Los renglones torcidos de AMLO
¿Cómo fue que perdieron el rumbo?¿Cómo, si se veían muy disciplinados, obedientes, austeros, nada fifís, nada neoliberales? Pero ya vio usted, se torcieron en el camino y se salieron de la ruta que lleva a la Cuarta Transformación del país ¡No hay que ser!
Aunque son varios los casos, en los últimos días, el corazón bueno y cristiano del presidente Andrés Manuel López Obrador se encogió, cuando dos de los mayores seguidores de su palabra dejaron ver su verdadero rostro y se quitaron la máscara.
Una mujer con piel de cordero pero que debajo de esa zalea oculta el cuerpo de un lobo desobediente e ingobernable y el alma de una burócrata neoliberal. Luego un hombre que aparentaba entender la profundidad de la economía moral, el significado de la pobreza franciscana y lo nocivo de la cultura aspiracionista, se torció y acabó por ser un judas tecnócrata, que cambió a su profeta por unos miles de millones de dólares.
En efecto, usted le atinó, se trata de la maestra Delfina Gómez, la rebelde secretaria de Educación; y de Gerardo Esquivel, subgobernador del Banco de México y el mayor de los “tecnócratas” de la historia moderna.
Por la libre
Creyendo que la encargada de conducir la Secretaría de Educación, era ella, la maestra Delfina Gómez, se tomó la libertad de establecer algunas medidas para un regreso seguro a clases presenciales el próximo 30 de agosto.
Doña Fina tuvo a bien establecer como una de estas medidas, el requisito obligatorio de que los padres que enviarán a sus hijos a la escuela, firmaran una “carta compromiso de corresponsabilidad”, en la que aceptan que sus chamacos asistan al colegio y se comprometen a garantizar que no presentarán si tienen algún síntoma de Covid.
El problema es que la secretaria Gómez se fue por la libre, no pidió permiso al Presidente para exigir a los padres la firma de esta carta, como condición para asistir a clases. Vaya atrevimiento, pues qué se habrá imaginado la secretaria de Educación Pública, que ella se manda sola, que es de los de arriba, que es machuchona. Qué parte de que en la Cuarta Transformación está prohibido prohibir no ha entendido la profesora Delfina, como para decir que no permitiría el acceso a los niños que no llevaran la carta firmada.
En la 4T todos los funcionarios son libres de hacer lo que ellos quieran, siempre y cuando, le pidan primero permiso al Presidente. De lo contrario, AMLO se ve obligado a salir en público y dar el penoso espectáculo de desmentir y descalificarlos.
“¿Ustedes creen que yo tuve que ver con la carta? Pues no, fue una decisión de abajo. Si me hubiesen consultado, hubiese dicho que no, somos libres, prohibido prohibir; pero todavía tenemos que ir limpiando del gobierno estas concepciones burocráticas, autoritarias y terminar de limpiar el gobierno de corrupción, ineficiencias, demoras”, dijo el Presidente en referencia a la medida ordenada por la maestra Delfina.
Y para que quede claro quién manda en este país, añadió: “Acerca de la carta, no es obligatoria, si van los niños a la escuela y no llevan la carta, no le hace. Nosotros tenemos que enfrentar esta concepción burocrática y autoritaria que se heredó del periodo neoliberal”. ¡Tenga para que aprenda, maestra!
Y si fue penoso para el Presidente tener que dar estos azotes a la secretaria impía, más penosa y ofensiva fue para el mandatario la respuesta de ella tras el regaño.
“Algunos secretarios (de educación estatales) nos decían: 'Sabe qué maestra, como que está causando un poco de inquietud esa carta'. Lo valoramos y llegamos a la conclusión de que en nada nos apoya”.
“Lo que podemos hacer es decir las recomendaciones de manera verbal", dijo doña Delfina, desafiando nuevamente la autoridad del Presidente, pues ahora resulta que fue ella, quien llegó a la conclusión de retirar el requisito de la carta de compromiso y no una orden del Presidente.
El avaro de Banxico
La historia de Fina, la hija desobediente, es ignominiosa, pero la de Gerardo “el avaro” no es menos oprobiosa.
