¿En puerta una ley criadillas?
Mario Delgado tiene razón al decir que las decisiones del Tribunal Electoral que ratifican la cancelación de las candidaturas a los gobiernos de Guerrero y Michoacán, así como de la sobrerrepresentación en la Cámara de Diputados, “es un golpe a nuestra democracia”.
Habla, obviamente, de la suya y la de sus correligionarios. De la misma que no es, ni remotamente, la que la sociedad mexicana viene construyendo con leyes e instituciones.
Duro golpe, sin duda, para quienes reducen a una palabra o frase la “voluntad popular”: abstracción o concepto ideal sin sustento ni posibilidad de que se concrete y verifique.
Son los factores legales, humanos, físicos, institucionales lo que le da sentido a la democracia. Sin ellos, “poder del pueblo” o “el pueblo en el poder” no pasan de ser palabras.
El término, insistentemente repetido por los denostadores del Instituto Nacional que organiza y el Tribunal federal que califica las elecciones, no sirve si lo que se quiere es defender, precisamente, la “voluntad popular”.
El golpe fue a la democracia, pero de Morena y de los correligionarios de Mario Delgado
Por eso la histérica reacción de Félix Salgado Macedonio:
“Da coraje, indignación, rabia, pero tenemos que actuar con la mente fría, el corazón caliente y la mente fría, porque no vamos a permitir que esto se vaya a la borda, no vamos a desbordar el movimiento. Esto es de hombres, de mujeres, de jóvenes, de niños, de adultos mayores, esto es de todos, es del pueblo…”.
Pura verborrea.
¿Qué será “esto” a que alude y está en riesgo de irse por la borda? ¿El “movimiento” de sus pretensiones políticas? ¿El de “reconstrucción nacional” de su partido?
Lo que sea que haya querido decir, si es de “hombres, mujeres, jóvenes y adultos mayores” quizá, pero no de “niños” que ni siquiera votan, y menos “del pueblo” porque no todo éste ni la totalidad de los guerrerenses ha decidido nada sobre su frustrada candidatura (para no hincar la suerte en la voluntad política de la población LGBTQ: lésbico-gay-bisexual, transgénero).
Si para Morena es, efectivamente, “un claro golpe a nuestra democracia”, Mario Delgado se equivoca al añadir que también lo es para “los derechos políticos de los mexicanos a votar y ser votados” porque a ninguno sin problemas con la justicia se le ha coartado esa posibilidad.
Previsible, el presidente López Obrador se manifestó en el mismo sentido:
“Fue un golpe a la democracia, porque la democracia es el respetar la voluntad del pueblo. En la democracia es el pueblo el que decide, es el pueblo el que manda…”.
Montado en tan limitada conceptualización, Salgado Macedonio fue inclusive más allá: dice que acudirá a instancias internacionales y convocará a las cámaras de Diputados y Senadores para llevar a cabo una “gran reforma judicial y electoral para que desaparezcan el Instituto y el Tribunal Electoral”.
En su plantón ante el INE alardeó: “Que no le rasquen los huevos al toro porque nos van a encontrar”.
¿Sueña de verdad que después de la promulgada ley Taibo y la ley Zaldívar en revisión al “pueblo” le impondrá el Congreso una ley criadillas…?
Carlos Marín