El negocio de la política
Quien paga para llegar, llega para robar.
De unos años para acá la política se ha puesto de moda; algunos hablan mal de ella, a las nuevas generaciones no les importa, pero cada vez hay más interesados en participar en actividades de esta índole. La multiplicación de partidos y el enorme número de candidatos no deja lugar a dudas: a las personas les llama la atención ocupar un espacio de representación popular o formar parte del servicio público. ¿Por qué?
La intervención de todos los sectores en la política es evidente, en los últimos procesos electorales hemos visto a empresarios, líderes sociales, estudiantes, amas de casa, artistas, deportistas y hasta guías religiosos contender por un cargo de elección popular. La numerosa cantidad de partidos da pie a ello, porque además la posibilidad de acceder al poder depende del capital que se tenga para gastar.
En el últimos proceso electoral Morelos fue escenario de una competencia histórica por la cantidad de candidatos registrados; fueron 23 partidos políticos y más de 8 mil nombres legalmente inscritos como contendientes a los diferentes cargos de elección popular.
En otros momentos el análisis ha versado en el perfil de los aspirantes, en la ideología que representan o los intereses que sirven; observar estos procesos es posible desde diferentes ángulos, pero al final llegaremos a la misma conclusión: no hay buenos resultados en el ejercicio de poder.
Dialogue sobre este tema con un diputado federal que a lo largo de su vida ha ocupado diversos cargos de elección popular y puestos en la administración pública; es un hombre sensible, sencillo y sumamente prudente a pesar de que su vida ha sido exitosa tanto en lo político como en la vida empresarial. “El problema es que nueve de cada diez personas que se meten a la política van en busca de dinero”, me dice. Y tiene razón.
Veamos lo que ha sucedido con la actual legislatura morelense, conformada por primera vez en la historia por más mujeres que varones (14-6), donde Morena arrancó con una notable mayoría (ganó doce de doce distritos en disputa) y se enarbolaron discursos humanistas en torno a conceptos como igualdad, legalidad, responsabilidad, justicia y resultados.
Luego de tres años lo que vemos es un congreso desdibujado, mal visto y con peores resultados que cualquiera que le haya antecedido. Incluso en temas de índole social que no tendrían que haber roto la discusión parlamentaria, como el apoyo a grupos vulnerables y comunidades diversas, la agenda se estancó por falta de acuerdos. Vamos, ni siquiera porque se trata de un parlamento de mujeres pudieron llamar a cuentas a un diputado acusado de violar a una dama.
El ejemplo del parlamento morelense es válido poniéndolo en contexto de lo que ha sucedido con la política; lo que en otro tiempo era un debate de ideas y pensamientos, argumentado, razonado y muchas veces fuerte, pero dentro de los límites del respeto, se volvió una competencia por dinero, para ver quien era capaz de obtener mayores beneficios personales y de abultar más rápido su cuenta de ahorro.
Revisemos lo sucedido en las campañas recientes: el dinero era evidente en muchos candidatos y lo invertido en el proceso electoral fue mucho mayor de lo que los interesados iban a percibir como sueldo a lo largo de todo el periodo por el cual compitieron. En castellano: lo que gastaban era mucho más de lo que iban a ganar ¿Cuál es entonces el sentido de competir?
No es la primera vez que esto sucede: recordemos la campaña a una diputación local de Adriana Vieyra, a la alcaldía de Julio Yáñez, a la gubernatura de Rodrigo Gayosso o a la presidencia municipal de Cuernavaca de Jorge Argüelles. Ni sumando el sueldo de toda su gestión iban a recuperar lo invertido ¿A poco les gusta regalar su dinero?
El dicho es popular, pero encierra una enorme verdad: “Quien paga para llegar, llega para robar” Cuando un candidato invierte millones en su campaña no es un candidato, es un empresario, y como empresario cuando llegue al cargo pensará en recuperar su inversión y sacar dividendos del cargo.
Casi todos los actores políticos que ha tenido Morelos en los últimos años encajan en esta descripción; hay algunos que ponen mucho dinero en sus campañas y otros, con una visión más empresarial, apuestan por la creación de un partido político que puede convertirse en una enorme fuente de financiamiento.
