La ciudad que recibirá José Luis
Cuernavaca es una ciudad cosmopolita, alegre, pero sumamente compleja; después del terremoto de 1985 la personalidad de la capital de Morelos cambió con la llegada de miles de familias que mudaron su residencia y se establecieron en la eterna primavera. Los últimos veinte años no han sido buenos para los cuernavacenses: los conflictos sociales se multiplicaron, la infraestructura envejeció por falta de mantenimiento y la ciudadanía perdió su alegría característica. Cuernavaca necesita una cirugía mayor.
Para entender lo que requiere la ciudad es indispensable conocerla y eso no se logra de la noche a la mañana, ni con la lectura de algunos folletos turísticos; Cuernavaca tiene peculiaridades e identidad cultural, es un municipio donde se combinan muchos aspectos de la vida pública y conviven todas las clases sociales; en este lugar podemos encontrar enormes residencias habitadas por personalidades de la vida política, económica, cultural, deportiva o del espectáculo, pero también familias que en pleno siglo 21 habitan en cuevas o construyeron sus casas en la copa de los árboles.
En medio hay una enorme clase media que todos los días sale a trabajar, muchos en la Ciudad de México y todos convencidos de que la calidad de vida en la capital ha bajado drásticamente derivado de los malos gobiernos. Hay muchos problemas latentes en Cuernavaca y todos complejos de solucionar, porque además de recursos implican un esfuerzo sustantivo de las autoridades y el apoyo de los ciudadanos.
El triunfo de Urióstegui en las pasada elecciones municipales generó la esperanza de que con un personaje con sus características la ciudad puede salir del hoyo, porque el alcalde electo tiene la capacidad, los conocimientos y la formación profesional para darle un giro a las cosas, pero sobre todo posee la identidad y el arraigo que en este momento necesita el municipio. José Luis es un hombre decente, mesurado, inteligente, que conoce la ciudad y entiende que todo lo que se haga debe ir acompañado de diálogo ciudadano; no basta hacer cosas, para recobrar la confianza el nuevo gobierno debe estar cerca de la gente.
La esperanza que provoca el triunfo electoral del pasado 06 de junio, empero, debe ser tomada con mucha prudencia porque como decía el Tío Ben de Peter Parker (Spiderman) “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Hoy solo hay aplausos alrededor de José Luis Urióstegui, su vida ha dado un giro porque a pesar de que siempre ha sido una figura pública, nunca como ahora había recibido tanta atención de todos.
Pero la fama es peligrosa en aquellos que no saben controlarla y José Luis Urióstegui no es inmune a este tipo de situaciones; ya en algún momento como procurador del estado perdió el piso y, aunque su desempeño profesional fue bueno, su personalidad en ese periodo cambió y cometió errores que lo persiguieron por muchos años.
Retomo lo anterior luego de escuchar las recientes declaraciones del alcalde electo de Cuernavaca en torno al convenio de mando coordinado de policía, específicamente al punto en donde deja ver que cuando tome las riendas de la ciudad buscará recobrar el manejo de los cuerpos policiacos con todo lo que ello trae aparejado.
Urióstegui Salgado es un apasionado del tema, es un experto teórico de la seguridad, pero ni con todos sus diplomados o sus contactos podrá revertir en su periodo de gobierno la grave situación que enfrenta la ciudad. Coincido en todos los razonamientos que expone para sacar al municipio del programa estatal de seguridad y como muchos pienso que (José Luis dixit) “Si el Mando Coordinado de Policía no ha funcionado en nueve años no va a funcionar en unos meses”. Totalmente cierto.
Pero habría que entender que trasladar el manejo de la policía al alcalde tampoco será la solución, podría derivar en escenarios más agudos de inseguridad y pondría un final tempranero a su carrera política. Explico: la fuerza policiaca de Cuernavaca no es mayor a 200 elementos y algunas decenas de patrullas; con eso se debe atender a una población que vive o flota en la capital de alrededor de 450 mil personas. ¡Imposible!
