Salinas y AMLO, ¿batalla final?
En los últimos 20 años, una de las batallas políticas más encarnizadas ha sido la que protagonizan los dos “innombrables”: Carlos Salinas y Andrés Manuel López Obrador.
Para muchos, Salinas y López son dos caras de una misma moneda; lo más rancio, corrupto y cuestionable del viejo sistema político; un PRI que se niega a morir y sobre el que construyó su leyenda el primero —Salinas— y del que abrevó marrullerías y populismo el segundo —AMLO—; populismo que hoy podría ser su tumba.
¿Y por qué el populismo de AMLO puede ser su tumba? ¿Por qué un populista como Obrador tendría menos posibilidades de ganar la presidencial de 2018 en México, si un populista como Donald Trump tiene posibilidades reales de ganar la presidencial en Estados Unidos?
Además de las obviedades —que no existe punto de comparación entre la política, los políticos y las economías de México y Estados Unidos—, la respuesta parece estar en el avejentado populismo mexicano y latinoamericano —que van de salida— y en que la reaparición de Carlos Salinas —en el arranque de las presidenciales de 2018— parece estar motivada por el deseo de dirimir la última batalla con su enemigo histórico: López Obrador.
Pero primero debemos recordar que en el año 2000 —cuando AMLO alcanzó la Jefatura de Gobierno del DF—, los populismos que él representa ya estaban en el poder presidencial en Latinoamérica o estaban por llegar a ese poder. Luego, cuando AMLO dio el salto a la aspiración presidencial —entre 2006 y 2012, años del florecimiento del populismo latinoamericano—, la sociedad mexicana rechazó en las urnas el modelo populista.
¿Y por qué el rechazo al populismo de AMLO en 2006 y 2012? Porque la sociedad mexicana apenas empezaba a probar el valor y el sabor del voto, en tanto instrumento de castigo a gobiernos, políticos y partidos.
Y, en segundo lugar, nadie puede olvidar que entre 2000 y 2012 el “villano favorito” de AMLO —la caracterización de “la mafia del poder”— fue, precisamente, Carlos Salinas.
Pero en 2018, cuando los populismos latinoamericanos se agotaron —y muchos de sus promotores son echados del poder—, en México la tendencia favorable a Obrador también parece vieja y rezagada.
Al mismo tiempo, Carlos Salinas tiene motivo, motor y energía para regresar por lo suyo; la defensa del TLC y la lucha frontal contra el populismo de AMLO; el mismo contra el que luchó entre 1987 y 1988 para alcanzar la candidatura presidencial.
Por eso, es posible que asistamos a la venganza de Salinas contra AMLO. O si se quiere, ¡a la batalla final!
Al tiempo.