La próxima legislatura local puede repetir los errores y excesos cometidos en el pasado y llegar al mismo destino, pero también podría marcar un precedente y comenzar a cambiar las cosas, actuando de manera distinta, fijándose nuevas reglas y sin caer en un falso puritanismo, regresarle un poco de dignidad a la política.
Hay motivos para pensar que tras los resultados del pasado mes de junio será posible ver una mejor clase política, porque tanto al congreso como en varios ayuntamientos llegarán figuras con más experiencia, capacidad y decencia que los gobernantes actuales.
Lo que hemos tenido hasta ahora son discursos vacíos, falsas promesas, personas que presumen honestidad y valores en el discurso y que suponen que la eficiencia es cuestión de género; lo deseable es que hacia adelante los actores de la vida pública actúen diferente, sean congruentes y demuestren que ni la decencia, ni la capacidad, ni el compromiso son valores que vienen implícitos en un género o en un partido.
El reto de las autoridades en los años siguientes es darle un giro a la manera de hacer política, pero sobre todo alcanzar resultados; una cosa va de la mano de la otra: mientras los que estén al frente de las instituciones no actúen diferente es imposible que las consecuencias de su desempeño sean distintas.
Hoy Morelos enfrenta muchos problemas a la vez, tenemos un panorama complejo en materia de seguridad, se avecinan tiempos distintos con la renovación de las alcaldías y en el congreso, sin descontar el reto de superar la pandemia con todos los problemas que esta lleva implícita.
Si quienes ganaron la elección pasada tienen una visión empresarial del cargo, lo que veremos es la continuación de la forma como se ha ejercido la política en los últimos años; si son igual de ambiciosos que algunos de quienes están próximos a dejar el cargo (como Antonio Villalobos), la crisis del estado y de los municipios continuará.
El reto para la clase política morelense ya no es solo hacer las cosas diferentes, deben hacer las cosas bien.
Si lo hacen, su proyección política personal será natural.
posdata
Las imágenes se compartieron a través de las redes sociales, en ellas se observan personas utilizando uniformes tácticos, cubiertos del rostro, con guantes y portando armas largas; esta vez se les captó entregando material escolar a familias en distintos puntos del estado. Los paquetes llevaban una imagen y el texto: El Señorón.
Los hechos ocurren unos días después de que la mesa de seguridad estatal le puso precio a la cabeza del líder de ese grupo criminal, la misma semana en la que el gobierno cambió la estrategia de combate al delito y de manera histórica ofrecieron una recompensa.
Veo las imágenes y leo lo que comentan algunas personas; respeto la opinión de todos en una historia sumamente compleja, sangrienta y peligrosa donde, como lo dijo hace unos días el presidente López Obrador, no es claro en donde termina la delincuencia y en donde empieza la autoridad.
Personalmente creo que un acto de buena voluntad como la entrega de útiles escolares no soslaya los actos criminales cometidos por estos grupos; este tipo de prácticas de promoción no son nuevas ni ocurren solo en Morelos, las hemos visto en distintas partes del país y muchas veces se presentan como actos solidarios o de buena fe de los cárteles.
Personalmente creo que este tipo de acciones no atemperan de ninguna forma el problema de fondo, ni borran las manchas de sangre que deja la actuación de los grupos criminales. Como me lo dijo un profesional en la materia: un día les entregan un regalo y al siguiente les arrebatan un hijo.
El tema es sumamente complejo y de fondo; la apología de la violencia no solo es un delito, también es un acto que en muchas ocasiones se entiende como una acción inocente, pero que tiene mucho más impacto del que algunos piensan.
No podemos confundirnos: quien actúa al margen de la ley o lastima a los demás no puede ser considerado un ejemplo ni una persona buena, por muchos regalos que entregue; la sangre que derraman no se borra con despensas ni con juguetes.
nota
Con el resolutivo del tribunal estatal electoral hay cambios en la distribución de espacios plurinominales: salen las diputadas de Morena y del PAN para que entren las representantes del PES y del MAS. Hasta ahí la primera parte de la historia.
