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POLÍTICA IRREMEDIABLE

La clase media exige, pues sí…

La vida cotidiana de la gente no ha cambiado en México. No podemos hablar de que nos sintamos más seguros en las calles, de que haya menos pobreza o de que los trabajos estén mejor pagados, entre otros de los aspectos que conforman la realidad de todos los días.

Muchos ciudadanos están recibiendo, eso sí, ayudas directas del gobierno: los drásticos recortes a los presupuestos de ciencia, investigación y cultura –por no hablar del abandono de programas de apoyo al campo y de las reducciones a los recursos del mismísimo sector de la salud (en tiempos de pandemia, miren ustedes)— son únicamente entendibles bajo el supuesto de que el dinero público se destina, sobre todo, a políticas de carácter asistencial. Pero esos mismos programas se han visto ya también afectados por una circunstancia tan ineludible como imperativa: la falta de dinero.

Las medidas de austeridad que estamos sobrellevando y las acciones que ha emprendido el actual régimen para reducir los costes del aparato gubernamental parecieran haber sido implementadas por los más severos y sectarios neoliberales. Qué paradójico resulta, oigan, que López Obrador siga directamente los pasos de Margaret Thatcher o de Ronald Reagan en su embestida para desmantelar la gran fábrica del Estado siendo, al mismo tiempo, que se ha dedicado a la tarea de obstaculizar la inversión privada en el sector energético, de parar proyectos y de cancelar contratos.

La cuestión, en lo que se refiere a las becas otorgadas a los jóvenes y la paga quincenal que reciben los ciudadanos más desfavorecidos, es que el beneficio no pasa de ser un mero paliativo que no transforma de fondo sus condiciones de vida. Es, además, un gasto fundamentalmente improductivo –más allá de las consideraciones humanitarias y de la obligación moral del Estado, derivada del proceso civilizatorio, de brindar asistencia a los individuos más desamparados— en tanto que resulta meramente de una transferencia de los recursos generados en los sectores económicos que aportan valor agregado. El simple hecho de distribuirlos no contribuye a crear mayor riqueza nacional

En fin, volviendo al tema de la cotidianidad de los millones de mexicanos que no se benefician de las asistencias, no podemos decir que su existencia haya mejorado sustancialmente gracias a la llegada de la 4T al poder. ¿Estamos, en la práctica, mejor que con Calderón o que con Enrique Peña? La pregunta, aunque incomode a los seguidores y simpatizantes del régimen morenista, es muy pertinente porque de eso va la cosa después de todo, de que los ciudadanos contemos con gobernantes capaces de dar resultados.

Por cierto, esto explica la arremetida oficial contra la clase media. Y es que no agradece dócilmente las dádivas. Lo que hace es reclamar servicios y bienes públicos. Ah…

Román Revueltas Retes

revueltas@mac.com

Ámbito: 
Nacional