Los candidatos de morena
Esta semana por enésima ocasión en lo que va del sexenio, el presidente de México vendrá a Morelos; muy probablemente desde aquí transmitirá una de sus conferencias mañaneras. La empatía de Andrés Manuel López Obrador por la tierra de Zapata es evidente y existe desde hace muchos años, el tabasqueño tiene muchos amigos morelenses y siente un afecto legítimo por un pueblo que ha estado con él y lo ha respaldado en todas sus batallas políticas. El proceso de sucesión en Morelos no es ajeno al ejecutivo federal.
La elección del pasado mes de junio dejó muchas lecciones que los interesados en el tema deben analizar con cuidado; una de ellas es que, a pesar de la diferenciación del voto una parte importante de la población local sigue simpatizando con el proyecto que encabeza López Obrador. Ergo: el candidato más fuerte y con más probabilidades de ganar en el 2024 será quien compita bajo las siglas de Morena.
Este hecho es sustantivo al revisar lo que puede suceder en los próximos años en materia política, porque independientemente del crecimiento de cualquier liderazgo local se debe tomar en cuenta la opinión del presidente. Esto no es nuevo, ni cambia de un partido a otro: la designación de los candidatos a los gobiernos estatales en el partido en el poder siempre se discute y se define en la oficina presidencial. En el 2024 no será diferente.
Una y otra vez se ha hablado de quienes podrían encabezar al Movimiento de Regeneración Nacional en Morelos en la siguiente elección y el análisis incluye la posibilidad de que la candidatura corresponda a una dama, por cuestiones de paridad; si no fuera así, el más probable candidato de Morena será Rabindranath Salazar.
El actual subsecretario de Gobernación necesita recuperar liderazgo social en el estado, porque aunque se trata del morelense mejor ubicado en el gabinete federal y el líder nato del Movimiento de Regeneración Nacional en la entidad, su ausencia en Morelos desde hace más de una década lo obliga a tejer alianzas que le ayuden a complementar su rentabilidad social; si resuelve este punto, Rabindranath Salazar Solorio será el próximo gobernador de Morelos.
Frente al contador hay otras figuras locales que están creciendo frente a la opinión pública y de manera natural comienzan a ser identificadas por los ciudadanos como prospectos a suceder a Cuauhtémoc Blanco; el primero es el presidente municipal de Jiutepec Rafael Reyes, el segundo es el alcalde de Jojutla Juan Ángel Flores. Hablando de mujeres la lista la encabezarían la actual directora de la Lotería Nacional Margarita Saravia y la senadora Lucía Meza Guzmán.
Lo interesante en este análisis no versa sobre la proyección individual de cualquiera de los aspirantes, sino en la posibilidad de que los liderazgos de Morena se aglutinen en torno a un mismo proyecto y apoyen a la misma figura, dejando de lado intereses personales. Unir los intereses de un partido no es tan sencillo como dejar de lado las aspiraciones naturales de una persona o un grupo, sobre todo en el Movimiento de Regeneración Nacional de Morelos, de ahí la importancia de trabajar la candidatura desde ahora.
Veámoslo de esta manera: si la decisión sobre la candidatura depende únicamente del presidente Andrés Manuel López Obrador, no hay duda que el candidato de Morena será Rabín Salazar; si la decisión se toma en función de una encuesta las probabilidades mejoran para Rafael Reyes; si el duelo es entre mujeres aplica la misma ecuación: Margarita si es por decisión y Lucía si es por encuesta. Un dato importante en este caso: la senadora Meza Guzmán no es militante de Morena.
Si pensáramos de manera lógica lo natural sería un candidato de unidad que sume a todos los liderazgos e implemente con mucho tiempo de anticipación una campaña incluyente con todos. Pero en política la lógica rara vez aplica, porque pese a lo obvio, muchas veces prevalecen los egos individuales, los intereses de grupo y la lucha de poder.
