De cómo el Inegi pasó a arruinar la estrategia de Meade
El secretario de Desarrollo Social tenía un plan. El Presidente lo había puesto en un buen lugar para darse a conocer por el país, tomarse fotos increíbles repartiendo despensas, seguros y otros beneficios a los más pobres del país y contender por la candidatura del PRI a la Presidencia de la República.
Ya Salvador Camarena dio a conocer en abril las líneas estratégicas que se centraban, sobre todo, en influir en la encuesta del Coneval que se levantó en mayo. La idea era que mensajes de empoderamiento y otras acciones se concentraran en los 200 mil hogares que conforman el universo Panel del Coneval —ahí se levantan 8 mil encuestas—. Un buen ejemplo de esa estrategia han sido los anuncios en que se recuerda a jóvenes que por estudiar en una universidad pública tienen derecho a la salud. Millones de estos jóvenes no lo sabían o contestaban en la encuesta que no tenían ese acceso, garantizado desde hace años. Así con otros programas.
Todo iba bien y se cruzó el Inegi con su encuesta.
Si algo entiendo del más reciente debate —lean por cierto nuestra Tribuna MILENIO—, el Inegi decidió cambiar el método de la encuesta para determinar el ingreso de los hogares y resulta que los pobres ya no eran tan pobres como creíamos. El Coneval enfureció, con razón, creo. Este cambio hace que los nuevos datos no sean comparables con la serie histórica y hasta hace unos días el Inegi no había ni informando de la metodología ni nada al Coneval, que utiliza parte de esa información para hacer sus informes. Más aún, los programas sociales se hacen con base en estas mediciones, por lo que se podrían ver alterados subsidios y transferencias.
La reacción de los que saben de esto ha sido brutal contra el Inegi. Por primera vez se ha puesto en duda a una institución como las que no hay muchas en México. Hoy las dos instituciones van al Congreso a tratar de explicar.
El daño está hecho.
Meade debe estar odiando al Inegi. Al principio quiso, tímidamente, defender la nueva medición, pero se dio cuenta de que no había manera.
Los próximos años, cualquier cifra sobre pobreza y carencias sociales será puesta en duda. Será sospechosa de manipulación para hacerle un favor al gobierno, en especial, al aspirante Meade.
Ya lo veo queriendo presumir de algún logro en reducción de la pobreza después de este batidillo que armó el Inegi. Así le va a ir.
Twitter: @puigcarlos