El cerco al líder de Los Hades
La madrugada del 13 de agosto de 2020 cuatro guardias de seguridad de Pemex fueron acribillados a bordo de una camioneta de Salvaguarda Estratégica. Esa noche habían salido a recorrer los ductos en la zona de San Juan del Río, Querétaro.
Los emboscaron desde varias camionetas. Habían detectado, quizás, un robo en flagrancia.
Según quedó registrado, los agresores huyeron hacia el estado de Hidalgo.
Ahí, en Huichapan e Ixmiquilpan, se hallaba la sede de una organización que, a la manera del Cártel de Santa Rosa de Lima en Guanajuato, estaba intentando convertirse en el grupo predominante en los límites de Hidalgo, Querétaro y el Estado de México. Ese grupo se autobautizó como Los Hades o El Cártel de Palmillas.
A partir del año 2018 la gente de esa zona advirtió un incremento importante en los niveles de violencia e inseguridad. Robo de hidrocarburos, narcomenudeo, producción de metanfetaminas, robo de autotransporte y a casa habitación.
Los líderes del grupo: dos hombres de alta peligrosidad: Orlando Medina Velázquez, El Fénix, y Salvador Reséndiz Hernández, El Rex –a quien se atribuye haber ordenado y participado en el asesinato de los agentes de seguridad de Pemex.
Los Hades iniciaron una “limpia” de bandas criminales antagónicas en Huichapan, Tecozautla, Chapantongo, Nopala y Zimapán. Del lado de Querétaro actuaron sobre todo en Palmillas y San Juan del Río. Entre otras regiones del Estado de México establecieron presencia en Polotitlán.
Solo entre julio y septiembre de 2019 se llevaron a cabo 23 ejecuciones en Ixmiquilpan. Bajo el amparo de alcaldes de diversos municipios –Ixmiquilpan y Zimapán, entre ellos–, Los Hades aprovecharon las vendettas entre las bandas locales y pronto lograron absorberlas. Las autoridades llegaron a determinar que el grupo se hallaba integrado por cinco células, a cual más violentas.
En noviembre de 2020 habían llegado a la cúspide de su poder. Ese mes, sin embargo, El Rex y El Fénix entraron en pugna y se separaron. El primero entró en tratos con el Cártel Jalisco Nueva Generación, y comenzó a actuar como su franquicia en la zona. El Fénix se corrió hacia la Familia Michoacana, según informes de inteligencia del gobierno federal.
En diversas ejecuciones, el grupo del Rex firmó narcomantas con las siglas de la organización dirigida por Nemesio Oseguera, El Mencho. Para entonces, la Marina, la Comisión Nacional Antisecuestros, la Unidad de Inteligencia Financiera, la fiscalía de Querétaro y la procuraduría de Hidalgo, así como el Centro Nacional de Inteligencia, se hallaban tras sus pasos. “Es cuestión de tiempo”, declaró en mayo un funcionario de Hidalgo.
El número telefónico de una mujer, cuya intervención fue realizada con autorización judicial, entregó imágenes fotográficas y la primera red de vínculos. Se determinó también que esta persona era empleada como prestanombres en la compra de motocicletas y vehículos de lujo.
De pronto, Reséndiz Hernández desapareció de Hidalgo y Querétaro. A lo largo de varios meses, la red de vínculos que se había tejido a su alrededor lo ubicó unas veces en Oaxaca, otras en Jalisco y más tarde en San Luis Potosí. Pero Reséndiz andaba continuamente en movimiento. De pronto, algunas llamadas “rebotaron” en antenas del Edomex y la Ciudad de México.
El cerco que se había establecido a su alrededor lo detectó en una colonia de Naucalpan. La noche del pasado 13 de octubre, personal de la Comisión Nacional Antisecuestros lo volvió a ubicar en un bar de la Plaza Garibaldi de la Ciudad de México. Eje Central estaba semivacío. Todo se prestaba para ir por él.
El Rex tenía en su poder una licencia expedida en Juchitán, a nombre de un ciudadano cuya identidad había usurpado. Le marcaron el alto a la salida del estacionamiento de la plaza. Con la licencia falsa que traía en la cartera intentó burlar a sus captores. Sin embargo, una de las personas que lo acompañaban entregó su verdadero nombre: Salvador Reséndiz Hernández.
Autoridades del gabinete de seguridad y de los estados involucrados en la investigación, le atribuyen una alta cuota de violencia que manchó de sangre los estados de Querétaro, Hidalgo y el Estado de México. Aseguran que por lo que a él respecta, esto ha terminado. Ojalá que sí.