Adiós a las Maricelas
Con la expulsión de Maricela Sánchez y Maricela Velázquez se cierra un capítulo en la historia política del Partido Revolucionario Institucional en Morelos. La primera tuvo una extensa trayectoria partidista, ocupó diversas posiciones y cargos de elección popular a lo largo de más de 20 años; la segunda fue diputada federal plurinominal y perdió la única elección en la que compitió. Ambas fueron expulsadas, se van por la puerta de atrás, solas y sin futuro. Los excesos se pagan.
En su momento Maricela Sánchez Cortés fue una de las líderes regionales más fuertes del priísmo en el estado, era una mujer aguerrida, comprometida con su gente y con las causas populares. Su florecimiento en política fue durante el gobierno de Jorge Carrillo Olea: el general la veía con buenos ojos, le simpatizó su estilo y la proyectó para que ocupara posiciones de toma de decisión.
En su municipio no había en ese momento un liderazgo tan sólido como el de Maricela Sánchez Cortés, su voz se escuchaba y su estilo era apreciado porque no daba un paso atrás cuando perseguía una meta. Su fortaleza social quedó de manifiesto en las elecciones del año dos mil, cuando el PRI perdió casi todo y en Morelos ella logró superar la ola Fox y se alzó con el triunfo en un distrito. De ahí lo que vino fue natural: se convirtió en un referente estatal del partido y su triunfo en las urnas la proyectó al comité directivo estatal.
Cuernavaca provocó en Maricela lo mismo que sigue provocando en muchos liderazgos regionales: la dama era respetada en su tierra, pero necesitaba de un planteamiento diferente en la capital, sobre todo porque en su cargo representaba a todos los municipios. El choque cultural y el manejo del CDE provocó un cambio drástico en la personalidad de Maricela: Cuernavaca no era lo mismo que Axochiapan y poco a poco se fue topando con figuras que la superaban en capacidad, experiencia, liderazgo y habilidad. No era lo mismo destacar en un municipio que en la capital.
El 2003 fue el último año en el que Maricela Sánchez ocupó un cargo de elección popular y fue por la vía plurinominal; el poder cayó de peso en la dama porque en lugar de fortalecer su liderazgo social la fue transformando en un cacique de escritorio que utilizó al partido tricolor como instrumento de poder y para hacer negocios. Entonces apareció Guillermo del Valle.
La dupla Sánchez-del Valle manejó al PRI durante una década y su estilo llevó al partido al borde de la desaparición. Cierto: en algunos momentos como en el 2009 el tricolor obtuvo victorias importantes en Morelos, incluyendo la capital, pero fue consecuencia de circunstancias ajenas a las decisiones tomadas localmente en el partido. Peor: durante ese periodo los propios priístas acusaban a la dirigencia de vender las candidaturas y colocar en las posiciones seguras a familiares e incondicionales.
Poco a poco el PRI en Morelos fue perdiendo fuerza porque los liderazgos se cansaron del trato que les daban los maricelos; el otrora partido aplanadora que ganaba con cualquiera fue muriendo, empezó a vivir de recuerdos y a ver como uno a uno sus militantes históricos se cambiaban de bando.
Y es que además de lucrar con el partido, los maricelos implementaron su estilo de hacer política: durante veinte años ese grupo ha sido el orquestador de campañas en contra de los candidatos de su propio partido, se han dedicado a golpear a quienes no los apoyan y cíclicamente han pactado con los adversarios. Si algo supieron hacer bien fue negociar: desde el año dos mil y hasta el gobierno pasado se acomodaron con el gobernador en turno y le vendieron favores; cuando pudieron ponían al PRI a su servicio y cuando no, le hacían la guerra sucia a los priístas para favorecer la causa de otros. Ahí apareció Mari chica.
Maricela Velázquez creció a la sombra de su madre, se desarrolló políticamente a su imagen y semejanza y luego de un tiempo la superó en formas, estilo y ambiciones. La joven priísta nunca ha tenido el liderazgo social que en algún momento tuvo su madre, pero supo manejar bien los negocios que la familia creo utilizando al partido como herramienta.