Cuernavaca está quebrada, no tiene dinero para realizar grandes inversiones ni para fortalecer la estructura de seguridad que se necesita para atender a la población; ítem más: si la ciudad se saliera del programa, todos los hechos de violencia que ocurran a partir de ese momento se le atribuirían al gobierno municipal y el alcalde asumiría todos los costos. No importa la popularidad que tenga el edil, si la violencia se desata, como ha sucedido en los últimos años, la gente le reclamará a la autoridad y en ese momento el responsable directo sería el ayuntamiento.
Muchas veces he charlado con José Luis Urióstegui y lo he escuchado hablar de su estrategia a partir de cuadrantes de seguridad, de prevención con mayor patrullaje, de reacción inmediata con un centro de mando funcional apoyado en múltiples cámaras, comunicación con las patrullas más cercanas, botones de pánico y por supuesto participación ciudadana en una especie de policía de barrio. Todo suena muy bien, pero habría que considerar que casi todo ya se ha implementado sin obtener buenos resultados y mucho de lo que propone requiere dinero que no tiene el municipio.
Recuperar el control de la policía puede ser el primer y más grande error de José Luis Urióstegui como alcalde de Cuernavaca y eso parece haber sido entendido claramente por las autoridades del estado, de ahí la respuesta inmediata del secretario de gobierno “Ningún alcalde está obligado a participar en el Mando Coordinado; pueden recuperar el control de la policía en el momento que quieran”. Si Cuauhtémoc Blanco actuara con perversidad política, de inmediato le tomaría la palabra al alcalde electo y le regresaría el manejo de la policía a sabiendas de que fracasaría.
Rafael Reyes y Juan Ángel Flores son los alcaldes mejor reconocidos y más votados de Morelos, ambos lograron la reelección en el cargo y ninguno de los dos no se han metido al combate directo de la seguridad, aunque si han hecho cosas para mejorar la situación en Jiutepec y Jojutla. Los dos gobiernos municipales están en el programa del Mando Coordinado y aunque no están satisfechos con los resultados, saben que eso es mejor que asumir una pelea en desventaja con cero posibilidades de triunfo.
Las acciones que como gobierno han emprendido los dos morenistas no tienen que ver con la policía, han enfocado sus esfuerzos, su trabajo y sus recursos en embellecer sus comunidades, en iluminarlas, en ofrecer más y mejores servicios, en establecer canales eficientes de comunicación con sus gobernados y en invertir cada peso que reciben en cosas que benefician directamente a la gente. El resultado está a la vista: los niveles de inseguridad y violencia han bajado sin tener el manejo de la policía; en ambos lugares la situación ha cambiado para bien y la ciudadanía está contenta a pesar de que la criminalidad ahí sigue.
Aplaudo la valentía de José Luis Urióstegui de querer entrarle a la pelea frontal con la delincuencia, pero me parece que esa sería la peor decisión de su gobierno porque no hay manera de que resuelva las cosas; si se apresura a tomar una decisión y saca a Cuernavaca del MC, el escenario empeorará, la decisión costaría vidas y todo ello anularía su futuro político.
La decisión de firmar el mando coordinado, lo ha dicho el alcalde electo, depende del cabildo, pero quienes conocen cómo se mueve un ayuntamiento entienden que en casi todos los casos, y esta no será la excepción, los regidores se mueven al ritmo que manda el presidente municipal. En castellano: si Urióstegui quiere que Cuernavaca salga del convenio de mando coordinado, los regidores lo van a apoyar.
Hay muchas cosas que Cuernavaca necesita, empezando por ponerle un alto a la corrupción y a la impunidad; la ciudad requiere un remozamiento general que ayude a la reactivación económica para que se multipliquen los empleos, demanda un gobierno sensible que escuche y atienda a la gente, que anticipe los conflictos e identifique los puntos que se deben tocar para que las cosas mejoren. Por supuesto que la seguridad está entre las prioridades, pero es inocente pensar que las cosas cambiarán solo por el romanticismo de una autoridad.
Si Urióstegui quiere que el plan policiaco sea diferente, sería mejor que haga cambios específicos en el convenio, que modifique lo que no funciona y ajuste lo que sea necesario; si renuncia al MU la ciudad quedará en desventaja frente a una delincuencia que lo supera en número, en fuerza y en recursos. ¿Si a Urióstegui le gana su perfil policiaco por qué no pensar en la creación de una policía de proximidad o en otros elementos de seguridad alternos, manejados por el municipio, sin dejar a la ciudad fuera de la estructura estatal de prevención?
