Las emociones y la democracia
Sigo con Bertand Russell (“La doma del poder”, 1938):
* “Las condiciones psicológicas son las más difíciles en la doma del poder. El miedo, la ira, las emociones colectivas violentas, inducen a seguir ciegamente a líderes que suelen aprovechar esa confianza y volverse tiranos”.
“Se debe confiar en un príncipe no porque es ‘bueno’, sino porque no le conviene ser ‘malo’. Cuando se logra esto, se vuelve inocuo al poder”.
“Para que la democracia funcione, la sociedad debe estar tan lejos como sea posible del odio y de la destructividad, pero también del miedo y de la servidumbre”.
“En una democracia no debe haber esclavos ni rebeldes, sino ciudadanos, es decir, personas que se dejan gobernar hasta cierto punto, pero solo hasta cierto punto”.
“Cuando la democracia no existe, rige la mentalidad del gobernado, la que existe entre amos y subordinados”.
* “Los discursos sobre el autosacrificio, la devoción a la causa, etcétera, deben tomarse con escepticismo. El más leve análisis psicológico demuestra que lo que hay debajo son cosas muy distintas, restos de orgullo, de odio y de venganza presentados como formas nobles de idealismo”.
* “Las emociones que tienen buenas consecuencias sociales no son tan fáciles de generar como la rabia y el miedo”.
“El temperamento que se requiere en la vida práctica para hacer exitosa una democracia es igual al temperamento científico que se requiere en la vida intelectual: una buena mezcla de escepticismo y dogmatismo, donde la verdad nunca es completamente alcanzable ni completamente inalcanzable, sino que se consigue solo hasta cierto punto y con mucho esfuerzo”.
“La autocracia en su forma moderna está siempre combinada con un credo. Dondequiera que hay una autocracia, se siembran creencias repitiéndolas como perico”.
“Si yo tuviera control de la educación, expondría a los niños a las más vehementes y elocuentes defensas de todos los puntos de vista... Los invitaría después a resumir los argumentos escuchados, y les sugeriría con suavidad la idea de que la elocuencia es inversamente proporcional a la razón”.
“Volverse inmunes a la elocuencia es de la mayor importancia para los ciudadanos de una democracia”.
Héctor Aguilar Camín