Por obra y gracia de su grupo y sin ningún mérito político Velázquez Sánchez fue proyectada a una diputación federal plurinominal, en donde nunca destacó políticamente, pero puso en práctica los conocimientos que adquirió en la administración de las casas de empeño de la familia.
Varias veces durante los tres años que estuvo en San Lázaro la joven diputada fue acusada por presidentes municipales de cobrarles un porcentaje de los recursos federales que les hacía llegar, además de que en las obras que bajaba imponía a las empresas constructoras. En el grupo parlamentario se hizo amiga de Manlio Fabio Beltrones y esa cercanía le permitió distribuir cientos de millones de pesos durante la legislatura; eran los tiempos dorados del PRI, cuando bajar recursos era una concesión legislativa que a la vuelta del tiempo fue conocida como el fondo para los moches. En el manejo de los moches Maricela era una experta.
Políticamente hablando la joven priísta nunca despegó a pesar de todos los recursos que invertía en su imagen; hasta la fecha la dama se promociona como lideresa social, presume reuniones con distintos sectores y se asume como la figura política más importante del sector juvenil en el estado. Su realidad es otra: en su corta carrera política solo una ocasión ha competido por un cargo de elección popular y perdió.
Lo que sí ha sabido hacer Maricela Velázquez ha sido pactar con todos: en el 2018 siendo parte de la élite priísta del estado le jugó las contras al candidato de su partido y se alió con Rodrigo Gayosso; varias veces acudió a la casa de campaña del candidato de Graco y en más de una ocasión la grabaron saliendo a altas horas de la noche de esa oficina, supuestamente con apoyos en efectivo que recibía para minar las posibilidades de triunfo del PRI. Lo mismo hizo en la elección pasada.
Después de perder el control del partido los Maricelos han jugado como comodín político en las elecciones; una y otra vez han impulsado candidaturas en otras siglas y en el 2021 hasta constituyeron su propio partido político: Fuerza Morelos, presumiendo que desde ahí proyectarían su liderazgo. La cereza del pastel en esta historia fue la entrega de un vehículo oficial del PRI que Maricela Velázquez tenía bajo su resguardo para que lo ocupara como vehículo oficial el candidato de Fuerza Morelos a la presidencia municipal de Cuernavaca; otros miembros de los Maricelos jugaron con el candidato de Morena en la capital y presumían en redes que ahí estaba su estructura, la que les seguía fielmente porque conocían su trabajo.
Veinte años de abusos y excesos de este grupo político concluyeron hace unos días cuando la comisión de justicia partidaria determinó su expulsión. Las pruebas documentales acreditaron de manera contundente su deslealtad partidista, la traición cometida a la militancia, el uso de los recursos y patrimonio del PRI en favor del abanderado de otro partido y el abuso del cargo partidista para actuar de manera contraria a los intereses político del Revolucionario Institucional. El expediente fue tan duro que ni la ayuda solicitada por las maricelas a sus amigos los Murat y a Bronto Fabio Beltrones evitó su expulsión.
El futuro de los maricelos es incierto porque aunque en política no hay triunfos ni derrotas absolutas, la elección del pasado mes de junio confirma que su liderazgo es de papel. Fuerza Morelos, el partido propiedad de las Maricelas, apoyado abierta y totalmente por todos los Maricelos no logró el registro, ni siquiera tuvo los votos suficientes para meter regidores. En Cuautla, donde compitió Guillermo del Valle, el PRI se fue hasta el sexto lugar de la contienda.
La tragedia política de las Maricelas no radica solo en haber sido expulsados del único partido que las toleraba, ni siquiera en haber quedado expuestas con el 0.75 de la votación estatal, que en términos prácticos representa el antepenúltimo lugar de todas las fuerzas políticas que compitieron, fueron el lugar 21 de 23 contendientes.
