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serpientes y escaleras

Elección de 9 años

La contienda electoral del 2021 en Morelos no es una elección cualquiera, algunos de los candidatos que compiten tienen la mira puesta en el 2024, de ahí su empeño en llevarse la victoria. Cuernavaca es una plataforma natural para la sucesión, pero no es el único espacio desde donde se puede construir un proyecto político sexenal; el resto de las alcaldías, el congreso local y el senado también son opciones para jugar. El voto del próximo 6 de junio puede sentar las bases de lo que tendremos en el 2024.

Para muchos políticos la elección intermedia es el primer paso para la contienda sexenal; así ha sido desde hace mucho y esta situación se ha acentuado en los últimos tiempos por la efervescencia política vigente en la entidad. En otros años el proceso de sucesión iniciaba un año antes de la jornada electoral; ahora la gubernatura se trabaja al menos tres años antes de la elección.

Un aspecto que sobresale en esta votación es el mal humor social: muchos ciudadanos se sienten decepcionados del momento que viven el país, el estado y los municipios, reclaman airadamente a las autoridades, pero muchos olvidan que son gobernantes electos por la mayoría, es decir, fue decisión de muchos ciudadanos que estos personajes ocuparan una posición de poder.

El problema de fondo en esta historia radica en la corta memoria de los votantes, en la manera tan simplista como sufragamos y las razones que mueven nuestra decisión. Recordemos que en la mayoría de los casos el voto no es un acto razonado, sino un acto de fe, un sentimiento, una emoción. Pocos de quienes emiten un sufragio analizan su decisión o las propuestas de los candidatos, en el mejor de los casos votan en función de algo más superficial, como la imagen, la simpatía o el slogan, pero muchas ocasiones el voto obedece a una razón distinta: odio, enojo, inconformidad o revanchismo.

En Morelos existe un electorado que desde hace años sabe votar diferenciado, al que no le da miedo elegir al alcalde de un partido y a los diputados de otro; pero también somos un pueblo que fácilmente olvida el pasado, nos dejamos llevar por una emoción y hemos llegado hasta a votar de manera masiva pensando que se trata de una broma. Los resultados ahí están, reflejados en las autoridades de las que hoy nos quejamos.

La elección del 2021 no será una contienda cualquiera y eso ha quedado claro desde hace tiempo; en junio no solo elegiremos a las autoridades municipales y legislativas, también abonaremos a la construcción de diversos proyectos electorales que van más allá del siguiente periodo de gobierno.

Pongámoslo de esta manera: en el caso de Cuernavaca tenemos a tres candidatos que tratarán de ganar la elección capitalina pensando en la sucesión del 2024; el primero es el diputado federal Jorge Argüelles Victorero, quien de convertirse en el próximo presidente municipal de la ciudad se proyectará como un precandidato natural a la gubernatura con el apoyo directo del gobernador Cuauhtémoc Blanco Bravo. En este caso en particular la historia será interesante, porque la apuesta de Argüelles no está en la candidatura del Partido Encuentro Social, sino en una alianza con Morena, es decir, Argüelles quiere ser el candidato de Morena y otros partidos más en el 2024.

Otro caso es el de José Luis Urióstegui, quien compite bajo las siglas del Partido Acción Nacional; si el abogado se llevara la victoria en junio, también se convertiría en un prospecto natural del PAN a la gubernatura, con la salvedad de que en este caso su proyección no dejaría fuera del camino a nadie, porque en ese caso el actual diputado federal Daniel Martínez Terrazas avanzaría sin problema al senado de la república y por su juventud podría fácilmente trabajar el proyecto de la gubernatura del 2030.

Un tercer precandidato que saldría de la capital es Matías Nazario Morales; el candidato rosa tiene una ventaja respecto a los demás contendientes: es dueño de su propio partido. Si Matías ganara la elección se colocaría en una posición natural rumbo a las elecciones del 2024, pero a diferencia de los otros candidatos, aún perdiendo podrá continuar con sus aspiraciones porque cada voto que consiga va directo a su capital político personal y podrá ser retomado en la próxima elección. La clave es que no pierda el registro.

