El sueño de la seguridad
Desde hace años el reclamo popular en Morelos, igual que en el resto del país, ha sido por la inseguridad; administraciones pasan y todas prometen lo mismo sin obtener buenos resultados hasta ahora. Graco Ramírez fue más allá de la simple promesa de campaña: en 18 meses recuperaremos la paz, dijo, acabaremos con los grupos delictivos y volveremos a tener tranquilidad; su sexenio, sin embargo, ha sido el más violento de los últimos años. El reto de la seguridad no es sencillo desde ningún ángulo.
La semana pasada el Instituto Nacional de Estadística y Geografía presentó los resultados de su última encuesta nacional de victimización y percepción sobre inseguridad; de acuerdo con lo dado a conocer por el INEGI la capital de Morelos se ubica en el primer lugar de México en inseguridad. Eso es lo que opinan sus habitantes.
En percepción Cuernavaca supera a ciudades que en los últimos años se han caracterizado por sus altos índices delictivos como Acapulco, Ciudad Juárez, Cancún, Villahermosa o Tijuana. Hoy los cuernavacenses no solo se sienten inseguros en las calles, también tienen miedo en sus casas, negocios y en lugares públicos.
Hay que tener claridad sobre los datos que arroja este documento para entender en toda su dimensión de lo que estamos hablando: el estudio del Instituto Nacional de Estadística y Geografía está ubicado en el terreno de la percepción, es decir, del sentir de los ciudadanos, por eso puede contrastar con otro tipo de estadísticas. Explico:
El debate sobre realidad y percepción en materia de inseguridad y violencia es añejo en nuestro estado y se acentuó en la administración que en el pasado reciente encabezó el perredista Graco Ramírez. Recordemos a Jorge Messeguer quien como secretario de gobierno aseguraba que Morelos era un estado seguro, con índices delictivos por debajo de la media nacional y logros “importantes” obtenidos a través del modelo de Mando Único de policía. “El problema es de percepción” decía el secretario de Graco.
Pero la aseveración del funcionario estatal era equivocada desde todos los ángulos: Morelos en esa administración siempre estuvo colocado en los primeros diez lugares de los cinco delitos de alto impacto que reportaba el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública; ergo: las cosas no iban bien en Morelos en cuanto a la lucha contra la delincuencia, como afirmaban los graquistas.
Pero además de ello estaba el hecho que la ciudadanía no percibía mejora en ninguno de los aspectos que inciden en la paz; todos los estudios realizados por el INEGI y los de distintos organismos públicos y privados que medían el sentir colectivo en materia de seguridad coincidían en que los morelenses no se sentían seguros y por el contrario, consideraban que las cosas se habían puesto peor.
Lo que ha pasado en los últimos años en materia de seguridad es que la realidad y la percepción se han combinado y generan un ambiente social muy tenso; decir: la inseguridad no ha disminuido, en algunos casos aumentó, pero aún en aquellos casos en donde se logró una mejora, la percepción continúa siendo negativa y por tanto los logros son impredecibles. Recordemos lo que dicen los expertos: percepción es realidad.
El manejo del problema de inseguridad es sumamente complejo y hasta ahora ninguna autoridad lo ha enfrentado desde todos sus ángulos; las estrategias de combate al crimen se han centrado en la lucha contra los grupos delictivos sin tomar en cuenta el manejo de la información que deriva de ello. Pongamos un ejemplo: cuando ocurre un hecho de violencia las autoridades tardan mucho tiempo en reaccionar y comunicar la situación, lo cual abre un enorme vacío de información que de inmediato se llena con hipótesis, especulaciones y cuestionamientos que muchas veces no son del todo certeros y casi siempre pegan en la credibilidad y confianza de las autoridades.
El problema delictivo es sumamente complejo y no se va a resolver en el corto plazo; a pesar de que en los últimos meses varios actores de la vida pública han cuestionado el esquema del mando coordinado de policía en Morelos, salvo el alcalde electo de Cuernavaca José Luis Urióstegui, ningún municipio planea salirse de este convenio, porque los ediles entienden la gravedad del problema y los efectos sociales y políticos que trae aparejado.
