¿Por qué no sube la oposición?
La gente está hablando de cómo suben el huevo, la tortilla y el aguacate, no de la extensión de mandato del presidente de la Suprema Corte de Justicia. La gente está sufriendo por el desempleo, no por los ataques a la autonomía del INE. La gente está temerosa por la desatada inseguridad, no anda en la discusión de los contrapesos. La gente llora cientos de miles de muertos por un pésimo manejo de la pandemia, no por la invasión a la privacidad con la toma de datos biométricos.
López Obrador ha sido extraordinariamente eficaz en encadenar toda suerte de desatinos autoritarios que escandalizan, con razón, a la sociedad civil organizada, a la prensa crítica, a la mayoría de los intelectuales, al empresariado, a la oposición. Mientras todo este sector enciende las alertas por peligros futuros, amenazas que se ciernen, consecuencias de sus lances autocráticos, queda relegada la exhibición del fracaso de su gobierno: no hay resultados en seguridad, salud, economía, violencia contra las mujeres, corrupción.
Buena parte del éxito electoral de la oposición en 2018 tuvo que ver con que se alineó, como ocurre pocas veces, la conversación política: todo mundo hablaba de corrupción y todo mundo culpaba de ello al gobierno. Era la bandera central del candidato presidencial, era el tema más investigado en la prensa, era el foco de los estudios de las ONGs y era la queja más recurrente de los empresarios.
Para esta elección intermedia de 2021, los sectores inconformes con el Presidente tienen distintas conversaciones, y es natural porque sus lógicas son distintas y no trabajan en bloque: la prensa crítica, el empresariado y la sociedad civil organizada hasta cierto punto están haciendo de la elección un referéndum de la gestión de López Obrador, mientras la oposición partidista está tratando de evitar eso a toda costa. Las pistas son diferentes. Mientras desde las voces críticas nacionales se concentra el foco en los excesos y barbaridades del Presidente, los partidos de oposición intentan convencer a los votantes a partir de los asuntos de cada localidad. Mientras a nivel nacional la opinión publicada ha metido a López Obrador a la boleta electoral, los partidos están intentado sacarlo de esa boleta.
En cambio, el presidente, su partido, sus candidatos, sus empresarios y sus voces afines, tienen un solo discurso perfectamente alineado: no queremos regresar al pasado corrupto que representan los opositores. E insisten en enmarcar la labor de la prensa, la academia y los intelectuales como actividad conjunta con la oposición, cuando ni es así ni debería serlo. Pero el bloque, ese sí, alineado con el gobierno, recordando disciplinado el horroroso pasado, ha logrado que no se vea el horroroso presente.
Quizá ahí está la explicación de por qué, según las encuestas, el partido en el poder no ha perdido mucho terreno y la oposición no ha sido capaz de subir.
SACIAMORBOS
En el Partido Verde aseguran que ya amarraron con el presidente AMLO que les regale la gubernatura de San Luis Potosí, donde postularon al impresentable de Ricardo Gallardo. Y que por eso ya empezó el proceso para quitarle la candidatura a uno que estaba jalando muchos votos para Morena: el ex panista vuelto morenista, Xavier Nava, quien compite por la alcaldía de la capital. El tribunal electoral del estado invalidó su candidatura porque ganó la presidencia municipal por el PAN y ahora busca reelegirse por Morena. El equipo de Nava ya trabaja para que el tribunal federal revierta el fallo. Ahí se verá si está amarrado el trueque.