“Filtraciones” y reporteo
Cuando una información les incomoda, los poderosos llaman “filtraciones” a las revelaciones periodísticas, aquellas de las que nos enteramos gracias al tesón de los auténticos reporteros: quienes hurgan, consultan, investigan, preguntan y documentan en lugar de prestarse a ser usados como coladeras.
Un par de semanas antes del informe preliminar que se conoció ayer sobre el colapso en la Línea 12 del Metro, dos periodistas genuinos de MILENIO anticiparon lo que un equipo de ocho colegas del New York Times confirmó, enriqueció y amplió: la tragedia fue consecuencia de fallas en la edificación y supervisión (al menos en el tramo siniestrado), a causa de que privó en los trabajos “un patrón de oportunismo político y obras descuidadas durante la construcción…”.
A lo publicado por el diario estadunidense, Claudia Sheinbaum se apresuró a decir que en su gobierno de Ciudad de México “no se hace política de filtraciones”, pero el presidente López Obrador las dio por ciertas: “Hay que esperar el dictamen, esto tiene que ver con una investigación que hizo el New York Times con filtraciones que siempre se dan (…) No estoy en contra de las filtraciones, eso siempre ha existido y es muy difícil que no haya fuga de información.
—¿Considera que sí hubo filtraciones? Ayer la jefa de Gobierno dijo que no hubo —se le preguntó.
—Debe de haber habido. Es que no alcanza a la jefa de Gobierno ni a ninguna (sic) autoridad en un gobierno a tener seguridad de que los servidores públicos van a actuar con lealtad en todos los gobiernos. Hay quienes no solo no coinciden con nuestros proyectos, sino que están en contra. Esto es así, en todos lados hay pruebas suficientes —respondió.
El 28 de mayo mi compañero José Antonio Belmont, después de buscar y dar con “personas cercanas al caso”, reveló que hubo “falla en la soldadura de las planchas de metal que sirven de soporte a las trabes por donde corren los trenes. Fue la deficiencia, ocasionada presuntamente por personal mal capacitado, que provocó el calentamiento y, en consecuencia, el debilitamiento del metal, lo que derivó en el colapso de la estructura…”.
Y el 31 de mayo el reportero Alejandro Domínguez (conductor del noticiario de las nueve de la noche en MILENIO Televisión) hizo la primera de dos entrevistas con el ingeniero civil Eduardo Ramírez, quien ha explicado en detalle los errores, insuficiencias y deficiencias en la colocación de los pernos que unían las losas de concreto con la estructura de acero.
Ni Belmont ni Domínguez, como tampoco Natalie Kitroeff, María Abi-Habib, James Glantz, Óscar López, Weiyi Cai, Evan Grothan, Miles Peyton y Alejandro Cegarra son oficiantes pasivos del periodismo y menos coladeras para que les “filtren” información.
Mal hacen los machuchones en confundir auténticos reporteros con los cortesanos de Palacio, esos lambiscones-coladera que son usados en las mañaneras como dizque “periodistas” para darles a leer elogios y hacer preguntas anodinas.
Carlos Marín