La crisis de inseguridad no es producto solo de una mala planeación, está directamente relacionada con aspectos operativos como la falta de policías y la carencia de recursos económicos para equipar y capacitar a las corporaciones. En castellano: para que la labor policiaca en Morelos mejore se necesitan más recursos, pero eso no es posible porque el dinero escasea y no de donde tomar para atender esta situación.
Pongámoslo de esta manera: los policías estatales ganan poco y los municipales reciben aún menos; desde hace años se ha hablado de aumentar y homologar los salarios, pero hacerlo representa cientos de millones de pesos al año que no se tienen ni en el estado ni en los municipios.
Con sueldos bajos y pocas prestaciones el deseo de incorporarse a las filas de la policía ha disminuido sustancialmente desde hace algunos años. José Luis Urióstegui dice que contratará más policías y les pagará mejor, con lo cual de inmediato mejorará la seguridad en Cuernavaca; en unos meses, cuando tome posesión del cargo y conozca la realidad económica que tiene el municipio se dará cuenta que no existen los recursos necesarios para contratar más elementos y pagarles mejor, ni tampoco existe un sector poblacional deseoso de formar parte de las filas de esa corporación.
La mejor manera de atender el grave problema de inseguridad que se vive en el país y en el estado sigue siendo a través de la coordinación; por supuesto que es necesario ajustar las condiciones del convenio de policiaca para que los alcaldes tengan, ahora sí, injerencia y participación en la estrategia, pero desde ningún ángulo el camino debe ser en solitario porque ello pondría en grave riesgo a la población, sin descontar el suicidio político que representa para la autoridad que lo haga.
El escenario es tan complejo que incluso suponiendo que el número de policías aumentara, todavía faltaría hacer un cambio de fondo en la operación de los ministerios públicos y en los jueces, porque muchas veces la ciudadanía ha sido testigo de como delincuentes detenidos en flagrancia son inmediatamente liberados por las autoridades que tienen la responsabilidad de procesarlos.
Atender el problema de inseguridad implica un esfuerzo enorme, multifactorial y coordinado entre los tres niveles de gobierno y los tres poderes del estado. Los tiempos actuales demandan acciones coordinadas que atiendan la situación desde el ámbito policiaco, pero también deben incluir un buen manejo informativo, correcciones de fondo en el trabajo de los otros poderes y políticas públicas que ayuden a disminuir la participación de las personas en actos ilícitos.
Prometer seguridad suena sencillo en el discurso político, pero no es una tarea fácil en el gobierno; cualquier autoridad con un poco de inteligencia sabe que además de policías, la recuperación de la paz necesita mejorar las condiciones económicas de la gente, elevar el nivel de vida de la población y ponerle un alto a la impunidad. Decirlo solo de palabra o tratar de hacerlo sin atender todos los demás aspectos es una sinrazón que muchas veces ha acabado con las esperanzas de la gente y hundido a más de un proyecto de gobierno. Todo lo anterior pasa por un tema ineludible: dinero.
Y aún teniendo dinero, la recuperación de la paz necesita de muchas cosas más.
posdata
Los hermanos Martínez Terrazas se están agandallando al próximo gobierno de Cuernavaca; lo que vimos esta semana cuando se presentó al equipo que encabezará el proceso de transición es una muestra de lo que ya están haciendo, con la venia del presidente municipal electo.
Ellos, presumen, son los que marcan la pauta en el actuar de José Luis Urióstegui, los que definieron a quienes recibirán la información del gobierno saliente y los que avalarán a los futuros funcionarios municipales.
Sus incondicionales lo presumen: ¡Vamos a estar en el ayuntamiento! Y a diferencia de la discreción que ha tenido el abogado, del lado de los Terrazas no existe pudor al manifestar qué, cómo, quienes, y en donde estarán ubicados los suyos, empezando por el hermano Daniel. ¿Es posible? Pregunté a uno de ellos ¡Desde hace tiempo te dije quienes estarían en el equipo de transición y se cumplió! Responden con seguridad.
