Cuba cansada. De un libro de Lichi
A mediados de los 90, Eliseo Alberto, Lichi, publicó Informe contra mí mismo. Un libro que él describió como “la emocionante memoria de los míos”. De su familia, de sus amigos de Cuba.
Viendo y escuchando lo que ha pasado en estos días, recordé este fragmento de aquel libro que es una carta que una amiga le envió a Lichi en 1990.
“Estoy cansada de los éxitos incuestionables, de las teorías inamovibles. De los reveses, convertidos en victoria y de las victorias que acaban siendo reveses. Estoy cansada de las mentiras repetidas, de las verdades a medias machacadas, de las consignas iguales, de las manipulaciones burdas, de las pancartas optimistas, de los titulares exaltados de la prensa, de los increíbles planes económicos. Estoy cansada del maltrato diario por gusto, de la grosería espontánea de la vulgaridad oficial. Estoy cansada del ‘no hay’, del ‘se acabó’, del ‘no te toca’. Estoy harta de las guaguas fantasmas, de las colas por todo, de las tiendas sucias y vacías, de la extenuada ciudad que se desploma. Estoy cansada de que me digan quiénes son los buenos y quiénes son los malos. De los principios que no se venden pero que después sí se venden por soberbia, por orgullo o porque sí. Estoy muy cansada del culto a la personalidad de la infalibilidad de los dirigentes de la autosuficiencia, la corrupción y la arrogancia de los que gobiernan.
“Estoy cansada. Cansadísima de los CDR, del PCC, del Minfar. El Minint, la FMC, la UJC, la CTC, la UPC, la ANIR y la ECOA. Estoy cansada del imperialismo, del capitalismo, del colonialismo, de la lucha de clases, del socialismo y del comunismo. (Por suerte no han logrado cansarme del fascismo ni del estalinismo). Estoy cansada de repetir —porque no me lo acaban de creer— que no me gustan las inversiones extranjeras, que la opulencia de este mundo es inmoral. Que la avaricia y la codicia están condenadas al infierno y que esta civilización moderna es una estafa si no se elimina la muerte por hambre y el suicidio por desesperación. Estoy cansada de no poder decir lo que pienso, de no poder decidir lo que leo, de no poder decidir lo que oigo o veo, de no poder hacer planes para el futuro, de no poderme ilusionar con un viaje, de creer en menos cosas cada día. Estoy cansada, muy cansada, cansadísima de no poder escoger ni siquiera mi propia infelicidad”.
Tal vez por ahí va lo que vemos hoy. Gracias, Lichi, siempre.
Carlos Puig
@puigcarlos