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SERPIENTES Y ESCALERAS

Cacicazgos partidistas

Todos los partidos sufren de lo mismo. Algunos más.

Los cacicazgos son comunes en los partidos políticos, están presentes en todas las organizaciones, se les llama de distintas formas y siempre nacen con la misma oferta: cambio. En el PRI han existido varios grupos y son ellos los que llevaron al otrora partido aplanadora al borde de la desaparición. Lo mismo pasó en el PRD, ahí los conocen como tribus, pero son exactamente lo mismo; gracias a las tribus este año el PRD perdió su registro en Morelos. En el panismo a los cacicazgos los identifican como familias; hoy quien controla el PAN es la familia Terrazas y hacen todo lo que antes criticaban. No hay excepción: los caciques aniquilan a los partidos.

Grupos, tribus o familias son exactamente lo mismo, se trata de soberanías internas cuya meta es apoderarse de la institución para sacar ventaja personal de ella; ningún cacique partidista en Morelos hasta ahora ha sido diferente, todos han actuado igual y siempre llegan al mismo punto de quiebre en sus respectivas instituciones.

Los Manueles, los Amados y las Maricelas en el PRI no son diferentes a los Gracos, a los Gayossos y a los Messeguer del PRD o a la Sagrada Familia y la Santísima Trinidad del PAN; todos han asumido el control político temporal en sus partidos enarbolando un discurso de renovación, surgen de procesos de crisis interna y al cabo de un tiempo terminan repitiendo todo lo que antes criticaron.

Al partido Revolucionario Institucional los cacicazgos le han costado elecciones, pérdida de liderazgo y desprestigio social; ninguno de los supuestos líderes que en distintos momentos tuvieron el control del partido lograron la transformación prometida; vamos, ni siquiera la intentaron y en lugar de ello metieron al partido a un callejón sin retorno que provocó la salida masiva de su militancia.

Un dato característico de los caciques es que nunca aceptan la realidad, viven rodeados de aduladores que se benefician de sus decisiones y terminan enfrentados con quienes les ayudan a alcanzar el poder. Eso pasa siempre en todos lados, no es un fenómeno exclusivo de una institución, más bien es una característica de nuestra clase política.

Los perredistas morelenses como la mayoría de los militantes del Sol Azteca en el país: surgieron de movimientos sociales legítimos, son gente de izquierda, luchadores históricos de las causas ciudadanas y casi siempre actúan de manera congruente. Más allá de sus causas, los liderazgos más representativos del estado de Morelos estaban en la izquierda; se les conocía, se les respetaba y se les entendía por su sólida formación ideológica.

Entonces aparecieron los perredistas de cuello blanco, los que en algún momento participaron en movimientos sociales, pero siempre procuraron tener un nivel de vida más elevado que el resto de sus correligionarios. Eran los perredistas tipo Graco Ramírez, Jorge Messeguer o Rodrigo Gayosso, figuras que alzaban el puño izquierdo para reclamar, pero estiraban la mano derecha para cobrar. “Existimos dos tipos de perredistas: los del peerrede y los del piardi” bromeaba constantemente Messeguer, el otro arrogante hijo putativo de Graco.

La presencia de los neoperredistas dio al traste con la solidez ideológica del partido, pero también cambió las reglas del juego; para este grupo el partido era un instrumento necesario para alcanzar un objetivo, el gobierno; desde el poder fue utilizado como estandarte para defender las tonterías de la administración de Graco Ramírez y al final fue desechado sin ningún remordimiento. En este proceso el PRD no solo perdió representatividad ciudadana, también dejó a ir a sus liderazgos reales y se convirtió en un papel de baño que limpiaba las inmundicias del gobernador y su familia.

La historia del panismo en Morelos es similar: allá por el año 1997 el PAN obtuvo su primera victoria electoral importante al ganar la presidencia municipal de Cuernavaca; tres años más tarde y como resultado del hartazgo contra el PRI y el nacimiento de un poderoso liderazgo nacional con Vicente Fox Quesada el partido Acción Nacional arrasó en las elecciones y se convirtió en la primera fuerza política de Morelos.

Esa historia de triunfos panistas duró apenas doce años, es decir, dos administraciones; por un lado Acción Nacional tuvo dos malos gobernadores, fueron sujetos que actuaron pensando en primera persona, se coludieron con la delincuencia y saquearon el erario con la ayuda de su familia y amigos. En ambos casos la dirigencia del PAN estuvo ausente, estaba entretenida repartiendo las posiciones entre las familias que manejaban la institución y dejando de lado a los militantes que llevaban años haciendo trabajo político.

