Ya he hablado en este espacio respecto a las distintas caravanas migrantes que se dan en nuestro país, así como del reciente conflicto Afgano; si bien lo que ha motivado a los migrantes de las caravanas a salir de su país son circunstancias distintas a las de los afganos, la protección a extranjeros que se encuentran en territorio mexicano, legales o indocumentados debería ser la misma.
Y digo debería, porque tal parece a los funcionarios de los distintos niveles de la Secretaría de Relaciones Exteriores se les ha olvidado el trato humanitario para quienes conforman la caravana migrante proveniente de Centroamérica y compuesta en su mayoría por haitianos.
Hace apenas unas semanas se anunciaba con bombo y platillo el recibimiento que tenían tres mujeres jóvenes afganas por parte del canciller Marcelo Ebrad, quien se tomó un tiempo para recibirlas en su oficina, y tomarse una fotografía que comenzó a circular en diversos medios de inmediato. Y aunque el estatus con el que estas jóvenes ingresaron a tierras mexicanas es el de refugiadas, esto por ningún motivo les quita el estatus de migrante. Además, es de resaltar que el trámite de refugiadas fue expedito por parte de las autoridades mexicanas.
No quiero decir que lo anterior me parezca malo, por el contrario, es de celebrarse la accesibilidad en la que se encuentra la cancillería mexicana para otorgar refugio a quienes en estos momentos viven verdaderos momentos de terror en el medio oriente, pero si es clara la diferencia que ha hecho la secretaría que encabeza Ebrad en el trato entre afganos y centroamericanos.
Apenas hace unos días nos enterábamos por distintos medios del excesivo despliegue militar que se realizó en Tapachula, Chiapas con el objetivo de frenar el paso a los indocumentados que formaban parte de la caravana centroamericana, y es que, si bien no se trata de permitir el acceso sin control a documentado e indocumentados, también es cierto que los cercos militares y el trato deshumanizado no son por ningún motivo la forma en que se debe tratar a cualquier migrante.
O es que, ¿será acaso que la fotografía y el buen trato a quienes hoy representan el tema internacional en boga resulta más conveniente para los fines personales y políticos de Ebrad? O por el contrario, demostrar una clara incapacidad de recepción de un mayor número de migrantes ¿le sirve más a López Obrador para ejercer presión sobre el gobierno estadounidense y solicitar apoyo incluso hasta económico para migrantes?
Quizás ninguna respuesta sea clara, lo que si lo es, es la doble cara y moralidad que ha demostrado el gobierno mexicano al ser sumamente amable con quienes tendrán capacidad financiera para invertir en nuestro país; y completamente indiferentes con quien de principio puedan representar una alta demanda de mejores condiciones para nuestro país.