Liderazgo
Todos presumen ser líderes, hasta que las urnas les dicen lo contrario.
El liderazgo es un valor agregado en la política y en cualquier actividad de la vida pública; el liderazgo no se obtiene de manera automática, no forma parte de un cargo ni se compra con dinero. Existen diferentes definiciones de liderazgo y todas coinciden en un punto: es la capacidad de una persona de influir en los demás. En el estado hay algunos líderes regionales, con autoridad limitada a ciertas regiones, pero sin la capacidad de mover masas más allá de su zona de influencia. ¿Necesitamos un líder en Morelos?
Desde hace algunos años algunos personajes de la política local presumen su liderazgo, asumiendo que este deriva de su relación con ciertos grupos de la sociedad que les dan entrada, que los acompañan en sus eventos y los apoyan en las actividades que realizan. Lo que no cuentan es que en casi todos los casos los eventos que promocionan incluyen comida y apoyos para quienes asisten, luego entonces no se trata de un liderazgo, sino de la movilización de gente a cambio de algo.
Recordemos lo ocurrido en la elección pasada, los casos de figuras que presumían influencia en diversos sectores de la población; ahí estaban en primera fila las Maricelas y sus maridos, todos regodeándose en sus cuentas de redes sociales del apoyo que recibían de cientos o miles de personas. Otro caso llamativo fue el de Matías Nazario, orgulloso propietario del MAS quien asumía que la entrega de despensas lo colocaba en un plano superior al del resto de los políticos que regalan cosas en campaña. Lo mismo sucedió con el exdiputado Julio Espín, famoso por regalar dinero en sus caminatas. Y como ellos hay muchos más personajes que presumían ser líderes, pero fracasaron en las urnas.
Análisis aparte merecen los exgobernadores, quienes en la contienda pasada decidieron intervenir directa o indirectamente en el proceso electoral: Sergio Estrada Cajigal salió de su madriguera para buscar la presidencia municipal de la capital; el mecánico reapareció y presumía un liderazgo que solo existe en su mente. Junto a varios de sus excolaboradores armaron una campaña llamativa, con dinero, mucha publicidad y algunos expertos en procesos electorales. El resultado que obtuvieron en las urnas fue desastroso para ese equipo, porque la derrota de Estrada Cajigal fue absoluta y todos los que le acompañaron quedaron exhibidos, incluyendo a Javier Bolaños, quien parecía ser el más fuerte candidato del PAN a la presidencia municipal de Cuernavaca y terminó con unos pocos votos en la diputación local.
La derrota de Fuerza por México no fue solo para sus candidatos, también arrastró a la senadora Lucía Meza, mecenas del partido en Morelos y activa promotora de esas siglas; Meza Guzmán apostó todo en ese proyecto, lo veía como una alternativa a Morena y un escaparate para proyectarse a si misma y a sus propios candidatos. La legisladora confiaba en su liderazgo, en la fuerza de su estructura y lo llamativo de su movimiento, pero los votos le mostraron una realidad diferente al perder todo, hasta la casilla donde ella vota.
Hoy Lucía Meza Guzmán trata de congraciarse con Morena, pero dentro del Movimiento de Regeneración Nacional en Morelos existe una evidente molestia contra la senadora que forma parte de la bancada de ese partido sin estar registrada como militante. Eso sin descontar que la representante popular forma parte del equipo del senador Ricardo Monreal, un personaje mal visto en la presidencia y apestado en la sede nacional del partido de López Obrador.
Luego están los otros exgobernadores: Marco Adame Castillo apostó sus canicas en contra del PAN: su esposa Mayela Alemán y su hijo Armando Adame se sumaron a la campaña del Partido Encuentro Social presumiendo un liderazgo inexistente; ambos quedaron exhibidos como lo que son: nada. Ojo: la familia del exgobernador no se movió sin el consentimiento del médico, lo hicieron de manera consensuada, suponiendo que su paso por la jefatura del ejecutivo estatal le heredaría algún grado de influencia con el electorado… pero las urnas le mostraron lo contrario.
Graco Ramírez también intervino en la elección pasada a través del partido Morelos Progresa: los graquistas se reagruparon y compitieron sumando fuerzas; salieron a campaña con dinero y montados en las estructuras que cada uno de ellos presumía tener y manejar. No había pierde según sus propios números: habían apoyado a mucha gente y sabían armar estructuras; según sus cálculos ganarían en al menos cuatro distritos y lograrían posicionar a varios alcaldes. La realidad también fue distinta: todos los graquistas que compitieron perdieron, porque la gente no olvidó su relación con el exgobernador.
Ejemplos como los anteriores hay muchos en Morelos, la pasada elección mostró que los liderazgos que se presumen en política no son del todo ciertos y que las estructuras basadas en apoyos son absolutamente falsas. Los tres exgobernadores que se metieron de lleno al proceso electoral pasado quedaron expuestos por su falta de fuerza política e influencia en las masas; lo mismo pasó con exalcaldes y exdiputados que fueron a campaña en busca de votos suponiendo que su capital político estaba vigente e iba más allá de un evento en donde regalan cosas.
Ninguno de los actores principales de la política local que participaron en la elección de junio pasado terminaron bien. Lo que motivó el voto de la gente fue, por un lado, el deseo de cambio, el rechazo a figuras ya conocidas y con mala reputación o las imposiciones; también ganó la marca de un partido (Morena) que sigue gozando de simpatía entre el electorado gracias a la figura del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Actualmente no hay líderes sociales en Morelos, no existen en el escenario político y tampoco se ven en el espectro social; hace unos años destacaba la figura del exrector Alejandro Vera Jiménez y del obispo de Cuernavaca Ramón Castro Castro; hoy ni ellos tienen la fuerza para convocar a grandes masas, ni la confianza para hacerse seguir por muchos: el primero se encuentra prófugo de la justicia por un problema de corrupción en la universidad y el segundo ha bajado sustancialmente su participación en los asuntos sociales que otrora le granjearon una enorme simpatía popular.