Ese grupo de amigos eran conocidos como la Sagrada Familia, ahí estaban los Hernández (José Raúl), los Adame (Marco), los otros Hernández (Oscar Sergio), los Rivera (Adrián), los Álvarez (Sergio), los Alemán (Margarita y Mayela) y los Castañón (Germán). No eran más de dos docenas de personajes que controlaban la institución y se beneficiaban de ella, se repartían posiciones y lucraban con el poder del partido. Este grupo fue quien empujó al PAN desde la oposición, pero son también los que desde el poder la pervirtieron y la aniquilaron. Los abusos les costaron derrotas políticas, rompimientos familiares y finalmente el control del partido. Entonces llegaron los Terrazas.

Hace unos años una nueva familia tomó el control de Acción Nacional en Morelos, se trataba de una sola familia integrada por tres hermanos y un padre a quienes rápidamente los apodaron “La Santísima Trinidad”. Los jóvenes Terrazas impulsaron a uno de los hermanos, Juan Carlos, a la dirigencia estatal y luego a través de él se colocaron en una regiduría y una diputación federal.

La conducción que esta triada ha dado al partido es peculiar, se trata de un manejo distinto porque aunque los tres hermanos repiten todas las prácticas que antes criticaron y lucran con el partido de la misma manera que lo hicieron sus antecesores, aquí se trata de un control absolutamente centralizado en ellos, en donde no participa ningún otro grupo político.

Rápidamente los hermanos Daniel, Adrián y Juan Carlos Martínez Terrazas se han dado a conocer entre la clase política estatal, los identifican porque gozan de la protección de la dirigencia nacional, pero en lugar de utilizar esta relación paras fortalecer su liderazgo juegan con el poder, sacan beneficio económico del partido y hacen algunos negocios. La ambición no es algo que defina a estos tres personajes, lo suyo es más bien el conformismo y la mediocridad; digámoslo así: no tiene grandes ambiciones económicas, se colocan en posiciones donde puedan tener tranquilidad económica sin trabajar y no piensan tampoco en ganar algo que no puedan controlar. Con ellos el PAN se convirtió en un partido de familia, mediocre, como su familia.

Todos los partidos políticos enfrentan este mismo tipo de situaciones; incluso en Morena hay un cacicazgo que controla a la distancia Rabín Salazar; antes de su fallecimiento el operador de Rabín en Morelos era su hermano Radamés y recientemente quien trata de conducir las cosas es el otro hermano, Rebendranath.

El cacicazgo de Morena es característico, porque el control que tiene de la institución es solo para que el partido no se mueva, para que nadie haga nada y todos esperen el regreso del hijo pródigo. Esta inacción ha propiciado derrotas electorales, pero sobre todo ha lastimado la imagen de un proyecto político que enarbola la esperanza, pero en Morelos se interpreta como complicidad.

Ningún partido se salva de este tipo de situaciones, todos padecen de lo mismo y aunque en algunos casos el daño es mayor, en todos los escenarios la presencia de este tipo de grupos es nocivo para las instituciones.

Los cacicazgos matan a los partidos.

posdata

La lucha por la pacificación del estado se debe dar desde diferentes ángulos, no es solo a través de acciones policiacas. El problema, como lo han señalado especialistas, tiene que ver con el desarrollo económico, las oportunidades de trabajo y el fortalecimiento del tejido social.

El problema de inseguridad y violencia en México es sumamente grave y ante ello las autoridades de los tres niveles de gobierno han implementado diversas estrategias para cerrarle el paso a la delincuencia. En Morelos hay dos casos de éxito que resaltan en los municipios: Jiutepec y Jojutla; el primero ha enfocado sus esfuerzos a la mejora de los servicios sociales y el segundo apuesta por el embellecimiento de su comunidad. Veámos que han hecho en el primer caso:

Jiutepec es el único municipio de Morelos en el cual se han sustituido el cien por ciento de las luminarias (14 mil 762) dentro del programa “Jiutepec por la paz” cuyo objetivo central es realizar acciones paralelas a la vigilancia policiaca que permitan inhibir la comisión de delitos y fortalezcan el tejido social.

Esta renovación del alumbrado público municipal no solo contribuye con acciones de corte social a la estrategia implementada desde el gobierno estatal, también responde con calles perfectamente iluminadas a las recomendaciones federales correspondientes a la alerta de violencia de género.

