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SERPIENTES Y ESCALERAS

Voto de corazón

¿Quién puede hacer que las cosas mejoren?

Más que un acto reflexivo, el sufragio es un sentimiento; aunque se hable mucho del voto razonado, de la importancia de analizar las propuestas y evaluar los perfiles de los candidatos, al final lo que pesa en el ánimo del electorado es la emoción que causa la persona que compite por un cargo. La clave en esta y en cualquier elección es conectar con la gente, provocar una impresión positiva que se traduzca en confianza. La motivación de cada persona puede ser distinta; en este proceso la razón puede ser alguien que cambie las cosas o algo que no queremos que continúe.

Les cuento un par de historias para contextualizar a lo que me refiero:

Hace veinte años platicando con Adolfo Deguer Kado escuche por primera vez la siguiente expresión: “Me he convertido en un extraño en mi propia tierra”. La voz del empresario sonaba triste, melancólica, con un dejo de impotencia. Yo soy de aquí, siempre he vivido en Cuernavaca, aquí tengo mis negocios y aquí está mi familia; tuve la oportunidad de trabajar alguna vez en el gobierno, pero siempre he estado en la iniciativa privada, generando empleos e invirtiendo mi dinero en mi estado.

“Hoy no conozco al nuevo alcalde, no tengo idea de quien sea ni tampoco se de donde viene. Recién tomó el cargo pedí una cita para conocerlo y presentarme; después de una exhaustiva entrevista con su secretaria, quien insistentemente me cuestionaba para qué quería verlo, me dieron una entrevista tres meses después. Llegada la fecha acudí, hice una hora de antesala y cuando el edil me recibió lo primero que me preguntó fue quién era yo y que quería de él. ¡Nada! Le respondí, solo conocerlo y ponerme a sus órdenes. ¿Pero qué quiere? ¡Nada! Insistí, soy Adolfo Deguer y mucha gente me conoce, siempre he conocido a los alcaldes de mi ciudad y a casi todos los trabajadores del ayuntamiento; mi negocio está en Las Palmas y no tengo ningún trato comercial con el municipio, solo quería conocerlo y que me conociera. Ok, ya lo conocí y ya me conoció ¿Qué más necesita?”

Luego de esta breve historia Adolfo Deguer me volvió a decir: “De la noche a la mañana me volví un extraño en mi tierra. Y como yo, muchísimas personas más de toda la vida en Cuernavaca que de un momento a otro perdimos contacto con nuestras autoridades”. El alcalde en cuestión era José Raúl Hernández Ávila.

Personalmente tuve muy poco trato con el presidente municipal Alfonso Sandoval Camuñas; alguna ocasión al final de su mandato desayuné con él, pero en realidad no tengo elementos para referirme a su persona como lo hacen muchos paisanos, aunque puedo confirmar que no era un mal tipo: era un hombre sencillo, carismático y sobre todo una autoridad accesible para todos; el clásico gordito buena onda.

Cuando Sandoval Camuñas fue presidente municipal de Cuernavaca no hubo grandes obras municipales, el municipio contaba con un presupuesto anual no mayor a 100 millones de pesos, pero con eso era suficiente para que la ciudad funcionara y el ayuntamiento sacara adelante las necesidades básicas de la gente. Cierto: había algunos baches en las calles y no existían los puentes ni las vialidades de hoy, pero en general la capital marchaba bien, los servicios eran buenos y la calidad de vida era alta. En esos tiempos Cuernavaca estaba ubicada entre las diez mejores ciudades para vivir en el mundo.

Las historias sobre la personalidad de Alfonso Sandoval Camuñas aparecen por todos lados, relatan su desparpajada forma de ser, su sencillez al andar y su gusto por supervisar personalmente las obras. Muchos recuerdan haberlo visto en la noche acompañando a los trabajadores de obras, muy temprano platicando con los empleados de limpia o el fin de semana recibiendo gente en la puerta de su casa. Lo suyo era un sentimiento real, no una pose, porque en ese entonces no había redes sociales ni tantos medios para promocionar este tipo de acciones.

El punto al que me refiero está en medio de estas dos historias y tiene que ver con lo que representa un presidente municipal más allá de sus responsabilidades constitucionales: su calidad humana, su empatía con la gente, su identidad con la ciudad y su manera de relacionarse con las personas. Desde hace un par de décadas Cuernavaca ha venido a menos en todos los sentidos: las autoridades perdieron contacto con sus gobernados y la ciudad pasó de ser uno de los diez mejores sitios para vivir a convertirse en uno de los cinco más peligrosos en el mundo.

