Incognitapro

EL ASALTO A LA RAZÓN

Acta patito de nacimiento

Como el resto de los arqueólogos respetables, Eduardo Matos Moctezuma se abstuvo de acudir el pasado jueves al acto en que los gobernantes de Ciudad de México y de la República conmemoraron los imaginarios 700 años de la “fundación lunar” de Tenochtitlan.

La razón es que ningún historiador genuino avala el cuento de que aquel suceso haya ocurrido en 1321 y todos coinciden en que la metrópoli mexica empezó a levantarse en 1325.

Antier y ayer, en El asalto… de MILENIO Televisión, Matos argumentó su inconformidad con que se fuerce y retuerza la historia para hacer coincidir el 21 del fantasioso nacimiento con los del término de la Conquista (1321), la consumación de la Independencia (1821) y el 2021 de la 4T.

“Solo falta que esta mentira la impongan en los nuevos libros de texto gratuito”, alerta el célebre primer director de las obras de rescate arqueológico del más antiguo Centro Histórico.

Uno de sus sucesores, Leonardo López Luján, responsable actual de las excavaciones en el corazón prehispánico de México, declaró sobre el festejo: “Los arqueólogos no somos sastres que hagamos fechas a la medida”.

Entre los autores intelectuales de la tergiversación histórica figura el secretario de Gobierno de la capital y ex titular de Cultura, Alfonso Suárez del Real, quien sin pudor admitió que la nueva tramposa y jocosa datación la asume “personalmente porque fue una provocación…”.

Para Matos Moctezuma, el doble engaño (1321 y “fundación lunar”) responde al oportunismo y el ánimo de las autoridades por congraciarse con las feministas que vienen exigiendo seguridad, que se ponga fin al machismo, a las distintas formas de violencia contra las mujeres, a la impunidad de los agresores y a los feminicidios.

La historia suele aderezarse de invenciones y mitificaciones, por ejemplo la de El Pípila de la Alhóndiga de Granaditas, a quien se le atribuyó nombre y apellidos pero además la hazaña de cargar sobre su espalda una pesada losa de cantera para protegerse de los proyectiles de las tropas realistas, llevando una antorcha para quemar el portón y cuya existencia jamás ha sido probada.

De colección es la patraña que impuso durante decenios la profesora y arqueóloga Eulalia Guzmán sobre presuntos restos del último tlatoani mexica, Cuauhtémoc, descubiertos bajo el altar mayor de un templo católico en Ixcateopan, Guerrero. Matos cuenta que el gobernador Rubén Figueroa (padre) quiso convertir ese poblado de pobres en un centro de peregrinación tumultuaria para que sus autobuses de pasajeros (fue un poderoso concesionario) acarrearan visitantes al “santuario cívico”.

Ante la insistencia, el presidente Echeverría ordenó que un equipo de arqueólogos, antropólogos, historiadores y patólogos forenses, del que mi entrevistado formó parte, estudiara el caso. La conclusión fue que los huesos corresponden a ocho diferentes individuos y el cráneo… a una mujer.

Qué bueno que la fraudulenta “fundación lunar” no se aderezó con arquitectos extraterrestres.

cmarin@milenio.com

Ámbito: 
Nacional