Lo verdaderamente trágico para esa familia es que después de toda una vida de vivir de la política van a tener que aprender a trabajar.
posdata
La molestia ciudadana por la falta de agua va en aumento; hace dos semanas comenzaron las protestas bloqueando calles por doce horas: de ocho de la mañana a ocho de la noche. Al no haber respuesta por parte de la autoridad municipal los cierres de calles y avenidas aumentaron y se agregó el llamado a no pagar por el servicio hasta que llegue la siguiente administración municipal.
La semana pasada vecinos de la colonia Carolina instalaron un plantó en la avenida Álvaro Obregón y la mantuvieron ahí por varios días, en tono de burla el ayuntamiento les mandó una pipa de agua, misma que fue vaciada sobre la calle en señal de protesta “Queremos el servicio por el cual pagamos”, dijeron los inconformes.
El tema va creciendo sin que se vea una acción concreta del alcalde para resolver la situación.
La premisa “Déjenlos que se cansen” continúa en el gobierno de Antonio Villalobos.
nota
Para entender los detalles técnicos de la situación que enfrenta el Sistema de Agua Potable y Alcantarillado de Cuernavaca vale la pena revisar los informes que ha emitido el centro de investigación Morelos Rinde Cuentas. Estos son algunos puntos que han expuesto:
Cada administración ha usado asesorías externas como fuente de salida fácil de recursos, desde contrataciones para supuesta recuperación de cartera vencida, gestionar reducción de adeudos con CFE o CONAGUA, tramitar amparos o realizar capacitaciones, sin licitaciones, con contratos que no se cumplen o rebasan en montos y sin documentos que comprueben el trabajo y resultado de las empresas.
Durante 2017 y 2018 SAPAC compró 100 millones de pesos en materiales para el mantenimiento de la red de agua, cuando su presupuesto era de 4.5 millones anuales. No hay contratos ni órdenes de compra, las facturas no están firmadas e incluso hay algunas sin sello de finanzas; los vales de salida del almacén quedaron inservibles por un “tifón” en octubre de 2018 y pretendieron evitar la entrega de información de los pagos durante meses argumentando que un virus había afectado en abril de 2018 a los equipos de cómputo y que el área con más afectación era finanzas.
En 2015 la auditoría señalaba que SAPAC no tenía convenios con las pipas de agua propiedad de particulares y el registro de vales de venta de agua no era adecuado. Cada pipa debe pagar aproximadamente $350 a SAPAC y ellos la venden a los usuarios entre $700 y $1,200. Pero lo reportado de ingresos por SAPAC en 2020 es de 2 millones de pesos, un aproximado de 28 servicios de pipas al día, una cifra absurda. Los ingresos reales de SAPAC por venta de agua a pipas particulares podrían ser superiores a 18 millones de pesos y no los 2 o 4 millones que se reportan anualmente.
En 2020 SAPAC gastó 58% en su nómina, una cantidad que deja a cualquier institución sin capacidad de operación e inmerso en una serie de problemas laborales futuros. Su nómina ha rondado entre los 600 y 700 empleados, además de 200 jubilados y la lista de raya que paga en efectivo. SAPAC es de los organismos en el país con la mayor cantidad de empleados por cada mil cuentas de usuario.
SAPAC es un caos, un ejemplo de corrupción e impunidad que lucra con uno de los elementos indispensables para la vida y desarrollo de las personas. SAPAC ya no puede simular acciones de buena voluntad y entendimiento.
post it
Es cierto que la administración de José Luis Urióstegui inicia hasta el próximo año, pero viendo la gravedad de la situación ¿No sería prudente que el alcalde electo emita una opinión al respecto a la crisis de agua en la ciudad?
Su ausencia puede interpretarse como complicidad con el gobierno saliente.
redes sociales
En unos días más reinician las clases presenciales; la decisión de mandar a niños y jóvenes a la escuela es individual, porque la medida no es obligatoria.
Cualquier decisión que se tome es respetable; quienes vuelvan a las aulas lo deben hacer con todas las medidas sanitarias que corresponde.
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