El principal motivo es la venta y distribución de droga así como el control de las plazas ecuatorianas.
Quito, Ecuador / 09.11.2021 00:57:37
La violenta lucha que han mantenido los Cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación se extiende al ombligo de América Latina. Ahí, en Ecuador, las bandas locales han emulado el estilo sanguinario de los capos mexicanos, una situación que obligó al gobierno de Guillermo Lasso a decretar un Estado de excepción para el combate frontal de las organizaciones criminales.
Al igual que en México, el principal motivo del encono es la venta y distribución de drogas, así como el control de las plazas.
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Para lograr su objetivo, las mafias mexicanas han subcontratado a bandas locales. El Cártel de Sinaloa se hizo de los servicios de Los Choneros, que desde hace dos décadas operan actividades delictivas en el sur de Ecuador.
Mientras que Jalisco Nueva Generación tiene como brazos armados a Los Lobos, Los Lagartos y Los Tiguerones.
Integrantes de las fuerzas armadas ecuatorianas cuentan a MILENIO que estas cuatro bandas mantienen una fuerte presencia en las calles de diversos departamentos del país, donde controlan el narcomenudeo, la extorsión, el contrabando y las ejecuciones.
A la par, las autoridades han dado duros golpes a las estructuras criminales, un éxito que derivó en otro problema: ahora los narcotraficantes controlan las principales penitenciarías del país, lo que ha dejado decenas de reclusos muertos.
Una muestra del poder bélico de los cárteles mexicanos se asoma detrás de las rejas: de los 40 mil presos que habitan en las cárceles de Ecuador, 25 mil forman parte de las bandas que trabajan para Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, revela un informe de la Coordinación de Seguridad Penitenciaría de la Policía.
El periodista Arturo Torres ha investigado los vínculos entre los cárteles mexicanos y las mafias de la región. En entrevista con este diario comenta que las huestes locales de Joaquín El Chapo Guzmán y Nemesio El Mencho Oseguera superan por mucho a los 30 mil efectivos que forman parte del Ejército ecuatoriano.
Primer acercamiento
En los años 90, los cárteles colombianos estaban en su apogeo y tenían en jaque a las autoridades estadunidenses; más al norte, en México, nacían las primeras organizaciones delictivas que pasaron de la producción y traslado, a la operación de rutas de drogas hacia Estados Unidos.
En aquellos tiempos, Miguel Ángel Félix Gallardo, entonces líder del cártel de Guadalajara, llegó a Ecuador para encontrar acuerdos, negocios, con Jorge Hugo Reyes Torres, quien ya trabajaba para Pablo Escobar en la ruta ecuatoriana.
Así, Reyes Torres pasó a formar parte de la nómina del grupo delictivo del llamado “Jefe de jefes”, para el trasiego de toneladas de cocaína desde Colombia, pasando por Ecuador hacia México y Estados Unidos.
Era tal la relación entre los capos que, de acuerdo con la tesis “Erradicar el narcotráfico: dialéctica del poder y la sociedad de consumo”, del profesor Luis Fernando Cedeño de la Universidad Metropolitana del Ecuador, “Miguel Ángel Félix Gallardo fue compadre de bautizo de Jorge Hugo Reyes Torres y se tiene constancia: visitó al capo sinaloense en el Reclusorio Sur de la Ciudad de México en 1990”.
El capo ecuatoriano tuvo una breve pero influyente vida criminal, en la que, literalmente, un Ciclón lo envió a la cárcel en dos ocasiones, obteniendo su libertad definitiva en junio de 2009.
El periódico El Universo reportó que 49 personas, entre ellas policías y militares activos y en retiro, fueron arrestadas el 19 de junio de 1992. Las autoridades las acusaron de ser parte de una red de narcotráfico encabezada por Jorge Hugo Reyes Torres, un empresario que en ese entonces tenía 39 años. La policía nacional estimaba que su fortuna estaba valuada en cientos de millones de dólares. Y afirmaba que la había adquirido con dinero de las drogas.
“El operativo se denominó Ciclón. Con su fuerza arrasadora, cientos de policías se movilizaron por diferentes zonas del país e incautaron más de 50 propiedades, entre haciendas, departamentos, bodegas, además de decenas de vehículos, muebles, joyas, obras de arte, armas y más”, relata el medio ecuatoriano.
Del operativo se derivó una serie de juicios, trece para ser exactos, por los delitos de narcotráfico, asesinato, secuestro y testaferrismo.
