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SIN RODEOS

Los ganadores absolutos

En las elecciones pasadas los dos bandos (gobierno y oposición) ganaron y perdieron; sin embargo, justipreciando los resultados, solo hay dos ganadores absolutos e indiscutibles: el Instituto Nacional Electoral y el narcopoder. Le diré por qué, pero antes van algunos reconocimientos:

1) Al millón y medio de ciudadanos que recibieron, cuidaron y contaron los sufragios; su desempeño, salvo excepciones, fue ejemplar.

2) Al profesionalismo que prevaleció en los medios de comunicación, pues dieron puntual información del acontecer político-electoral, fustigaron a partidos, candidatos y gobiernos, y no los amedrentó el vociferante troglodita que destruye a México.

3) A 52.5 por ciento de los empadronados que votaron, demostrando civilidad; lo que implica severo reproche para la casi otra mitad (de apáticos, haraganes y cobardes) que son el verdadero lastre para el progreso y la democracia.

4) Igualmente, deben ser reconocidos los candidatos que se quedaron en el camino pero que fueron honestos y generosos. En razón de espacio mencionaré solamente a Lupita Jones (de oposición, en Baja California), al Borrego Gándara (de oposición, en Sonora), a Pedroza (de oposición, en SLP), a Raúl Morón (de Morena, en Michoacán) y a Sergio Mayer (de Morena, en Ciudad de México).

5) También merecen encomio los ganadores que, enfrentando grandes adversidades, actuaron limpiamente, como Maru Campos (del PAN, en Chihuahua) y el Dr. Miguel Ángel Navarro (de Morena, en Nayarit).

Vayamos a los indiscutibles ganadores a nivel nacional:

A) El INE: A pesar de las constantes difamaciones y amenazas proferidas por el antiaspiracionista (pero que aspira a ser acurrucado perpetuamente por el difunto Juárez y otros próceres de la historia oficial), y no obstante el dominio de la delincuencia en vastas zonas del país, los resultados del INE fueron de excelencia y constituyen una bofetada que dejó sangrando las fauces de su detractor, quien reconoció que fue “buena y democrática” la jornada electoral.

B) El otro gran vencedor fue el Libre y Soberano Crimen Organizado, pues el troglodita de Palacio siguió el viejo adagio: si no puedes vencer a tu enemigo, únete a él y ganan los dos. Como corolario de los “abrazos no balazos”, otra vez, la impotencia, el pánico y la traición del “redentor” lo postraron ante los violentos, “reconociendo que se portaron bien, mejor que los de cuello blanco”. No, los delincuentes siguieron —y siguen— matando a un ser humano cada 15 minutos. Él sí “se portó bien” con ellos: no impidió que a sangre y fuego eligieran en muchos estados qué ratas gobernarán en sus rutas.

Ganó el INE, pero se consolidó un poder dual: el narcogobierno.

México no requiere abrazos ni balazos, sino unidad en la pluralidad e instituciones que respeten la ley y los derechos humanos. _

Diego Fernández de Cevallos

Ámbito: 
Nacional