Omelettes y gobierno
El gobierno se acerca a las elecciones de junio, sin tener en la mano muestras tangibles de la transformación que prometió.
No hay nada que justifique en los hechos lo escuchado tantas veces: “Esto ya cambió”. “Ya no es como antes”.
Siguen como antes o peor las cosas fundamentales que este gobierno prometió arreglar.
Es igual que antes y peor la violencia. Y el Ejército no ha sido regresado a sus cuarteles, sino puesto en el centro del gobierno.
No hay indicadores de que haya disminuido la corrupción y algunos casos de corrupción tocan de cerca al gobierno.
No está igual sino peor la economía, cuyas pérdidas auguran que al terminar este gobierno México habrá perdido seis años de crecimiento.
Está igual y peor la pobreza, y al terminar la pandemia veremos que la desigualdad también empeoró.
El gobierno ha destruido lo que no le gusta, sí, pero no ha producido los bienes de la transformación prometida, en cuya ola de esperanza López Obrador obtuvo 53 por ciento de los votos de 2018.
Aclaración al paso: 47 de cada 100 votantes efectivos no votaron por López Obrador en 2018. Y 53 de cada 100 no votaron por los partidos de su coalición. En 2018, López Obrador recibió cualquier cosa menos un mandato nacional.
El hecho puro y duro es que, a dos años y medio de gobierno, los bienes de la transformación no aparecen por ningún lado, y sus estropicios pueden verse en todas partes, empezando por el mal manejo de la pandemia, que compite por el primer lugar entre los peores del mundo.
Se dice que para hacer un omelette hay que romper algunos huevos.
Huevos rotos hay por todas partes, pero omelettes, en ninguna.
Habrá muchos votantes que quieran más de esto, por las razones que tenga cada quien, todas ellas válidas, entre ellas las de quienes reciben dinero en efectivo del gobierno y creen que si este gobierno pierde en junio se los quitarán.
Pero habrá muchos otros votantes que no quieran más sino menos de esto, menos destrucción no creativa. Este es el fondo simple de la enorme elección de junio. Los mexicanos decidirán si quieren más o menos de lo mismo.
Héctor Aguilar Camín