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DUDA RAZONABLE

Las elecciones y el regreso al pasado

Es curioso. Hace muchos, muchos años, el mayor lío en México, el que en los ochenta movilizaba ciudadanos, prensa, políticos no priistas, era el fraude electoral. En 1986, aquella desastrosa elección en Chihuahua que presagió lo que pasó en 1988 y que a lo largo de la década siguiente provocaron un cambio profundo en la manera en que organizaban elecciones, no solo con la creación de dos instituciones —IFE/INE y Tribunal Electoral—, sino en la intención de ganar la confianza de los votantes en que, ahora sí, no había manera de hacer trampa en la elección. Entre otras cosas, en un país sin identificación oficial, construimos una identificación para cada mayor de edad, que todo mundo acepta y respeta como “la buena”, y esa te la da el instituto que después te ayuda a votar.

Las cosas comenzaron a suceder y resultó que no todos éramos priistas siempre. Primero en Baja California, en el Congreso, en otros estados y después en la presidencia, ganaban otros que no fueran el tricolor.

​Es cierto, desde el principio las leyes electorales eran un poco barrocas, pero cada vez que alguien perdía, se quejaba tanto que se hacían aún más y más barrocas. Porque eso sí, de perder una elección no aprendimos demasiado, las de aquellos años del PRI estaba claro que ni elecciones reales eran, pero en estas… pues nadie nunca creía haber perdido. Y así: cada elección, una reforma electoral más que en realidad eran más reglas, más complicadas, más enredadas. Y como dice un buen amigo: hecha la ley, hecha la trampa. Y así, décadas después, estamos donde estamos.

Sí, hoy sabemos que el día que votamos ese voto se cuenta y cuenta, y los que son, son. Pero a su alrededor, antes y después, los partidos y candidatos inundan fiscalías, tribunales y demás barandillas con quejas y contraquejas. Que ninguno quiere ganar los votos con propuestas sino con tarjetas. Que, seamos honestos, poco sabemos de dónde viene el dinero para las campañas y las “operaciones en terreno”.

Y para las que vienen, todo pero. Desde la máxima tribuna de la nación —es decir, la mañanera— nos dicen todos los días que todo eso que hemos hecho de poco sirve. Eso no hace más que crear la desconfianza que teníamos hace tres, cuatro décadas en el proceso que nos construye ciudadanos. _

Carlos Puig

@puigcarlos

Ámbito: 
Nacional