De cara a la elección del 2024 no se ven líderes que rebasen la frontera de sus municipios, existen algunos personajes con representatividad municipal, pero ninguno con influencia superior a sus comunidades. Los años que nos separan del proceso de sucesión serán determinantes en la renovación de la gubernatura, en este tiempo veremos si la competencia será entre personas o contra las siglas de un partido.
Los líderes se necesitan en la política, pero también en el desarrollo de la sociedad.
posdata
Poco a poco el alcalde electo de Cuernavaca va definiendo los que seguramente serán ejes en su gobierno; lo primero y reiterado en múltiples ocasiones es su salida del convenio de mando coordinado de policía por que “implica subordinación y lo que se necesita es atender las demandas ciudadanas”.
También ha hablado de la renovación de vialidades para crear 13 calles/avenidas seguras, sin baches, podadas, perfectamente iluminadas y con permanente presencia policiaca para que la gente pueda transitarlas segura.
Esta semana se refirió a la necesidad de regular el desarrollo de la ciudad para ponerle u freno a la mancha urbana que poco a poco se ha ido comiendo la reserva ecológica y los bosques de la zona metropolitana.
De lo que aún no habla el abogado es de la aplicación de la ley en el municipio, de la revisión puntual del manejo financiero y jurídico que ha tenido el gobierno de Antonio Villalobos y la sanción a los actos fuera de la ley cometidos por servidores públicos. El pacto de impunidad es cada día más evidente.
La cuenta regresiva ha comenzado: en menos de dos meses José Luis Urióstegui protestará como presidente municipal de Cuernavaca; a partir de ese momento su escenario cambiará, porque desde ese día será el responsable de la ciudad y será a él a quien los ciudadanos le pedirán solución a los problemas.
El reto que tiene enfrente el próximo alcalde capitalino no es sencillo, por el contrario, se trata de la administración más compleja de la entidad y sin duda el reto profesional más difícil que Urióstegui ha enfrentado hasta ahora.
La clave para que le vaya bien será su capacidad de entender y atender los problemas de la ciudad y un buen equipo de trabajo con especialistas en cada una de las áreas del ayuntamiento.
nota
El diputado Julio César Solís anunció que la legislatura 55 va por la extinción total de la Entidad Superior de Auditoría y Fiscalización; “Es un ente persecutorio que no es eficiente ni transparente” afirma el legislador de Movimiento Ciudadano.
Antes el diputado Agustín Alonso criticó el “nulo trabajo, las deficiencias, la complicidad y posibles actos de corrupción” que en los últimos años ha caracterizado a la ESAF. “No queremos su desaparición, sino una transformación que la fortalezca y vuelva reales y efectivos los trabajos de fiscalización”
Con más dinero, un cambio casi total del personal y modificaciones de fondo en su estructura operativa, los diputados locales apuestan por un organismo distinto, más eficaz y sobre todo que cumpla con los objetivos para los que fue creado.
La idea suena bien en el discurso, pero habrá que esperar a ver qué es lo que realmente quieren los legisladores de ese organismo ¿La reforma implica quitarle su autonomía? ¿Quién y bajo qué criterios se designarán a los nuevos funcionarios?
El ajuste que se le pueda dar a la Entidad Superior de Auditoría y Fiscalización puede ser bueno, pero también puede ser malo; explico: si los diputados verdaderamente están comprometidos con la transparencia, la legalidad, la rendición de cuentas y el combate a la corrupción el cambio puede ser muy bueno.
El problema es que existe la posibilidad de que la transformación derive en algo peor a lo que ya existe, que la reforma y los cambios anunciados tengan como objetivo colocar a la ESAF bajo un control absoluto de la legislatura, lo que derivaría en un ente que controlaría a los alcaldes y entregaría Patentes de Corso a quienes los diputados quieran.
Al escuchar el discurso progresista de algunos diputados pienso que es una legislatura distinta a las anteriores, mejor y menos corrupta; luego recuerdo que quieren un fondo de 540 millones para hacer obras y me doy cuenta que se parecen mucho a la legislatura graquista.
Limpiar la ESAF es una buena idea; desaparecerla o cambiarla para volverla un brazo operador del congreso es una locura.
post it
El cierre de administración de Antonio Villalobos en Cuernavaca será tan desastroso como lo han sido los tres años de su gobierno; esta semana de nueva cuenta hubo manifestaciones por falta de agua y también por la falta de pago a trabajadores jubilados del Sapac.
La historia no es nueva y tristemente ya no llama la atención porque la constante de este ayuntamiento ha sido esconderse de los problemas y darle la espalda a la gente. En Cuernavaca las manifestaciones ciudadanas se atienden siguiendo la premisa que marca el alcalde Antonio Villalobos: ¡Déjenlos que se cansen!
La administración actual de Cuernavaca es sin duda la peor, la más corrupta e indolente en la historia de la ciudad; a pesar de ello no parece que vaya a pasarle nada al edil saliente, su pacto con el alcalde entrante es muy fuerte y le permitirá irse a gozar de los millones que le deja su efímero paso por Cuernavaca.
redes sociales
¿Puede un gobierno ser exitoso si perdona la corrupción del pasado?
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