En los municipios también hay dos figuras que por la naturaleza de su partido podrían ser considerados precandidatos en el 2024: Rafael Reyes y Juan Ángel Flores, el primero alcalde de Jiutepec y el segundo de Jojutla. De confirmarse la reelección de ambos, su proyección electoral queda asegurada, incluyendo la posibilidad de que puedan competir por la gubernatura, porque aunque el Movimiento de Regeneración Nacional en Morelos es la fuerza política predominante, es evidente que en el estado falta liderazgo, proyección e imagen a la mayoría de sus representantes populares.

En el caso de Morena la situación es peculiar porque aunque para muchos el candidato natural a la gubernatura del 2024 es el subsecretario Rabindranath Salazar, ese escenario podría quedar anulado por dos razones:

Porque la presencia de Rabín en Morelos era a través de su hermano Radamés y tras su muerte no hay quien tome la batuta de ese grupo; ítem más, los Rabines en lugar de consolidar su presencia como grupo preponderante de la 4T se aislaron, se han mantenido ausentes del escenario local y perdieron fuerza, presencia y reconocimiento en los últimos años. Todos en Morena saben que Rabín es el morelense con mejor cargo en el gobierno de López Obrador, pero también se han dado cuenta que esa posición de poco le ha servido para hacer valer la fuerza de su grupo; en algunos momentos ser rabinista ha resultado peor que ser del PRIAN.

Porque si la elección del 2021 en Cuernavaca la gana Jorge Argüelles Victorero es altamente probable que en el 2024 el candidato de Morena a la gubernatura sea un militante del Partido Encuentro Social. La victoria del diputado federal del PES abriría la posibilidad de que el presidente Andrés Manuel López Obrador ceda la candidatura de Morelos a su amigo el gobernador Cuauhtémoc Blanco para que el abanderado de la alianza sea Jorge Argüelles. Si el pesista se convierte en el próximo alcalde de la capital, Rabín Salazar se quedará sin posibilidad de aspirar a la gubernatura.

Luego aparecen los congresos local y federal: ahí veremos a figuras como la senadora Lucía Meza Guzmán, quien se ha destacado como la mejor representante legislativa de Morelos en la federación. La dama tiene además la puerta abierta de par en par en Fuerza por México, un partido aliado de la 4T, creado con el beneplácito y simpatía del presidente para convertirse en un espacio de participación política para quienes no alcancen a entrar en Morena.

También desde el senado puede surgir Ángel García Yáñez, un legislador de filiación priísta que llegó por Nueva Alianza y que a lo largo de los últimos años ha construido una muy importante red estatal basada en la mayoría de los presidentes municipales. El senador ha dicho en muchos espacios que buscará la gubernatura y que lo hará con el fin de enjuiciar al gobernador Cuauhtémoc Blanco; su camino natural para buscar el cargo será el Partido Revolucionario Institucional.

Dependiendo de quienes lleguen al parlamento local también veremos a figuras que utilizarán esa plataforma para proyectarse. Personalmente no recuerdo a un gobernador que haya surgido directamente del congreso local, pero en un escenario tan sui géneris como el que hemos vivido en los últimos años nada es imposible. Ahí habrá que observar, si ganan, a Javier Bolaños, a Julio Espín y Agustín Alonso.

Los liderazgos en el estado son tan escasos en los últimos años que parecería improbable ver surgir a un personaje que no participe directamente en política, aunque en estos momentos cualquier cosa podría suceder. Lo tangible ahora es la proyección que muchos tratarán de conseguir a partir de lo que logren en el 2021.

Tengamos presente algo al momento de votar el próximo 06 de junio: la contienda del 2021 puede ser una elección de 9 años: tres ahora y seis del sexenio que viene.

posdata

En el proceso electoral del 2018 Morena ganó casi todo, por esa razón hoy es el partido favorito de muchos; pero tomando en cuenta el desgaste de sus autoridades y los conflictos que han vivido los últimos años es predecible que la elección intermedia no será tan buena para los militantes del Movimiento de Regeneración Nacional.

