Qué bueno que Nayelli García Vargas está libre. Sana y salva después de haber sido secuestrada.

Ahora sí.

Vivo en un país mágico.

La historia estuvo en todas partes: el martes la madre de Nayelli se acercó al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, después de un evento en Hidalgo y comenzó a suplicar que se hiciera algo para encontrar a su hija, que la traían de oficina en oficina. En la a voz de la señora, la desesperación, el dolor. Carga una foto de su hija, en algún momento parece que se va a arrodillar para pedir a Osorio Chong que haga algo.

Menos de 24 horas más tarde, esta nota en los portales: "Esta mañana elementos de la Agencia de Investigación Criminal catearon un domicilio ubicado en la colonia El Salado, en el municipio de Ecatepec, Estado de México, donde se rescató a Nayelli. Además detuvo a Luis Fernando Rojas y José Sánchez, quienes vigilaban a la víctima. Salvador Cano Muñozcano, comisario de la Policía Federal Ministerial, informó que esta organización criminal era investigada por la PGR desde abril del presente año, tras el secuestro de un comerciante en el Estado de México, por lo que hubo intercambio de información con autoridades mexiquenses... El titular de la Unidad Especializada en Investigación de Delitos en Materia de Secuestros de la Seido, Gualberto Ramírez Gutiérrez, mencionó que la captura de los integrantes de esta banda no fue casual porque la unidad a su cargo ya los investigaba desde abril pasado... La coordinadora nacional antisecuestro, Patricia Bugarín, informó que este operativo demuestra la coordinación entre el gobierno federal y las unidades de combate al secuestro de diversos estados".

Todo (menos el rescate), mal.

En un país lleno de muertos, desaparecidos, secuestrados, extorsionados, el mensaje es que cuando el Señor Secretario quiere, las cosas pasan. ¿Entonces? ¿Con el resto no quiere? ¿por qué no pasan?

Uno se imagina ayer alguna oficina: "¡Carajo! Qué no vieron el oso que pasó el señor secretario. Arreglen eso". Y se arregló.

Hace unos días Osorio Chong dijo que no había varita mágica para arreglar el asunto de la inseguridad.

Perdón, secretario, evidentemente usted la tiene. Lo que no sabíamos era cuál era la palabra mágica, el conjuro.

Vivo en un país muy raro. Donde la seguridad depende de hacer pasar un mal momento a un aspirante a la Presidencia.

Twitter: @puigcarlos