Un dato más: los expertos refieren que los mantos acuíferos que existen en el valle de Cuauhnáhuac son enormes, suficientemente grandes como para que no falte agua en la zona metropolitana, pero también afirman que siete de cada diez litros que se bombean se pierden en fugas. Aunado a la falta de mantenimiento en la infraestructura hidráulica de la capital, los pozos operan con equipo obsoleto que no solo se descompone con frecuencia, también es más cara su operación porque se trata de tecnología vieja.

¿Algo más? ¡Por supuesto! El sistema de agua dejó de ser un organismo financieramente autosuficiente, hoy es un ente con una enorme carga burocrática que se maneja de forma discrecional, con altos niveles de ineficiencia y corrupción y en el que, dicen, también se ha visto presencia de la delincuencia organizada.

Lo que sucede con el agua de la capital es el ejemplo perfecto para entender lo que estamos viviendo en Cuernavaca en los últimos veinte años; el problema no es solo la ineficiencia profesional de quienes han estado al frente de las instituciones desde hace varios años, lo de fondo es que tenemos autoridades a quienes no les interesa la ciudad, que juran defenderla en el discurso, pero en los hechos se comportan como delincuentes.

La falta de identidad de nuestras autoridades se ha traducido en un retraso paulatino de la capital desde hace dos décadas; lo mismo se puede decir de otros municipios y del estado: el gran problema que enfrentamos los morelenses es que nuestros gobernantes perdieron la sensibilidad, se aislaron de la realidad y dejaron de escuchar a la gente.

No se trata de regresar al viejo estilo de Sandoval Camuñas caminando todos los días en las calles y supervisando personalmente las obras (aunque no estaría nada mal que así fuera); de fondo lo que necesitamos son mandos cercanos a la población, que conozcan la ciudad y a sus habitantes, que escuchen más allá de su grupo de asesores y que les duela lo que le pasa a la comunidad.

Alcaldes como José Raúl Hernández no fueron malos per se, pero su falta de identidad con la ciudadanía los volvió ajenos a los problemas y a las necesidades de sus gobernados; obvio: no eran de Cuernavaca, no conocían a su gente y por ende no les importaba lo que les pasara; no se le puede pedir a alguien que no es de aquí o que no tiene interés de quedarse aquí, que se preocupe por que las cosas mejoren.

Morelos es un estado pequeño, pero no por ello menos importante que otros estados del país, por ello la ambición que desata en muchas figuras políticas que quieren gobernarlo. Cuernavaca esta llena de problemas, enfrenta un déficit financiero enorme, pero aún así es una ciudad rescatable y es un gobierno con posibilidades de avanzar; si no lo fuera no habría tantos candidatos queriendo estar al frente de ella.

Existen muchas razones para votar y existen motivos por los cuales los ciudadanos tenemos que ejercer nuestro derecho a decidir quien nos gobierna; cada uno es responsable de sus actos y es dueño de sus decisiones, cada uno votará en función de un sentimiento particular y a partir del criterio que quiera. Ese es su derecho.

El reto de los candidatos es convencernos de que son lo que necesitamos para que la ciudad y sus habitantes salgamos adelante. Algunos votarán con la cabeza, pero me parece que la mayoría votará con el corazón.

posdata

Vi una publicidad del candidato a la presidencia municipal de Cuernavaca Jorge Argüelles que a la letra dice: “En 2020 ocurrieron 13,244 delitos en Cuernavaca”. Mi primera reacción fue suponer que se trataba de una fake news, alguna especie de broma que intentaba adjudicarle al candidato de la coalición PES-Morena un mensaje ajeno.

Mi duda no radicaba en la falsedad de la información, sino en el hecho que el candidato oficial difundiera la estadística. Correcto: Cuernavaca se ha convertido en una de las ciudades más violentas e impunes del país, todos los días se cometen diversos delitos y la mayoría no son denunciados porque los ciudadanos no confían en las autoridades.

La tarde del sábado dos personas fueron asesinadas dentro de una tienda Oxxo cuando un sujeto entró a asaltar; la semana pasada, también, varias personas perdieron la vida en la capital víctimas de la violencia, sin mencionar los múltiples robos en casas, autos y negocios, los asaltos en el transporte público y la delincuencia en las calles.