Morena tiene hoy tres candidatos fuertes para contender en el 2024: Rabín Salazar, Rafael Reyes y Juan Ángel Flores; si los tres se ponen de acuerdo, avanzan unidos y dejan de lado sus deseos personales, los demás aspirantes se sumarán y las posibilidades de que otro partido gane la contienda se anula. El más interesado en construir la unidad debe ser el subsecretario Salazar, porque es él quien tiene mayores posibilidades de ser candidato a gobernador debido a su cercanía con el presidente López Obrador.
Otra ventaja para Rabín Salazar es que los dos aspirantes más fuertes a la candidatura gubernamental dentro del Movimiento de Regeneración Nacional son sus amigos y ambos, Rafael y Juan Ángel, no dudarán en sumarse a su proyecto si él encarna la decisión del presidente López Obrador. La institucionalidad de ambos alcaldes es absoluta y aunque en ningún caso es viable un acto de rebeldía, lo prudente por parte del subsecretario es comenzar desde ahora a dialogar con ellos para que la decisión presidencial se acepte de manera natural en el estado.
En panorama político de Morena en Morelos no es tan sencillo como lo fue en el 2018, pero en este momento no se ve quién desde otro partido le pueda hacer sombra electoral al candidato del Movimiento de Regeneración Nacional. José Luis Urióstegui puede ser el candidato de la oposición al gobierno del estado, pero las decisiones que está tomando desde ahora advierten que su administración será muy accidentada y ello reducirá sustancialmente sus posibilidades de buscar la gubernatura en el 2024. Vamos, si el abogado insiste en acompañarse de figuras que anuncian un nuevo trienio de corrupción, como Julio Mitre y Juan José Alcalá, le será muy difícil, incluso, refrendar el triunfo en la capital. Pero volvamos a Morena:
La falta de oposición es más marcada en Morelos que a nivel federal; frente a Andrés Manuel López Obrador aparece de cuando en cuando el Partido Acción Nacional, pero en el estado no existe nadie que desde una institución política haga frente o al menos critique de manera suave las acciones de Morena y de sus representantes.
Construir una candidatura gubernamental no es cosa fácil ni rápida; la figura de Rabín Salazar destaca porque era el candidato natural en el 2018 y sigue siéndolo para el 2024; su distanciamiento con Morelos y su gente ha dado pie a que surjan otros liderazgos municipales dentro del mismo partido, pero no hay ninguno que destaque del lado de la oposición.
Con un panorama relativamente sencillo el triunfo de Morena en el 2024 depende en gran medida de la operación política que haga Morena dentro de sus propias filas; lo primero es no caer en enfrentamientos internos ni dividirse, luego sigue un reencuentro con la sociedad y el fortalecimiento de un proyecto como el de la Cuarta Transformación que, aunque sigue generando simpatía en un sector importante de la población, en Morelos es menos atractivo que en otros estados derivado de las acciones, errores y omisiones de sus representantes.
Pongámoslo de esta manera: Morena tiene que limpiar la casa y comenzar a trabajar desde ahora en el 2024; independientemente de quién sea su candidato al gobierno de Morelos los morenos necesitan hacer las cosas distintas en la segunda mitad del sexenio, empezando por dialogar entre ellos y comunicarse de manera correcta con la sociedad.
Si los militantes de la 4T logran la unidad antes de que se defina la candidatura, la elección puede ser un mero trámite porque no hay un personaje que pueda hacerle sombra a su partido. Es más: si la operación política del precandidato más fuerte del Movimiento de Regeneración Nacional comienza desde ahora y se hace de manera adecuada, es altamente probable que liderazgos de otros partidos, empezando por el PAN, se sumen al proyecto de Rabín Salazar.
La clave en esta historia está en la capacidad que tenga el subsecretario para leer a tiempo el escenario y comenzar a operar a través de sus aliados locales para que la candidatura se defina de manera natural.
