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EN PRIVADO

López-Gatell y el golpe de Estado

Juegan a las escondidas para no encontrarse.
Florestán

Le he contado que el domingo, en el programa que los dibujantes de La Jornada tienen en el Canal 22 del gobierno, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, al referirse a las protestas de los padres de los niños con cáncer por la escasez de medicamentos oncológicos los descalificó diciendo que el cuento se contaba solo, que era una telenovela y lo más grave:

“Me gustaría aprovechar para hacer una especie de alerta o por lo menos que quede registrado: este tipo de generación de narrativas de golpe a veces se ha conectado en Latinoamérica con golpe de Estado, y esta idea de los niños con cáncer que no tienen medicamentos cada vez lo vemos más como una campaña más allá del país, de los grupos de derecha internacionales que están buscando esta ola de simpatía de la ciudadanía mexicana, ya con una visión casi golpista”.

No puedo entender que el subsecretario de Salud del gobierno mexicano dé pretextos políticos a una responsabilidad de Estado y además culpar a los medios de distorsionar sus declaraciones.

No hay ninguna distorsión al transcribir sus declaraciones. Que al leerlas crea que fue una cobardía lo que dijo, es otra cosa. Entiendo que diga una cosa y luego lea otra.

Pero esa es su responsabilidad, no de los medios.

Y es que, como dice López Obrador, tonto, pendejo, es el que cree que el pueblo es tonto; pendejo, en lo que ha caído López-Gatell.

¡Qué desperdicio, qué decepcionante! Porque yo, como muchos, era de los que creía en él.

RETALES

1. MEDICINAS. Ayer, el presidente López Obrador confirmó el desabastecimiento de medicinas oncológicas para niños con cáncer, que desde el 24 de mayo había dicho que estaba resuelto. Entiendo lo que dice de los problemas de abastecimiento, como en el caso de las vacunas anticovid, pero no comprendo que tenga que asumir los costos de algo que depende de la Secretaría de Salud, que mira para otro lado y le endosa la carga;

2. RETO. Es el que tiene López Obrador en lo político para lograr la participación de 40 por ciento del padrón electoral, 37 millones de electores, y hacer vinculatorio el resultado de la consulta para juzgar a cinco de sus antecesores que, de antemano, ha sentenciado. Los costos los atenderá con el discurso; y

3. GEN. El problema de Alejandro Moreno, presidente de lo que queda del PRI, es hacerse de su dirigencia nacional. El PRI nunca había perdido lo que perdió el 6 de junio: ocho de ocho gubernaturas, todas las que estaban en juego, y presentar el fracaso como éxito. Moreno reformó los estatutos partidistas para mantenerse en el cargo, que no en el poder, hasta 2024, cuando se decidan listas de candidatos a diputados, senadores, gobernadores y no menciono al presidencial, porque desde hoy está fuera de la competencia, como en tiempos de Roberto Madrazo.

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Ámbito: 
Nacional