El sábado escuche un discurso de Jorge Argüelles en donde afirmana: “Necesitamos hacer realidad la cuarta transformación en nuestra ciudad, necesitamos hacer que Cuernavaca vuelva a brillar, necesitamos hacer que sea la ciudad que muchos extrañamos, la ciudad donde muchos nacieron y muchos crecimos, pero en general que todos extrañamos, una ciudad que es la mejor para vivir”.

El enfoque del discurso del candidato Jorge Argüelles es obvio: critica la situación en la que se encuentra Cuernavaca, su mal gobierno y los malos resultados; pone énfasis en el tema de la inseguridad y la violencia, expone los índices criminales y retrata la mala administración de la ciudad. Todo lo que dice es cierto.

Lo que me llama la atención (y quizá el diputado no ha notado) es que Cuernavaca ya forma parte de la Cuarta Transformación y aunque tiene a un alcalde que llegó de rebote al cargo, su gobierno representa a Morena, el partido que abandera su candidatura. Hablando de la seguridad, además, no se puede pasar por alto que en Morelos opera el Mando Coordinado de Policía, es decir, las tareas de prevención del delito corresponden al ejecutivo estatal, también gobernado por la coalición PES-Morena.

La idea de campaña del equipo de Argüelles no es mala, pero el enfoque no es correcto; el mensaje es un boomerang que les va a rebotar cuando sus opositores retomen su discurso y lo conecten con la 4T.

Ojo con este tipo detalles.

nota

El mensaje me llega a través del WhatsApp: “Amigo ¿Cómo le puedo hacer para que el Sapac arregle una fuga de agua en la calle San Diego, por donde está la fiscalía?

El texto es similar a otro que semanas atrás recibí por la misma vía ¿Sabes a dónde se debe reportar una fuga de agua en la calle Mesalina? Hace más de un año que se desperdicia el agua, ya hablamos a las oficinas, ya lo reportamos en redes sociales, ya le pedimos apoyo al secretario del ayuntamiento y nadie hace nada.

La respuesta en ambos casos es la misma: No puedo ayudarte, yo mismo he reportado fugas y nunca he obtenido respuesta.

¿Cuántas historias como esta habrá? Imposible saberlo, pero revisando las redes sociales todos los días hay tuits de ciudadanos que piden ayuda a las autoridades del ayuntamiento, que reportan fallas, fugas, falta de servicio… y nadie hace nada.

Cuernavaca enfrenta un momento crítico en materia de abasto de agua, el propio alcalde Villalobos ha dicho que enfrentamos una situación preocupante por la falta del vital líquido. A esto se añade el problema financiero de la dependencia que se traduce en el corte constante de energía a los pozos y suspensión de suministro en colonias enteras.

Los ciudadanos de la capital reclaman airadamente al ayuntamiento y en todos los casos hay oídos sordos de parte del presidente municipal; se entiende que ni la directora del Sapac ni el alcalde tienen la posibilidad de solucionar el problema porque hace falta dinero y capacidad.

Tristemente en la capital de Morelos tenemos un gobierno municipal de ocurrencias que no sabe nada de administración pública, que está desconectado de la realidad y cuyo titular llegó al cargo de casualidad y junto con su hermano han hecho del ayuntamiento un negocio familiar.

Triste pero cierto: en Cuernavaca no hay agua porque enfrentamos una temporada de estiaje muy severa, porque el sistema administrador de agua es totalmente ineficiente en su operación, porque el edil está más preocupado por su campaña por la reelección y porque a pesar de que el agua es poca, la mayor parte se desperdicia en fugas que el Sapac no quiere arreglar.

Insisto: los Villalobos puede tratar de argumentar lo que quieran, pero la realidad es que el municipio vive el peor momento de toda su historia y la gente está enterada de cómo se están manejando las cosas en el ayuntamiento. En materia de suministro de agua, además, la situación es agobiante y la paciencia de los ciudadanos, como el agua, ya se terminó.

Una vez más: ¿No quieren que el problema de agua en Cuernavaca se politice? ¡Simple! Restablezcan el servicio de agua potable en las colonias.

post it

Sergio Estrada Cajigal presume que cuando fue autoridad lo hizo bien y promete que ahora lo hará mejor. ¿Se refiere a los escándalos, a las francachelas, a las acusaciones de tortura, a la corrupción, a los actos represivos, a los señalamientos como agresor de mujeres, a los negocios de sus amigos, a la relación con el narcotráfico, al helicóptero del amor…?

Que aclare, para saber exactamente a qué le tiramos.

redes sociales

Arranca la segunda semana de campaña.

¿Ya empiezan a ver a un candidato que despegue?

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