En el columpio de la Corte
La Suprema Corte se ha sometido a un juego político que la debilita como poder fundamental de la República.
El debilitamiento se acelera en estos días con dos casos en los que urgen definiciones judiciales que no llegan, o no llegan con claridad.
Primero, hay dudas constitucionales sobre si el gobernador de Tamaulipas tiene fuero o no. Segundo, también hay dudas sobre si un artículo transitorio inconstitucional, pero aprobado por mayoría en el Congreso, puede extender el tiempo constitucional de la presidencia de la Suprema Corte.
Un ministro de la Corte, Juan Luis González Alcántara, se pronunció con claridad jurídica sobre el primer caso, pero la misma forma jurídica de su veredicto, que parecía negar lo que le pedían, cuando en realidad lo estaba concediendo, dejó un espacio de incertidumbre.
El espacio lo usó nada menos que el Presidente de la República pidiendo una definición clara sobre el caso.
La aclaración clara que pedía el Presidente no vino ni del ministro ni de la Corte. Y el Presidente y las instancias federales procedieron contra el gobernador como si su interpretación fuese la correcta.
No lo era, pero el silencio del ministro y de la Corte facilitaron la lectura y la actuación arbitrarias del Presidente y de la Federación
Tampoco fue disuelta la duda sobre si el artículo transitorio aprobado por una mayoría en el Congreso puede cambiar el artículo constitucional que establece el tiempo que debe estar en su cargo el presidente de la Suprema Corte de la Nación.
Sigue vigente la duda respecto de ese transitorio, el cual, lisa y literalmente, contradice el artículo respectivo de la Constitución.
La duda no existiría si el presidente de la Corte o los ministros de ella, hubieran saltado con claridad a deshacer el desaguisado.
No lo hicieron y ahora tenemos que esperar a que la misma Corte juzgue si eso que le van a traer a consideración es o no constitucional: como la junta médica que esperara la llegada del parto para decidir si hay embarazo o no.
Estos dos casos muestran la poca voluntad de la Suprema Corte, empezando por su presidente, para hacer su tarea: definir ante la nación lo que es y lo que no es constitucional.
El columpio de la Corte.