las intenciones ante el fracaso en los resultados. Más que eso, el problema se acentúa por el extravío ético de un proyecto cada vez más próximo al conservadurismo autoritario que de la reivindicación progresista que suponía suscribir. La intolerancia a la libertad de expresión y el abuso del poder son medida justa de la identidad política del proyecto en curso.
Federico Berrueto
@berrueto