Los magistrados estatales, leales al subsecretario Rabín Salazar por cierto, revirtieron el triunfo en el primer distrito local y concedieron la victoria a la diputada Alejandra Flores en lugar de la panista Andrea Gordillo. En esta historia todavía hay páginas que ver, porque Acción Nacional recurrirá a las instancias federales para que se revise el tema porque el triunfo de su candidata se sustenta en los números de las urnas: voto por voto Gordillo le ganó a Flores.
No conozco a fondo el razonamiento jurídico de los magistrados para cambiar el resultado electoral, ni entiendo por qué a pesar de que en el reconteo de sufragios la ganadora fue Andrea Gordillo deciden darle la victoria a Alejandra Flores, pero corresponderá a los tribunales federales ratificar o revertir la sentencia local.
Si analizamos la forma como ha resuelto la justicia federal en el pasado cuando revisan los temas que pasan del ámbito local al federal en materia electoral, nos encontraremos que casi siempre revierten las decisiones del TEE, es decir, corrigen las sentencias locales y les dan palo a los magistrados morelenses.
En el caso Gordillo-Flores hay que esperar hasta conocer la sentencia definitiva de las instancias federales.
post it
Si las autoridades locales buscan obtener mejores resultados en la pacificación de Morelos, el cambio de estrategia de seguridad debe ser integral, no mediático. Para entender el alcance que puede tener el nuevo planteamiento del estado hay que analizar los elementos materiales y humanos con que se cuenta:
Según lo que ha dicho el comisionado estatal de seguridad la fuerza policiaca estatal ronda entre los 3 mil 200 y 3 mil 500 elementos; la estructura operativa se conforma por policías aglutinados en la Comisión Estatal de Seguridad, los que integran la Policía Industrial Bancaria, la Fiscalía General del Estado y la Fiscalía Especializada en Combate al Secuestro. También está la Fiscalía Anticorrupción, pero su enfoque es otro.
El número antes mencionados incluye a las corporaciones municipales que desde hace nueve años se incorporaron al mando único/coordinado de policía, desde entonces el gobierno estatal las controla y dirige; a los ayuntamientos únicamente les corresponde cumplir con el pago de los sueldos.
Hasta ahora la estrategia policiaca ha dejado fuera a los presidentes municipales, lo cual es un error de origen; los últimos nueve años los alcaldes han sido observadores del problema, lo cual ha derivado en lo que tenemos enfrente: un ambiente social descompuesto en donde quien paga los platos rotos son los ciudadanos.
El replanteamiento de la estrategia de seguridad en el estado debe empezar con la participación de los presidentes municipales y moverse en función de lo que digan los expertos en el tema; por supuesto que en la mesa de pacificación se debe tomar en cuenta la opinión de todos, pero hay que poner atención a los que mejor conocen la situación y han dado resultados.
La fiscal Adriana Pineda es sin lugar a dudas el mejor elemento que tiene el gobierno estatal en cuestiones de seguridad; su trabajo ha destacado a nivel nacional y por sus resultados la dama es reconocida por propios y extraños: es una profesional en la materia, sin descontar su integridad como persona. Si el gobernador y los futuros alcaldes quieren que el Mando Coordinado funcione, tienen que escuchar a la titular de la FECS.
redes sociales
Veo y escucho la transmisión en vivo del abogado Carlos de la Rosa en sus redes sociales donde muestra una enorme fuga de agua que existe desde hace tres semanas; refiere que se ha llamado al Sapac para que la repare, pero como siempre “les importa un bledo que el vital líquido se derrame”. “Se los dejo (el video) para que vean cual es el interés de nuestra autoridad” dice el hombre fuerte del próximo alcalde de la capital.
Lo que muestra Carlos no es nuevo, ni diferente a lo que se ha visto en la capital durante los últimos años, acentuado de manera grotesca los últimos tres; cierto: a Antonio Villalobos no le interesa la ciudad ni atender sus problemas porque, asegura que ya se arregló con José Luis Urióstegui “en una cena de parejas”.
Cuernavaca es un desastre en todos los sentidos y alguien deberá pagar por ello; no hay más: o lo paga Villalobos o lo paga Urióstegui.
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