La justicia en manos de Gertz Manero
Laura, Laura, Laura”, soltó Federico Gertz Manero mientras lo sacaban de su casa rumbo al hospital.
Laura tomó a su cuñado de la solapa y reclamó:
“¿Por qué me haces esto?”
Alejandro Gertz Manero, entonces rector de la Universidad de las Américas de la Ciudad de México, respondió:
“Porque estás matando a mi hermano.”
La mujer de 88 años no podía creer lo que estaba oyendo:
“¿Cómo lo estoy matando, si lo estoy cuidando? Tú mismo lo viste, tus hijas (también) han estado aquí día y noche.”
Según el expediente judicial del caso Federico Gertz Manero y Laura Morán Servín se conocieron en 1965 y tres años después comenzaron a vivir juntos. Ella era seis años mayor que él y tenía dos hijas y un hijo, ninguno de los cuales habitó nunca en la casa de la pareja Gertz-Morán.
Federico y Laura sostuvieron una relación que duró 50 años, referida por su entorno como ejemplar por el amor que se profesaban.
En julio de 2015 Federico Gertz, quien entonces tenía 81 años, comenzó a exhibir un declive pronunciado en su salud. Según testimonios del personal que lo atendía perdió la vista, casi por completo. Sufría también síntomas de demencia que lo hacían padecer alucinaciones frecuentes.
El martes 4 de agosto, por la mañana, Federico tuvo una caída involuntaria en su recámara que le produjo una lesión en la cabeza. Sin embargo, cuenta Laura, esa misma mañana su hermano Alejandro pasó a buscarlo porque ambos tenían una reunión de trabajo.
Ella se atrevió a señalar la imprudencia y sin embargo salieron juntos a la calle.
La salud de Federico siguió deteriorándose durante los siguientes días. A pesar de su edad, Laura tomó las riendas y llevó a Federico a visitar tres médicos que atendieron las distintas dolencias. Contrató también a dos enfermeros para que le ayudaran a cuidarlo las veinticuatro horas del día.
Existe evidencia, también en el expediente, de que se hizo cargo de comprar los medicamentos y de que se practicaran los estudios clínicos solicitados. Rentó equipo de oxigenación y una cama hospitalaria que hizo instalar en la sala de su casa, porque después de la caída no hubo condiciones para que Federico regresara a su dormitorio.
Laura asegura que mantuvo informado a su cuñado sobre la evolución de Federico.
El lunes 24 de agosto ella llamó al rector de la Universidad de las Américas para insistir con el deterioro de su pareja. Ese mismo día Alejandro Gertz visitó a Federico y mandó llamar al médico Hugo Mancilla Nava, empleado de la referida universidad, para que lo atendiera.
Igualmente, el actual fiscal general de la República solicitó consulta al geriatra Miguel Ángel Ceñal Martínez y al doctor Homero Aguirre.
Durante los días posteriores, además de estos médicos acudieron a la casa de Laura y Federico la hija de Alejandro Gertz, Victoria Samantha Gertz Loizaga, quien habitaba una residencia ubicada frente a la de su tío.
Otra hija de Alejandro, de nombre María de las Mercedes Gertz Loizaga, la cual en esas fechas se encontraba de visita en Ciudad de México, también estuvo al pendiente del enfermo.
Para apoyar a Laura Morán en el difícil trance igualmente acudió su hija Alejandra Cuevas Morán, quien entonces tenía 62 y había dejado la casa materna 44 años atrás.
El sábado 29 de agosto Alejandro Gertz visitó de nuevo a su hermano, pero esta ocasión acudió acompañado de un tropel de personas, entre los que se encontraban un ministerio público y el abogado Juan Ramos López, actual titular de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delitos Federales de la FGR.
El propósito de ese despliegue de poder hizo posible que Federico fuera conducido al hospital sin considerar la opinión de su pareja, Laura Morán, y también que surtiera efecto la amenaza que ella relató más tarde: si se atrevía a visitar el nosocomio, la llevaría ante la justicia por intento de homicidio.
Según reportes médicos presentados como evidencia de la mejoría, 23 días después de aquel desagradable episodio los médicos que trataron a Federico en el hospital ABC consideraron dar de alta al paciente.
Pero el domingo 27 de septiembre, a punto de cumplirse un mes de hospitalización, falleció Federico Gertz Manero en el ABC de Observatorio.
Oficialmente fue diagnosticada como causa de su muerte “el deterioro de su salud.”
En otra circunstancia donde la asimetría de poder entre los familiares del difunto no hubiese sido tanta, este penoso episodio habría cerrado con duelo y acaso distanciamiento entre hermanos políticos. Sin embargo, la política pesó más que la hermandad. A la edad de 89 años, Laura Morán Servín fue denunciada por su cuñado de haber cometido el delito de homicidio.
Dos veces el ministerio público de Ciudad de México resolvió la no acción penal en contra de esta mujer porque la acusación carecía de bases. (Más tarde, los ministerios públicos aludidos serían procesados en primera instancia por negación de servicio).
Finalmente, un hecho repentino hizo que la absurda denuncia prosperara: en enero de 2019 el hermano del difunto Federico Gertz fue nombrado primer fiscal general autónomo de la Nación.
El viernes 2 de octubre del año siguiente, fecha inolvidable, la juez Marcela Ángeles Arrieta dictó orden de aprehensión contra la señora Laura Morán Servín, quien para ese momento tenía ya 93; y también contra su hija, Alejandra Cuevas Morán, de 68 años.
Si bien la autoridad no se atrevió a detener a la anciana viuda de Federico Gertz, el viernes 16 de octubre —en plena epidemia de covid-19— Alejandra Cuevas fue apresada. Casi de inmediato se dictó contra ella acto de formal prisión. Esta mujer sexagenaria lleva casi ocho meses recluida en el penal de Santa Marta Acatitla.
Su familia afirma que ha sido víctima de acoso y extorsión. Calculan hipótesis siniestras detrás de la arbitrariedad. Este caso no tiene condiciones para pasar desapercibido: ¿cuál es la verdadera motivación detrás de tamaña acusación? _
Ricardo Raphael
@ricardomraphael