Pongámoslo así: van a ganar la mayoría de los espacios, pero no tendrán el control de las cámaras, como ahora; en un descuido, si la gente les da una sorpresa en las urnas, a partir del siguiente periodo legislativo las cosas pueden cambiar de manera sustantiva en Morelos, igual que en el resto del país.

Veámoslo así: en la elección de 2018 Morena ganó la presidencia de la república, la gubernatura de Morelos, la capital, los municipios más importantes y doce de doce diputaciones locales en disputa. ¿Podrán mejorar ese escenario? Parece imposible.

Un buen resultado para Morena en la contienda de junio sería, dicho por ellos mismos, ganar 8 de 12 diputaciones locales y los cinco distritos federales de la mano de sus aliados en la coalición, aunque algunos de ellos, como el alcalde Agustín Alonso, es todo lo que digan, menos aliado de la 4T ni del gobernador Cuauhtémoc Blanco.

Una óptica más realista es que Morena ganará 4-5 diputaciones locales y 3 federales, conservaría algunos municipios importantes, con la salvedad de Cuernavaca, cuyo resultado es de pronóstico reservado aún para los simpatizantes de la Cuarta Transformación.

Si esto ocurre las cosas serán muy diferentes en Morelos después de la elección: a partir de septiembre, cuando arranque la nueva legislatura, habrá un trato distinto entre poderes y si no hay una adecuada operación política del gobierno estatal, el diálogo podría ser muy ríspido para el jefe del ejecutivo.

Morena dejó ir dos años sin hacer trabajo político de base y sin estar cerca de la población; olvidaron sus promesas de campaña y permitieron a sus diputados que hicieran lo que quisieran, sin importar que con sus actos traicionaran el decálogo de López Obrador. El gobierno por su lado, no ha hecho política en dos años y eso tiene consecuencias.

Nada de lo que pasa ahora es casualidad.

nota

El alcalde Antonio Villalobos dice estar animado en la contienda y confiado en que obtendrá buenos resultados; “mínimo quedo en segundo lugar”, presume. Como pintan las cosas para la familia Villalobos, un segundo lugar no es suficiente: o ganan o van a tener muchos problemas en el futuro cercano.

Hay candidatos cuyo deseo de triunfo está sustentado en una ambición política o una aspiración de servir; en el caso del actual presidente municipal de la capital a cosa es distinta, aunque ni él ni su familia se dan cuenta; la reelección es lo único que puede evitar que Antonio Villalobos vaya a la cárcel al concluir su periodo.

Recapitulemos: el edil capitalino llegó de rebote, pero en lugar de sumar voluntades, hacer amigos y construir acuerdos, le hizo caso a su hermano y empezó a pelear con todos; hoy el Lobito no tiene apoyo de ningún diputado, ni federal ni local, no lo quieren en su partido, no lo ven bien en el gobierno estatal y ahora se ha peleado hasta con el senador Rabín Salazar, quien era el único que lo cobijaba. El único manto protector que le queda al presidente municipal (o al menos es lo único que presume) es Julio Scherer, quien le brindaría ayuda y protección a través de José Silva Bandala.

Al alcalde Antonio Villalobos le esperan tiempos muy difíciles.

Similares a los que vive hoy el exrector Alejandro Vera.

post it

Cuentan algunos priístas: el objetivo del candidato del PRI en Cuernavaca no es ganar, sino dividir el voto y ayudar a que gane la coalición. “Lo único que tiene que hacer Cipriano Sotelo para ser recompensado es hacer lo que mejor le sale: hacerse pendejo”

¿Será?

redes sociales

A través de su cuenta en redes sociales un colectivo de feministas veracruzanas colocó al candidato de Fuerza por México en Cuernavaca en la lista de candidatos agresores de mujeres.

La página en cuestión no es poca cosa, tiene más de 200 mil seguidores y forma parte, dicen, de una red nacional de mujeres.

A Sergio el “papucho” lo andan balconeando mucho.

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