Con el cambio de luminarias el gobierno de Rafael Reyes no solo redujo los niveles de incidencia delictiva en la comunidad, también se logró un ahorro de siete millones de pesos en el pago de energía eléctrica tan solo en el año 2020; las metas de la administración municipal es incrementar la iluminación a un ritmo de mil lámparas al año para cerrar el siguiente periodo de gobierno con casi 20 mil luminarias instaladas y funcionando.

Este proceso de renovación del alumbrado público, dicho sea de paso, no fue como lo planteaba el alcalde de Cuernavaca, ni representó un compromiso financiero tan alto como quería Antonio Villalobos; por el contrario, poco a poco Rafael Reyes ha ido disminuyendo la deuda municipal sin suspender la obra pública y las acciones de gobierno.

Por razones como esta el ayuntamiento de Jiutepec es uno de los mejores calificados de la entidad y su titular logró el refrendo en las pasadas elecciones con un amplísimo margen sobre su más cercano contendiente.

Esto es gobernar de verdad y no por ocurrencias.

nota

Los hermanos Daniel, Adrián y Juan Carlos Martínez Terrazas son vividores de la política; cuando accedieron al poder desde la dirigencia estatal del partido Acción Nacional ofrecieron a sus correligionarios erradicar los viejos vicios que dieron al traste con el proyecto político del PAN en Morelos, pero al cabo de algún tiempo repitieron y mejoraron las transas cometidas por sus antecesores.

Primero Juan Carlos Martínez Terrazas se volvió presidente de Acción Nacional en Morelos y desde ahí colocó a sus hermanos como primer regidor en Cuernavaca y primer diputado federal plurinominal; tres años más tarde, con el partido desfigurado volvieron a la carga y repitieron la fórmula, pero Daniel Martínez Terrazas fue bajado de la diputación porque usurpó una candidatura indígena.

La expulsión del joven Terrazas del congreso federal no solo canceló su sueño de vivir tres años más pegado al erario, también lo expuso de manera vergonzosa como un vividor político que no tuvo empacho en falsificar información para asumir una candidatura que no le correspondía.

Este golpe no solo corta de golpe la carrera política del diputado federal, también lastima el “liderazgo” político de los hermanos frente a una militancia que ya está cansada de los abusos que la triada comete a nombre de ese partido. Salvo Juan Carlos Martínez Terrazas que ganó la elección interna por la dirigencia estatal del PAN con un poco más de mil votos, los otros dos hermanos nunca han ganado ninguna elección, pero gracias a la dirigencia llevan tres años como representantes populares.

La caída de Daniel Martínez Terrazas mueve el panorama de la familia y puede afectar a la futura administración de Cuernavaca, porque aún sin tener argumentos seguramente los hermanos pedirán que José Luis Urióstegui cobije a Daniel con un espacio de primer nivel dentro de la estructura municipal o alguna asesoría que represente al menos una centena de miles de pesos mensuales.

Para los opositores de los Terrazas este es el momento de actuar: la renovación de la dirigencia estatal del partido será a finales de año y si la disidencia se pone de acuerdo les pueden arrebatar el comité estatal.

Cuando pensábamos que la Sagrada Familia era mala para el panismo morelense, llegó la Santísima Trinidad.

nota

Hoy inicia una nueva etapa legislativa en Morelos; esperemos que sea mejor.

La mayoría de los veinte integrantes del parlamento saliente quedarán en el olvido.

post it

Cuando le notificaron que había sido expulsada del Partido Revolucionario Institucional Maricela Velázquez acusó que se trataba de un acto de violencia política de género en su contra, pero dijo que no iba a impugnar.

Unos días después presentó ante la comisión nacional de justicia partidaria del PRI un juicio para la protección de los derechos político-electorales del ciudadano.

¿No que no?

redes sociales

Veo la imagen de Julio Yáñez empujando la silla de ruedas de su tío el diputado electo, a quién intentó hacer renunciar para ocupar su curul.

Varios personajes perdieron su espacio en la elección pasada debido a que ocuparon falsamente una posición que no les correspondía; de todos el más deleznable me parece Julio Yáñez, un tipo mediocre, sin honor ni moral cuyo lema de vida es: el fin justifica los medios.

Esa fotografía lo refleja de cuerpo entero; es la viva imagen de lo que representa la ambición desmedida.

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