La hidra de Tepito
El 26 de mayo pasado, elementos de la Secretaría de Seguridad Pública lograron la detención de José Luis Méndez Ríos, El Chila, uno de los integrantes de la Unión Tepito.
Llevaba en un Mini Cooper color púrpura y sin placas, de acuerdo con el parte policial, 82 bolsas de plástico transparente, “con sustancia sólida en piedra con las características de la cocaína”. Llevaba además otras 42 bolsas de plástico translúcido, de color amarillo, con cocaína en piedra.
Méndez Ríos fue detectado en Eje 1 Norte y Vidal Alcocer. Un hombre que lo acompañaba alcanzó a huir. Los agentes le hallaron al Chila, dentro del auto, una subametralladora “de color dorado con negro”.
Las autoridades lo señalaron como “uno de los principales generadores de violencia en el Centro Histórico”. Según el periodista David Fuentes, las ejecuciones ocurridas en el Primer Cuadro a lo largo de este año —extorsionadores y narcomenudistas atacados a tiros— obedecieron a la pugna que Méndez Ríos había entablado con Eduardo Ramírez Tiburcio, El Chori, líder de una de las células de la Unión Tepito.
La Ciudad de México está llena de cosas que no llegan a los medios o se pierden en el torbellino de notas sobre detenciones, ejecuciones y violencia criminal.
En mayo de 2020 fue detenido en la avenida Fray Servando uno de los jefes de la Unión: Héctor del Valle Gómez, conocido como El Totolate. Del Valle Gómez hacía trabajos de santería para otros jefes de la Unión: dioses yorubas le ordenaban el asesinato de líderes del comercio y jefes de células rivales.
El confinamiento a que obligó la pandemia arruinó sus finanzas: para recuperarse del cierre de comercios del centro, decidió salir del Primer Cuadro y extorsionar a taxistas de la zona de La Merced. Algo salió mal. Todo terminó en una balacera.
En medio del escándalo y el arribo de decenas de patrullas, El Totolate y cinco cómplices fueron detenidos.
No por mucho tiempo. Un juez ordenó su liberación antes de un mes.
En agosto de ese año, dos hombres a bordo de una motocicleta acribillaron frente a la pastelería La Ideal, en la esquina de Uruguay y Cinco de Febrero, a un sujeto apodado El Machorro.
Era el segundo de a bordo del Totolate. Su asesinato fue la demostración de que algo extraño estaba ocurriendo en el centro.
Dos meses más tarde, a principios de octubre, El Totolate fue hallado sin vida dentro de su departamento, situado en una calle del Centro Histórico.
Su mujer fue asesinada en el mismo sitio.
La información disponible indica que ambas muertes fueron ordenadas por Eduardo Ramírez Tiburcio, El Chori, uno de los integrantes del primer círculo del líder de la Unión Tepito, Roberto Moyado Esparza, El Betito —a quien detuvieron en agosto en 2018.
Las muertes ordenadas por El Chori las quiso cobrar José Luis Méndez Ríos, alias El Chila.
Más de una decena de asesinatos desatados en Tepito y el Centro Histórico desde el homicidio del Totolate están vinculados a la pugna por el control de la droga y de la extorsión que han protagonizado El Chila y El Chori.
Tras la cascada de muertes y arrestos que en los últimos tiempos sacude a la Unión, El Chori quedó como encargado del Centro y sus plazas. Es el jefe de la extorsión, el cobro de piso y el narcomenudeo en Santo Domingo, las inmediaciones de Garibaldi, las calles de Brasil, Chile, Palma, Cuba, Belisario Domínguez y Eje Central —por citar algunas.
No hay vendedor ambulante ni líder de comerciantes que no le pague extorsión en esas zonas. Fuentes de la fiscalía creen que el asesinato y descuartizamiento de dos niños mazahuas, en los últimos meses de 2020, perpetrado por “una de las gentes del Chori” (un sujeto apodado El Pollo), no pudo ocurrir sin que el jefe de célula lo supiera o lo autorizara.
El Chori es el nuevo dueño del Centro. Según fuentes consultadas, ha dejado de seguir las indicaciones que desde la cárcel gira El Betito, y ha entrado en colisión con otros jefes del grupo criminal.
Muchas cosas ocurren en calles del Centro Histórico. Algunas de ellas hierven como un volcán.
Comerciantes y vecinos miran pasar los acontecimientos: solo en una semana la Secretaría de Seguridad logró la detención de 50 personas asociadas a grupos criminales. Pero la hidra sigue regenerando dos cabezas, por cada una que pierde.