Misil atómico contra la academia
Es rematadamente desproporcionada la acusación que la Fiscalía General de la República, encabezada por Alejandro Gertz Manero, enderezó contra ex funcionarios del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y destacados integrantes de la comunidad científica pertenecientes al Foro Consultivo Científico y Tecnológico.
Entre los cargos imputados contra más de veinticinco personas está el de delincuencia organizada. La FGR ha perdido todo sentido de ponderación: olvidó que el derecho moderno considera como criterio el uso “proporcional” de la fuerza legal para corregir conductas antisociales.
Una cosa es denunciar por robo, peculado e incluso desviación de recursos y otra muy distinta es hacerlo argumentando la comisión del delito más penado.
La delincuencia organizada se asemeja al terrorismo y no está lejos de la traición a la patria. Es el más grave entre los delitos graves. Por eso se aborda a partir de un régimen especial en el que se permite reducir al mínimo los derechos humanos de las personas imputadas.
No pueden, por ejemplo, conocer por entero el expediente donde aparecen las pruebas en su contra; la autoridad suele privarlos de su libertad de manera precautoria y, si lo considera necesario, también recurrir al arraigo.
Igualmente se puede requerir la incautación y eventualmente la extinción de dominio de los bienes.
En efecto, acusar a alguien de delincuencia organizada significa apretar el botón nuclear —la medida máxima— del sistema legal mexicano.
La desproporción de los cargos pone ciertamente en duda la relevancia de las acusaciones. Al parecer, las autoridades de Conacyt decidieron arrasar con todos sus antecesores: se trataría de una mera revancha política.
Es, sin embargo, de no creerse, que la FGR —en vez de imponer un limite al despropósito— haya potenciado la exageración.
Solo queda exigir que los jueces se inhiban de participar en este juego perverso de misiles.
Zoom: El uso indiscriminado del régimen especial de delincuencia organizada necesita confinarse a los casos que lo ameritan, en vez de seguirlo utilizando para las vendettas de políticos o, peor aún, para satisfacer egos maltratados.
Ricardo Raphael
@ricardomraphael