En aquel entonces, Reyes Torres fue declarado culpable por el delito de narcotráfico y le fue dictada una pena de 14 años. Apenas cumplió ocho años y siete meses se acogió al recurso del 2 por 1, que permitía salir libre al cumplir la mitad de la pena, siempre y cuando demostrara buena conducta. Fue liberado en 2001.
Sin embargo, tras diez meses en libertad fue juzgado por el mismo delito y recluido para pagar la pena completa.
Finalmente fue liberado el 12 de junio del 2009, luego de que dos jueces desecharon la sentencia condenatoria.
La lavadora de El Chapo
Las endebles y laxas leyes fiscales en Ecuador han propiciado la creación de cientos de empresas fantasma que han sido utilizadas por los cárteles mexicanos para lavar sus recursos.
Desde 2008, Joaquín “El Chapo” Guzmán inició sus vínculos en Ecuador, en particular en el puerto de Manabí, desde donde despegaban y embarcaban toneladas de cocaína hacia Estados Unidos y México.
Durante el llamado Juicio del Siglo en Nueva York, los hermanos Álex y Jorge Cifuentes, principales nexos del cártel de Sinaloa en Colombia, revelaron que pagaba al general Telmo Castro 100 dólares por cada kilo de cocaína que pasaba de San Lorenzo (Esmeraldas) a Quito, Guayaquil y Manta, en camiones con logos militares.
Esas flotas se anclaban en lanchas ecuatorianas cargadas con cocaína e iban hacia Centroamérica.
Los hermanos Cifuentes relataron que un sobrino de El Chapo, Tomás, visitó Ecuador. Su objetivo era supervisar los envíos de las cargas ilegales.
Al respecto, las autoridades de Ecuador respondieron mediante un comunicado en el que Ejército ecuatoriano mencionó que el militar vinculado con El Chapo fue arrestado en 2009 por la policía, durante un operativo antinarcóticos, y puntualizó que ya no pertenecía a las fuerzas armadas.
Durante el juicio en Nueva York también se dio a conocer que El Chapo poseía tres empresas fantasma en Ecuador: la línea aérea Lincandisa SA, la comercializadora empresarial Team Busines SA y la gestora Gestorum SA.
Aunque las compañías están disueltas en la actualidad, formaron parte de las mil 822 empresas fantasma registradas por el Servicio de Rentas Internas (SRI) de Ecuador, las cuales causaron pérdidas por un valor de 2 mil 681 millones de dólares.
Mariachi en Colombia
Con la última aprehensión de Joaquín Guzmán, y la cadena perpetua dictada en una corte de Nueva York, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) siguió los pasos de las mafias de Guadalajara y Sinaloa para extender su territorio a Ecuador y hacerse de la plaza.
Arturo Torres, editor de Código Vidrio, comenta que la organización delictiva liderada por Nemesio Oseguera, El Mencho, tiene vínculos con los grupos disidentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), quienes poseen plantíos de coca en los límites con Ecuador.
Apenas el 10 de septiembre de este año, la Policía Nacional decomisó en una vivienda de Guayaquil 9.5 toneladas de droga, propiedad del CJNG.
El editor de Código Vidrio recuerda la llegada de Álex Izquierdo Bueno, alias El Mariachi o El Mexicano, uno de los operadores de la mafia de Jalisco en Sudamérica, detenido apenas el 21 de enero de este año.
Este capo se hacía pasar por un empresario dedicado a los espectáculos. Utilizaba esa fachada para comprar droga en laboratorios del departamento de Nariño y luego enviarla a Guatemala o Costa Rica, donde otros operadores del CJNG la trasladaban a México y Estados Unidos.
Tras cuatro meses de seguir sus pasos, autoridades de Colombia, Estados Unidos y Ecuador detuvieron al operador.
Crisis carcelaria
Así, con una fuerte influencia en las rutas ecuatorianas, y con el aumento del narcomenudeo en las calles de Ecuador, los cárteles mexicanos han subcontratado a las bandas locales para continuar con sus disputas.
En lo que va del año se han reportado cuatro enfrentamientos en cárceles de Ecuador que han dejado como saldo 119 muertos y otras decenas de heridos.
Sinaloa y Jalisco han llevado sangre y fuego a los centros penitenciarios, desde donde se controlan las actividades delictivas de las calles.
“¿Qué posibilidad tienes de enfrentar a las megabandas? Es imposible. Apenas hay mil 500 guardias de seguridad para controlar a 40 mil presos”, asegura Torres.
El periodista investigador añade que el trasiego de cocaína ha aumentado en la región. “Eso significa que hay más réditos para las bandas, por eso es que tienen el poder armado, el poder de comprar absolutamente a todos los funcionarios que ellos quieran, o si no eliminarlos a través del sicariato”, detalla Torres.