La tragedia y quien la puso
He visto una gráfica que a mi juicio explica el fondo de la tragedia en la estación Olivos del Metro de la Ciudad de México.
La gráfica dice esto: en el año 2018, el Metro tenía un presupuesto de 18 mil 999 millones de pesos. En 2020, tuvo solo 15 mil 652 millones.
Ninguna autoridad local, ni la jefa de Gobierno, ni la responsable del Metro, ni el tesorero de la ciudad, ni la mayoría morenista en la asamblea, hizo un escándalo por esta sangría.
No reclamaron, a nombre de la ciudad y de los millones de usuarios del Metro, la pérdida de esos recursos vitales. Se sometieron a la austeridad impuesta por el gobierno federal, cuyas consecuencias catastróficas empiezan a ser claras en muchas partes.
La disciplina política de las autoridades le quitó a la ciudad mucho dinero, pero no les quitó a ellas un ápice de responsabilidad política, legal y administrativa. Les toca rendir cuentas.
Vemos ahora que los recortes al Metro estaban llamados a ser, tarde o temprano, recortes a la seguridad de sus viajeros, pues había en esos recortes la posibilidad de la tragedia que finalmente asomó.
Según el antiguo responsable del Metro, Jorge Gaviño, la tragedia sigue latente porque hay otras seis líneas de la red en peligro.
El Presidente dio la espalda a la tragedia y respaldó a dos de los responsables políticos de ella: el constructor original de la Línea 12, Marcelo Ebrard, y la responsable actual de su operación y mantenimiento, la jefa de Gobierno Claudia Sheimbaum, dos de los precandidatos presidenciales en que piensa el mandatario para sucederlo, según se dice.
El Presidente ha cambiado su criterio respecto de lo que debe suceder políticamente cuando hay catástrofes de obra pública.
El 16 de julio de 2017, a propósito de un socavón en la carretera a Cuernavaca que provocó la muerte de dos personas, el entonces presidente de Morena subió a sus redes sociales un video que decía:
“En cualquier lugar del mundo sucede una desgracia así y hay responsables. No se castiga, como lo hacen aquí, a los chivos expiatorios. En este caso, cuando menos debería renunciar el secretario” (ver aquí).
De acuerdo.
Héctor Aguilar Camín