La lucha entre cárteles
Luego de un fin de semana de horror, donde más de dos decenas de personas perdieron la vida en hechos violentos ocurridos en distintos puntos del estado y la capital volvió a ser escenario de una masacre, las autoridades del gobierno estatal salieron al paso de la situación y establecieron que lo ocurrido el domingo, cuando un grupo armado asesinó a seis personas en un campo de fútbol, fue consecuencia de la pelea entre grupos del narcotráfico. ¿Eso nos debe dejar más tranquilos?
“Gracias al trabajo de coordinación entre autoridades federales y estatales hemos logrado las detenciones más importantes de los últimos años, hemos logrado desarticular a Guerreros Unidos, a Los Rojos, al Comando Tlahuica y seguimos trabajando para evitar que cárteles como Familia Michoacana y Jalisco Nueva Generación puedan entrar a la plaza” dijo el secretario de gobierno pablo Ojeda, flanqueado por el comisionado de seguridad José Antonio Ortiz Guarneros y el fiscal general del estado Uriel Carmona Gándara.
Los múltiples hechos violentos de los últimos días nos recuerdan que la inseguridad sigue aquí, que los grupos de la delincuencia organizada continúan operando sin freno y que en cualquier lugar y momento puede estallar una situación tan grave como la ocurrida en los campos de fútbol de la colonia Flores Magón de Cuernavaca.
Por supuesto que luego de tantos años de ser testigos de infinidad de hechos violentos la ciudadanía ha aprendido a diferenciar entre un incidente de inseguridad ordinario y el ataque directo contra alguien. De ninguna manera quiero decir que lo ocurrido el domingo por la noche en la capital o la aparición de cuerpos sin vida en varios puntos de la entidad sean un asunto menor, pero queda claro que se trató de acciones de violencia dirigidas contra alguien en particular.
La declaración de las autoridades tuvo un enfoque explicativo, es decir, para confirmar que se trata de la pugna entre grupos criminales, pero no fue una declaración que nos revelara quien o por qué se cometieron estos crímenes. Los dichos por los funcionarios estatales aclaran, pero no resuelven nada, ni evitan que este tipo de situaciones vuelvan a ocurrir. Entonces volvemos al punto inicial del debate ¿Qué hay que hacer?
La violencia del fin de semana debe motivar una reflexión de fondo en el gobierno estatal, porque aunque se trate de actos delictivos cometidos por y contra grupos criminales, la narrativa no es desde ningún ángulo favorable para el gobierno estatal y el sentido de las cosas puede en poco tiempo colocar al jefe del ejecutivo y al régimen en un callejón político sin salida. Explico:
Cuando el secretario de gobierno y los titulares de la CES y al FGE explican que se trata de la lucha entre grupos criminales todos escuchan y entienden, pero nadie queda satisfecho con el estado que guardan las cosas. Es decir: comprendemos se trata de la pelea entre grupos criminales y que las víctimas, en su mayoría, son personas relacionadas con ellos, pero eso no resta gravedad a la situación, ni aminora el efecto social, económico y político que provoca cada uno de estos incidentes.
Peor: si los episodios delictivos recientes se toman como un arma política en contra de Cuauhtémoc Blanco Bravo, la gobernabilidad del estado estará en riesgo y la narrativa será distinta, porque a pesar de que todos entiendan que se trata del pleito por la plaza entre grupos criminales, a nadie dejará satisfecho que Morelos se vuelva un estado en guerra con ríos de sangre por todos lados.
Cualquier acto de violencia significa un problema para la autoridad, pero ahora que el gobernador ha quedado políticamente huérfano, la situación se torna peligrosa porque cualquier partido o actor de poder puede convertir el tema en una bandera de ataque contra el gobierno, como ha sucedido en las administraciones pasadas.
Hay que tener algo muy claro: no es lo mismo una matanza antes de los resultados de las elecciones intermedias, que después de estas; antes el gobernador estaba protegido por todos lados, tenía un partido (dos), un congreso a modo, apoyo de la mayoría de los alcaldes y la fuerza que proporciona el bono electoral del triunfo del 2018. Ahora todo eso ha desaparecido: la legislatura que iniciará en unas semanas será opositora, la mayoría de los municipios estarán encabezados por figuras de partidos opuestos al del exfutbolista y en el ánimo de la clase política prevalece la idea de trabajar rumbo a la sucesión.
Digámoslo de esta forma: aunque los hechos de violencia registrados en los últimos días sean producto de la delincuencia organizada y aún suponiendo que las víctimas sean personas relacionadas con estos grupos, la situación es peligrosa porque se trata de muchas vidas humanas que se pierden en acciones que llaman la atención y generan enfado popular.
Es aquí donde, insisto, se volverá clave la operación política del secretario de gobierno y el manejo informativo de la oficina de comunicación social, porque aunque ninguna de estas áreas tiene a su cargo la seguridad, ambas son fundamentales en el rumbo que tomen las cosas. Si las fuerzas políticas entienden que se trata de una lucha difícil, en la que se está haciendo el mayor esfuerzo, aunque los resultados no son los mejores, el tema se quedará en ese ámbito y no se volverá una bandera política. A la opinión pública también hay que explicarle puntualmente lo que está ocurriendo, sin ocultar ni minimizar información, pero dejando claro de qué se trata, para que la situación no se descomponga más.
Esto implica, por supuesto, una enorme coordinación entre autoridades para que se entienda que las oficinas políticas y de comunicación con coadyuvantes, no responsables del tema, para que a ambas áreas se les otorguen las herramientas necesarias para hacer su trabajo, pero no se les culpe cada vez que hay problemas o cuando la percepción se vuelve adversa producto de este tipo de situaciones.
