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Mando Mixto tampoco es la solución

Mientras no termine de aterrizar el Mando Mixto como estrategia para combatir la inseguridad, lamentablemente en el Estado de Morelos seguiremos padeciendo tanto la ineficacia como los abusos del Mando Único, que en términos reales no ha significado la gran solución que durante campaña prometió Graco Ramírez en 18 meses a los problemas derivados de la presencia del crimen organizado en tierra zapatista. Pero el cambio de modelo de combate a la inseguridad tampoco garantiza nada.

En efecto, por desgracia ni para el gobierno federal ni para el estatal ha sido una prioridad definir un modelo de seguridad efectivo de combate contra el crimen organizado. A inicios del sexenio, el Presidente Peña pretendió simplemente que la prensa le bajara el volumen a los casos de inseguridad, como si el solo hecho de ya no hablar la problemática fuese la solución. Y en el caso del gobierno estatal, a pesar de los gravísimos problemas en Morelos, la promesa de campaña de atender “de inmediato” el conflicto derivó, primero, en que pasados los 18 meses el desgobernador nos saliera con que ese era el plazo para el diseño del modelo de seguridad solamente.

El mundo se vino encima tanto al gobierno federal como al estatal. Entidades como Tamaulipas, el propio Morelos, Guerrero y Michoacán, entre otras, han visto recrudecerse los índices delictivos, cada vez con mayor descaro y saña, con gobiernos locales rebasados.

Muestra de esa impotencia local queda reflejada en el asesinato de la ex alcaldesa de Temixco, está patente con los asesinatos de abogados, cobra su peor factura con un número creciente de feminicidios, porque de poco sirven los focos rojos y recomendaciones tanto de la Secretaría de Gobernación como de las comisiones de derechos humanos.

El problema no es sólo la tardanza en el aterrizaje del Mando Mixto, sino la gran interrogante es si funcionará, en el antecedente de que muchos gobernantes, incluido Graco Ramírez, apostaron todo al Mando Único como la gran solución, teniendo el control de todas las policías en los municipios.

Tan no fue la solución que en todas las localidades el repudio contra el Mando Único ha sido la constante, por sus abusos, porque se dedica a extorsionar, porque la delincuencia sigue creciendo, con la diferencia de que ahora Graco no tiene ahora a quien culpar de la incompetencia de sus cuerpos de seguridad y de su Fiscalía.

Sumado a ello, hay que plantear: ¿efectivamente el desgobierno de Morelos permitirá que los alcaldes tengan sus propios cuerpos de seguridad? Recuérdese: para que todos se doblegaran al Mando Único, las amenazas y los decretos fueron la constante. ¿Qué impide al mandatario estatal recurrir de nueva cuenta a la amenaza o a los recortes presupuestales si los alcaldes se niegan a que el gobierno controle el garrote sin resultados como hasta ahora?

Y, por desgracia, el Gobierno de la República está batallando más con los conflictos sociales derivados de sus disputas con los maestros por la Reforma Educativa como para combatir abiertamente a la delincuencia, como si los profesores fuesen los delincuentes a perseguir y no los que descuartizan, menos los que violan o trafican con estupefacientes.

Cuando la situación se vuelve intolerable en las entidades federativas, la estrategia consiste simplemente en enviar a la policía federal y al Ejército durante unas semanas a realizar rondines, para después marcharse a otro punto de la República en similar mecanismo que se agota en la disuasión y no en la captura de los cabezas de las bandas delincuenciales que cada vez con mayor violencia se disputan las plazas, como ocurre en nuestra tierra.

Es claro que el Mando Mixto tampoco será la solución, porque frente a las organizaciones criminales bien estructuradas, los cuerpos policíacos de los tres órdenes de gobierno están desarticulados, inmersos en luchas descoordinadas y con muchas limitantes, diluyendo las responsabilidades, particularmente porque  a los gobiernos estatal y los municipales no les toca –ni están capacitados- para enfrentar a las peligrosas bandas de criminales.

Es precisamente esa desorganización la que documenta el pesimismo, porque la realidad inobjetable es que los tres órdenes de gobierno no han tomado en serio la enorme responsabilidad de combatir a los criminales.

Por eso es previsible un nuevo aumento de la ola delincuencial.

 

 

 

 

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