El problema no es que el alcalde electo se recargue en el equipo que lo postuló, el problema es que ha dejado permitido que un trio de mala reputación, ambicioso y mediocre que, además, carece de interlocución política con las demás fuerzas del estado, con el gobierno estatal y con el congreso, asuman el liderazgo de la futura administración.
José Luis Urióstegui es un hombre serio, perseverante, que durante muchos años buscó la presidencia municipal de Cuernavaca; sin duda es un tipo inteligente y ducho en materia jurídica, pero está dejando claro que no sabe de política y desconoce absolutamente lo que representa una administración pública.
El voto por el abogado en la elección de junio pasado fue un acto de responsabilidad social, de identidad, de congruencia, de fe. La presencia de los Terrazas en el equipo de transición es una traición a todos los que apoyaron un cambio en el gobierno de Cuernavaca.
nota
El Senado de la república emitió el 13 de septiembre de 2021 la convocatoria para ocupar el cargo de magistrado de órgano jurisdiccional electoral local para 17 estados de la República; por Morelos se registraron 15 aspirantes y a más tardar el 14 de octubre la comisión de justicia del Senado deberá remitir a la junta de coordinación política la lista de candidatos, para posteriormente enviar al pleno las propuestas para la votación respectiva. Para que el acto tenga validez legal se requiere la participación de las dos terceras partes de los Senadores presentes el día de la votación.
Uno de los aspirantes a ocupar una magistratura electoral en Morelos es Jesús Meza Tello, un abogado con maestría en derecho, becario de Conacyt, candidato a doctor en Ciencias Políticas y más de 13 años de experiencia en materia electoral: trabajó como jefe de departamento en el IEE, luego fue consejero y presidente del IMPEPAC.
La magistratura que se renovará en el Tribunal Estatal Electoral de Morelos es la que actualmente ocupa el abogado Carlos Puig, quien intenta reelegirse en el cargo por segunda ocasión. El TEE es un órgano que en los últimos años ha estado en el centro del debate porque desde hace tiempo sus dictámenes son echados abajo por instancias federales.
Las pifias cometidas por el tribunal electoral morelense son motivo de escarnio, porque se ha vuelto un secreto a voces que los magistrados responden a intereses políticos y además, hacen muy mal su trabajo jurídico; por eso sus fallos se caen.
Ahora que se aproxima la renovación de uno de los tres integrantes del TEE será importante que los senadores tomen en cuenta el perfil de los aspirantes, su capacidad, su experiencia profesional, pero también que apuesten por mejorar un orgnamismo (en el caso de Morelos) que visiblemente carece de credibilidad y respeto por la pobreza profesional de sus integrantes.
Mientras las instituciones públicas sigan en manos de personas sin capacidad, sin experiencia y sin imparcialidad, la dignificación del servicio público será un sueño eterno.
post it
Lo ocurrido esta semana en la colonia Vista Hermosa de Jiutepec fue terrible, pero afortunadamente no terminó en tragedia. El desgajamiento del cerro afectó a al menos veinte familias cuyas viviendas están asentadas en la zona de riesgo y fueron evacuadas por personal de protección civil municipal.
En esta historia, trágica sin duda, vale la pena hacer una reflexión ¿Quién permitió que personas construyeran en una zona peligrosa, no apta para la edificación de viviendas y evidentemente frágil?
El desprendimiento del cerro nos recuerda lo que pasó hace unas semanas en el Estado de México, cuando las lluvias provocaron un talud en el cerro del Chiquihuite; los hechos fueron trágicos, pero pudieron ser funestos si más personas hubieran estado dentro de las viviendas al momento del desplome.
Lo que pasó en Jiutepec debe poner a trabajar a las autoridades, porque las lluvias de los últimos días están afectando viviendas construidas en zonas de alto riesgo, es decir, asentamientos humanos que en principio no deberían estar ahí.
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Nuevamente vino el presidente Andrés Manuel López Obrador a Morelos; un día antes dos personas fueron linchadas y quemadas en Huitzilac. A pesar de todo el ejecutivo federal de nueva cuenta dejó de manifiesto su apoyo y simpatía por el gobernador Cuauhtémoc Blanco.
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