El Presidente está enojado
El día después de las elecciones, cuando el Presidente hizo su narrativa de los resultados, parecía satisfecho. Hizo las cuentas de los estados ganados y después de cómo Morena con sus aliados habían conquistado la mayoría en la Cámara de Diputados que, según él, era el objetivo de la alianza opositora. Dijo que nunca habían aspirado a la mayoría constitucional.
Y en los hechos, a pesar del manejo de la pandemia, la situación económica, los números de violencia e inseguridad, Morena había sacado un mejor resultado que el de otros gobiernos en unas elecciones intermedias.
A unas semanas de las elecciones, parece que el Presidente no estaba tan satisfecho con aquellos resultados.
Unos días después de las elecciones anunció el cambio —segundo en el sexenio— de su secretario de Hacienda. Entendible si uno ve el nombre del nuevo secretario, al que siempre había querido, pero extraño a partir del discurso de que la economía y la recuperación “van muy bien”, como nos dice muchas mañanas.
Después sustituyó a la secretaria de la Función Pública, parte fundamental de la lucha anticorrupción dentro del gobierno, lucha que es, nos dice el Presidente, la primera misión de su movimiento. Más allá de la idea de que la secretaria Sandoval hubiera actuado para promover a su hermano en Guerrero, si esa misión tuviera satisfecho al Presidente, resultaría extraño cambiarla.
Acto seguido, regresó al Senado al responsable de los delegados estatales y la correcta repartición de los programas sociales, hombre que ha estado a su lado mucho tiempo. Los programas sociales son la segunda misión más importante de este gobierno, según las palabras del Presidente y que, una vez mas según él, van muy bien, tanto, que es lo que los conservadores quieren terminar.
Luego terminó con las conferencias de López-Gatell y ahora lo corrigió después de la lamentable declaración en la entrevista de televisión y lo mandó después de una mañanera a dar nuevas y confusas explicaciones. Por cierto, el plan de vacunación en la frontera ahora lo anuncia —vaya usted a saber por qué— la secretaria de Seguridad con López-Gatell sentadito.
Al mismo tiempo, sus discursos en la mañanera son cada vez más rudos contra quienes considera adversarios y hasta una perniciosa sección, aunque risible por mala, inauguró ayer para seguir polarizando.
Parece que no estaba tan contento el 7 de junio.
@puigcarlos