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REPORTE ÍNDIGO: Comida por la tierra, replantear el consumo de alimentos

Los hábitos de consumo de los seres humanos y la manera en la que se alimentan inciden en el deterioro del medio ambiente, una de las causas del cambio climático; expertos coinciden en que es posible disminuir el impacto de nuestra presencia en el planeta con prácticas sustentables que además repercuten en favor de nuestro bienestar

Cuando los seres humanos consumimos alimentos también contaminamos el planeta. El transporte, su producción y el alto desperdicio generan gases como el metano, que son altamente nocivos para el ambiente.

Es por eso que los seres humanos tenemos que replantear la manera de alimentarnos y preferir el consumo de productos locales, como frutas y verduras de temporada y que no requieran empaque.

“No necesariamente una alimentación sustentable es ser vegano o vegetariano, como mucha gente piensa, sino es saber también de dónde vienen los productos.

“A lo mejor si me estoy comprando unas peras que se cultivaron en Argentina y se empacaron en Guatemala, da igual que si estuviera comiendo carne, en lo que daño al planeta se refiere, por todo lo que se está gastando en el transporte y demás procesos poco sustentables”, explica la nutrióloga Alejandra Ponce en entrevista.

Los consumidores tenemos que ser conscientes del consumo de frutas y verduras producidas en lugares cercanos, ya que se requiere de menos combustible para su traslado, se evita la refrigeración y los empaques se utilizan en menor medida.

Estadísticas de la FAO indican que 30 por ciento de las emisiones anuales de gases de efecto invernadero provienen de los sectores agrícola y forestal

“Las (mejores) frutas y verduras de temporada siempre van a ser también las que se cosechan cerca de mí y además son las que tienen mejores nutrientes, porque justo con ese clima y esa cantidad de lluvia, de sol, etcétera, esa fruta nos puede dar los nutrientes más adecuados y los que estamos buscando”, asegura la nutrióloga.

Nuestro planeta se acerca a los 8 mil millones de habitantes y existen núcleos urbanos, como la capital de la República, en donde a la gente se le dificulta consumir alimentos frescos porque los estilos de vida imposibilitan que las personas puedan cocinar todos los días.

Ante esto, los nutriólogos expertos recomiendan a cada quien que “elija sus propias batallas” y conozca el problema al que nos enfrentamos como humanidad en la producción y transporte de productos que hacen que la alimentación, dañe el medio ambiente.

En sí, toda actividad humana tiene impacto en la salud del planeta, por ello es necesario elegir incidir lo menos en la alteración de los ecosistemas, considera el doctor Guillermo Arteaga MacKinney, profesor de la Universidad de Sonora.

“Esta visión de que estamos afectando el planeta con nuestra manera de producir tiene unos 30 o 40 años y se ha hecho más evidente.

“Creo que uno de los factores más relevantes es la parte del cambio climático. La producción de alimentos en toda su cadena tiene un impacto. Más alimentos significa mayor producción y todo es una cadena”, explica el especialista.

El problema del desperdicio de alimentos

Otro punto importante es que, además de la “huella de carbono”, como se le denomina a la contaminación ocasionada por la producción y transporte del alimento, existe un alto desperdicio de comida en buen estado que incide en la producción de metano y otros gases una vez que se descompone.

“Unas uvas en el refrigerador a los 10 días ya están descompuestas. Se van a ir a un tiradero y se van a generar gases CO2, y metano. Todo es una cadena que complica la situación porque es multifactorial.

Se ha reportado que en México se desperdician 40 toneladas de alimento por minuto. Eso equivale al tamaño de seis elefantes cada 60 segundos que se echan a perder de comida

Guillermo Arteaga MacKinney

Profesor de la Universidad de Sonora

El estudio de la FAO denominado “Huella del despilfarro de alimentos”, indica que los costos financieros del desperdicio son sustanciales, ya que ascienden a cerca de un billón de dólares al año. Además de los daños ambientales que provocan”, sentencia el documento.
Problema mundial

Las estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) indican que 30 por ciento de las emisiones anuales de gases de efecto invernadero provienen de los sectores agrícola y forestal.

En tanto, la deforestación y degradación de los bosques representa 17.4 por ciento y la agricultura el 13.5 por ciento.

La FAO considera que la agricultura puede contribuir a reducir el impacto de las emisiones a través de dietas sostenibles, que además inciden en la salud de las personas.

Investigadores de la Universidad de California, en Santa Bárbara, analizaron los potenciales efectos que una dieta sana tiene no sólo para la salud de los estadounidenses, sino también para la del planeta, según la publicación “La alimentación afecta al cambio climático”, de National Geographic.

La conclusión: una alimentación sana reduce entre un 20 y un 40 por ciento los infartos de miocardio, cáncer colorrectal y diabetes tipo 2, lo cual se traduce también en una disminución de entre 222 y 826 kilogramos de gases contaminantes por persona al año.

Ámbito: 
Nacional
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