El presidente AMLO, pensando siempre en el bien de México y en cómo ayudar a los pobres, tuvo una gran idea. Por qué no usar parte de las reservas de dinero que se está pudriendo en el Banco de México para pagar la deuda externa del país.
El Banco de México tiene en estos momentos unos 200 mil 454 millones de dólares en reservas internacionales, esta cantidad se alcanza luego de que el Fondo Monetario Internacional (FMI), aprobó una asignación especial de recursos por 12 mil millones a México. Ahora, multiplique 200 mil 454 millones por 20 y obtendrá una cantidad impensable de pesos. Pues todos esos billones de pesos son de usted, el pueblo.
Con ese pensamiento, el Presidente explicó que dado que México obtendrá 12 mil millones de dólares del FMI, en lugar de gastarlos en los pobres o de que ayuden para abonar a la deuda externa ese dinero será puesto a trabajar por el Banco de México en los mercados financieros, y obtendrá una tasa ínfima de ganancia.
De inmediato, los economistas del banco central, que como dice el Presidente “están formados en escuelas en donde les enseñan a proteger a grupos de intereses; en este caso, a proteger a financieros y no les enseñan a proteger al pueblo”, le dijeron que su idea no era viable.
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Pero lo que más le dolió, es que uno de ellos, su recomendado, a quién puso en el Banco de México, Gerardo Esquivel, lo traicionó a él y a todos los pobres del país que pensaron que por fin uno de los suyos había llegado a la Junta de Gobierno del banco central para acompañar desde ese nido de neoliberales la Cuarta Transformación del país. Muy orondo, don Gerardo, simplemente dijo que no, que eso no se puede, que ese dinero es para respaldar la economía mexicana en caso de una turbulencia financiera mundial y que no se puede gastar en el pago de la deuda, ni en programas sociales.
“Eso que se atesora en el Banco de México es dinero del pueblo y de la nación ¿Cuánto se ha atesorado?; ¿o cuánto ha sido el incremento de las reservas desde que estamos en el gobierno? ¡20 mil millones de dólares! Y llegan 12 mil millones de dólares más al Banco de México y resulta, que esos 12 mil millones de dólares se van a colocar en el mercado financiero y vamos a recibir un uno por ciento por el manejo de ese dinero, y el Gobierno de México, la hacienda pública, tiene que pagar intereses por su deuda del cuatro por ciento”.
“¿Por qué no se utiliza ese dinero para pagar la deuda y nos ahorramos intereses?, dijo con un pensamiento de generosidad, el Presidente. “Estaba yo viendo a Gerardo Esquivel, que ya se volvió ultratecnócrata, diciendo: ‘No se puede lo que plantea el Presidente’. No se puede porque no se quiere porque, con todo respeto, son muy cuadrados”.
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Qué no sabe el cuadriculado tecnócrata Esquivel que la avaricia, el atesoramiento, es pecado, pecado capital. Se le olvidó que es un servidor público, que el dinero no es de él, sino del pueblo, que es el presidente de la República el único que sabe lo que el pueblo quiere y necesita. Él sabe quién necesita un par de zapatos, alguna ropita, quién cuadernos y lápices, y requiere de esos billones de pesos para dárselos, desde luego, con la seguridad de que ni un solo centavo de ese dinero se perderá o se utilizará con fines electorales, pues ni que fuera como los políticos de antes.
¿En qué momento estos dos políticos que iban por el camino recto de la Cuarta Transformación se desviaron hasta convertirse en uno de los renglones torcidos de AMLO? La historia los juzgará.
ME CANSO GANSO.- Se ahogó la delfina.-
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Y así quería doña Delfina, ser la Delfina de AMLO para la gubernatura del Estado de México el próximo año, ya que hay elecciones en esa importante entidad del país. Uy.
ME CANSO GANSO II.- Te lo digo Gerardo para que lo entiendas Arturo.-
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Quien se debe haber estremecido con el descontón que el Presidente le dio al subgobernador del Banco de México, Gerardo Esquivel, es el próximo gobernador de ese banco central, Arturo Herrera. Ya sabe lo que le pasará si algún día se atreve a decirle no al supremo.