La dictadura minuciosa
A la dictadura cubana le viene bien el adjetivo minuciosa, porque se ejerce cuadra por cuadra mediante los Comités de Defensa de la Revolución y una amplia red profesional de vigilancia.
El hecho es que una parte de la población vigila al resto y la seguridad del Estado, lo único verdaderamente prioritario que hay en Cuba, incluye, como informantes y cómplices, a una porción de la sociedad. En un artículo reciente, Joaquín Villalobos dejó claro para mí el origen de la vigilancia colectiva que explica en mucho el control del gobierno cubano sobre su sociedad (https://bit.ly/3iqGYRI).
La seguridad del Estado en Cuba está inspirada en el modelo de la Stasi de la República Democrática Alemana, uno de cuyos criterios explícitos, para diferenciarse de la Gestapo, fue “no matar”.
La Stasi quería prevenir, “apagar los incendios en el cerillo”, como se decía aquí en los tiempos del control priista clásico.
Para lograr esto, la Stasi necesitaba espiar masivamente. Los 15 mil efectivos de la Gestapo fueron nada comparados con “los cientos de miles de miembros de la Stasi”, dice Villalobos, y sus millones de informantes. Uno de cada seis ciudadanos de la RDA eran informantes y casi cada ciudadano tenía una ficha en la Stasi.
En Cuba sucede algo parecido: “los hijos espían a los padres”, dice Villalobos, “y estos a sus hijos, los vigilantes de las prisiones espían a los presos y estos a los vigilantes, todo mundo espía a todo mundo, hasta arraigar el principio central del sistema: miedo y desconfianza”.
Sobre esta realidad hay un libro clásico: Informe contra mí mismo, del escritor Eliseo Alberto, quien rompió con la Revolución cuando le pidieron que informara sobre las reuniones que había en su casa de La Habana, presididas por su padre, el poeta Eliseo Diego.
La otra gran vertiente cubana de control social fue el monopolio de los medios y la pulverización social resultante de la ignorancia colectiva.
Eso es lo que rompió el periodismo digital y el uso libre de internet en la isla durante unos años, a raíz de la visita de Obama, hasta dar paso a la rebelión civil del 11 de julio de 2021.
Héctor Aguilar Camín