Gobernar no es un asunto teórico, ni de ocurrencias, ni de amigos; en este caso en particular hay que añadir que el personaje en cuestión es un precandidato natural a la gubernatura y cualquier error que cometa será magnificado por sus adversarios. Peor: aún cuando no cometa errores le van a endilgar muchos para debilitarlo en la carrera gubernamental. ¿Por qué desde el principio se las pone fácil?
José Luis Urióstegui es un gran hombre, un buen abogado y un experto teórico de la seguridad, pero también un político sumamente inocente.
Espero que no se agobie tan rápido con el poder.
posdata
Inmediatamente el secretario de gobierno respondió a la declaración del alcalde electo de Cuernavaca José Luis Urióstegui: el convenio de mando coordinado en Morelos no es obligatorio y todos los municipios pueden recuperar el control de su policía en cualquier momento.
Hagamos un poco de memoria respecto a este plan policiaco: inició en el sexenio pasado con Graco Ramírez en un esquema casi igual al de ahora. Desde el momento de su creación el gobierno estatal concentró el manejo de todas las policías municipales bajo la premisa de que unificándolas habría una mayor fuerza para combatir a los grupos criminales.
El proyecto sonaba bien en el papel porque hablaba de coordinación, capacitación, mejora salarial, mayores prestaciones, aumento en el número de elementos, modernización de equipo, la construcción de un centro de comando… todo para que al final hubiera mejores resultados. No se dijo en el discurso, pero en el proceso iba incluido que el gobierno estatal tendría el control total de los recursos federales, es decir, miles de millones de pesos al año que llegaban para fortalecer la seguridad.
A la vuelta del tiempo quedó claro que el Mando Único no fue lo que se prometió, ni funcionaba como presumían las autoridades; la inseguridad aumentó al mismo ritmo que la violencia y repentinamente comenzamos a ver la aparición de nuevos cárteles delictivos que actuaban con más virulencia y tenían amenazados a la mayoría de los presidentes municipales.
Para Graco Ramírez el objetivo primario del MU nunca fue mejorar la seguridad, sino hacerse del manejo de una bolsa federal millonaria; así lo hizo, eso sí le funcionó.
Ese fondo federal ya no existe desde hace un par de años, por lo cual el Mando Coordinado ya no es el negocio que era. Por supuesto que existen recursos para seguridad, pero apenas suficientes para mantener la operatividad. Antes el desgaste de manejar todas las policías se justificaba con el dinero que había detrás; ahora solo quedan los problemas asociados con la criminalidad.
La idea de Urióstegui y de otros alcaldes de recuperar el control de sus policías cae como anillo al dedo al gobierno estatal, pues les quitará presión social y política; los presidentes municipales que la asuman cargarían con ello y los conflictos públicos y privados derivados del tema. Más claro: al retornar la policía a los municipios, todos los hechos de violencia que se susciten serán entera responsabilidad de los alcaldes.
Políticamente hablando al gobierno estatal le conviene regresarle a Cuernavaca el control de la policía: se quitan presión de encima y si las cosas salen mal anularían a un fuerte candidato para la contienda del 2024.
nota
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El sábado pasado Hugo Salgado Castañeda cumplió setenta años de vida, setenta años de esfuerzo, trabajo, triunfos y generosidad. En lo profesional Hugo se ha destacado como uno de los mejores notarios de México, ha sido catedrático y funcionario público; es un estudioso de las leyes, apasionado de la vida y del golf. En lo personal es un gran amigo, alguien en quien siempre se puede confiar.
¡Feliz cumpleaños primo!
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Por cierto: las denuncias contra Antonio Villalobos por la comisión de diversos delitos siguen vivas y, cuentan los que saben, podrían reactivarse en los próximos días.
Menudo panorama tendrá el alcalde si tiene que entregar el gobierno y defenderse legalmente al mismo tiempo.
¿Volverá a decir que son ataques para minar su carrera política?
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