El tema no es desde ningún ángulo sencillo, sobre todo porque fácilmente puede politizarse y hay muchas figuras políticas interesadas en hacer de la inseguridad una bandera de ataque al gobierno. Hoy más que nunca Cuauhtémoc Blanco necesita que sus oficinas políticas y de comunicación le ayuden y eso solo puede lograrse si existe una relación de coordinación y respeto con todas las áreas que intervienen en la gobernabilidad.
El problema de inseguridad es un asunto delicado para cualquier gobierno y puede volverse el punto de quiebre de la actual administración; frente al jefe del ejecutivo hay actores políticos listos para enfrentarlo, decididos a iniciarle procesos legales, administrativos y políticos por diferentes motivos y todos pueden tomar la inseguridad como percutor para detonar crisis. Por eso hay que tener mucho cuidado en el manejo de este tema.
El gobernador Cuauhtémoc Blanco Bravo necesita aliados que le ayuden a sortear los siguientes tres años de gobierno, que le acompañen en la tarea de gobernar construyendo puentes de diálogo y comunicación con otros sectores y generando una percepción positiva de sus acciones.
Ya no hablamos de la aspiración política que de manera natural y legítima puede tener cualquier actor de la vida pública, sino de la necesidad imperiosa de un gobernante que en un descuido puede ser acorralado y sujeto a diferentes procesos no solo para inhabilitarlo o destituirlo, sino para fincarle responsabilidades penales, financieras y hasta de derechos humanos.
En política nunca es tarde para dialogar, conciliar y buscar aliados. Cuauhtémoc Blanco debe tener claro el escenario que tiene y actuar en consecuencia.
posdata
Veamos las cosas de esta manera: los hechos violentos más llamativos ocurridos en el estado de Morelos, como en casi todos los estados de la república mexicana, están relacionados con la delincuencia organizada; las balaceras, las ejecuciones y las matanzas, por mencionar algunos casos, tienen que ver con ataques entre grupos criminales, según nos lo dicen de manera reiterada nuestras autoridades.
Partiendo de lo que a nivel federal señala el presidente Andrés Manuel López Obrador, lo que tenemos es una especie de guerrilla urbana que detona actos de violencia en cualquier lugar y a cualquier hora sin que las autoridades de seguridad lo puedan prevenir, porque se trata de actos que en ninguna parte del mundo se pueden anticipar.
Entonces, si se trata de una pelea entre criminales en donde la mayoría de las víctimas mortales son miembros de las bandas o personas relacionadas con ellos, habría que entender exactamente lo que está ocurriendo para tener claro que los ataques no van dirigidos contra ciudadanos inocentes.
Esto no resta gravedad o dramatismo a las cosas, se trata de acciones muy violentas que, aunque no golpean de manera directa a inocentes, sí afectan a la ciudadanía en general porque impactan en la percepción y provocan un retroceso en todas las actividades económicas, además de que afectan el estado anímico de los ciudadanos.
Sin dejar de ver lo lamentable que resultan este tipo de hechos las autoridades tendrían que trabajar en el problema también desde otros ámbitos: además de la prevención y la persecución del delito se necesita que la ciudadanía y los actores políticos comprendan el problema y lo ubiquen como un asunto estructural, no como un pretexto para atacar a la autoridad. Para lograrlo se necesita comunicar adecuadamente las cosas y trabajar en la percepción, para que los ciudadanos no confundan un conflicto entre grupos criminales con atentados contra gente inocente.
Luego de los resultados electorales del pasado mes de junio el gobierno de Cuauhtémoc Blanco debe ser muy cuidadoso de su manejo político y de comunicación. La percepción es clave para mantener la gobernabilidad en los próximos años.
nota
Tres veces se ha reunido el gobernador de Morelos Cuauhtémoc Blanco con el presidente Andrés Manuel López Obrador en los últimos doce días, la de ayer durante el encuentro que sostuvo el jefe de la nación con Brandon Moreno, campeón mundial de Artes Marciales Mixtas.
Amen del motivo de los encuentros es evidente que el presidente está cobijando a su amigo, más allá de los resultados electorales el ejecutivo federal está decidido a respaldar el trabajo de Cuauhtémoc Blanco, prueba de ello son sus reuniones y la promoción que se ha dado a estas.
El apoyo presidencial al gobernador es bueno y sin duda ayudará al exseleccionado nacional; pero para que el espaldarazo funcione corresponde al equipo estatal es mantener la gobernabilidad.
No es cualquier cosa que un gobernador sea recibido tan seguido por un presidente; el cobijo presidencial es evidente y puede ser entendido de dos formas: como un respaldo al trabajo de Cuauhtémoc Blanco o como el inicio de la probable incorporación del exseleccionado estatal al gabinete federal.
post it
La condición humana genera reacciones naturales en las personas; siempre que hay problemas se regresa al origen, al inicio, para tratar de recomponer las cosas o enmendar el camino. Así ocurre con los individuos, en las familias y también en los gobiernos.
En este momento del sexenio el gobernador puede retornar a su origen y apoyarse en aquellos que históricamente le han ayudado, quienes han estado a su lado a lo largo de su vida y los que le han acompañado a lo largo de su carrera profesional y política.
El reto para la segunda mitad del sexenio no es nada fácil.
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Algunos actores de la vida pública suponen que con el término de un encargo de gobierno concluyen también todas las responsabilidades y los problemas. Nada más falso que eso. En muchos casos el fin de un periodo profesional marca el inicio de una etapa mucho más difícil, donde se tienen que rendir cuentas en lo legal, en lo financiero y a veces hasta en lo penal, con la salvedad que se hace ya como un ciudadano común, sin fuero, sin influencia y casi siempre en contra de la opinión pública.
Para muchos de quienes perdieron las elecciones vienen tiempos difíciles, aunque no se han dado cuenta.
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