Aunque los conflictos dentro de un partido como Morena son un ingrediente natural, la rebelión entre los aspirantes a la gubernatura por la 4T puede ser fácilmente evitada si Rabín Salazar dialoga con sus amigos.
posdata
Durante los primeros tres años del sexenio de Cuauhtémoc Blanco el punto débil del gobierno ha sido la operación política; una y otra vez la falta pericia en el tema provocó que los problemas explotaran porque nunca se hizo un verdadero trabajo de análisis, previsión y contención de asuntos. La falta de habilidad en este rubro dio al traste con la relación entre poderes, complicó la interlocución con los sectores y dejó llegar conflictos que pudieron ser evitados.
El viernes pasado el presidente de la mesa directiva del congreso local confirmó que el Ejecutivo busca un incremento presupuestal por alrededor de 1 mil 500 millones de pesos; la petición será sometida a análisis, dijo, para valorar la petición e identificar los rubros que se verían beneficiados por este aumento.
La declaración no es poca cosa si tomamos en cuenta dos cosas: 1- La 55 legislatura no es controlada por el gobierno debido a que gran parte de sus integrantes son de oposición. Y 2- En el parlamento anterior, donde aparentemente había una mayoría afín a Cuauhtémoc Blanco, las negociaciones nunca salieron bien, empezando por la aprobación del paquete económico.
Recordemos que hace unos meses cuando se conoció el nombre de quienes llegarían a la cámara de diputados, la primera impresión generalizada fue que veríamos un congreso opositor con figuras abiertamente enfrentadas con el mandatario estatal. Los cuatro alcaldes ganadores, conocidos también como los súperdiputados, aparecían como el bloque más duro dentro de la cámara, los que traerían a raya al gobernador.
A casi un mes de que inició la nueva legislatura el panorama es distinto: aún no hay confrontación entre poderes, no se ha hablado de enjuiciar al jefe del ejecutivo y los encuentros entre funcionarios del gabinete de Cuauhtémoc Blanco han sido sorprendentemente cordiales; el diálogo presupuestal avanza como nunca y las probabilidades de alcanzar buenos acuerdos en este tema son altamente probables.
La reacción de los representantes populares en esta primera etapa legislativa tiene un motivo: el ejecutivo está haciendo política y dialoga de manera franca, respetuosa y transparente con los diputados. La civilidad que rodea las charlas presupuestales son un ejemplo de ello.
Poco a poco el manejo del gobierno estatal va mejorando. La buena relación política con los diputados de la 55 legislatura local agradézcansela a la secretaria Mónica Boggio.
nota
Cuernavaca apareció como la primera ciudad del país en percepción de inseguridad; un 84.6 por ciento de la población considera que Cuernavaca es insegura, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública que realiza el INEGI.
La ciudad gobernada por Antonio Villalobos ya superó a municipios como Acapulco, San Luis, Villa Hermosa, Toluca y Cancún, que reportan altos niveles de violencia. Los delitos que más percibe la gente son Robo de Vehículos, a Casa Habitación, en Transporte Público, Fraude, Extorsión y Amenazas.
A partir del próximo año Cuernavaca será gobernada por José Luis Urióstegui y la primera decisión tomada desde ahora por el alcalde electo será abandonar el convenio de Mando Coordinado de Policía, es decir, ahora será el presidente municipal el único responsable de la seguridad en la capital.
La apuesta del abogado es muy fuerte, parecida a la promesa de seguridad en 18 meses hecha hace unos años por Graco Ramírez.
Ojalá le vaya bien, de eso dependemos todos.
post it
Lo obvio es que el candidato del PAN y de varios partidos de oposición a la gubernatura de Morelos en el 2024 a la gubernatura de Morelos sea José Luis Urióstegui Salgado. Si lo es, el abogado enfrentará una batalla electoral mucho más complicada que la que vivió en el 2021, porque enfrente no tendrá un candidato bulto; si Urióstegui compite y pierde, se acabará su carrera política.
Si no fuera José Luis el candidato de la oposición ¿Quién más podría ser?
redes sociales
El escándalo derivado de la nota de Reforma contra el gobernador de Morelos publicada la semana antepasada duró tres días. Lo dicho: fue un petardazo sin fondo político.
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