El INE, un caso clínico de frivolidad
Qué manera de estropear a una gran institución.
Desde las reformas de 2007 el IFE –ahora INE– viene dando tumbos y ahora nos muestra la cara frívola del dispendio.
En el Instituto Nacional Electoral no se han dado cuenta de la indignación existente por gastos superfluos de los partidos y la clase política en general, y se ponen a remodelar y construir edificios como si viviéramos en un país en jauja.
Resulta insólito que se lancen a diseñar y a ejecutar obras en 77 mil metros cuadrados, más plazas y jardines por otros 16 mil metros.
¿Qué les pasa? ¿Dónde quedó la sensatez?
En los últimos dos años el gobierno ha ejecutado y anunciado recortes presupuestales por alrededor de 250 mil millones de pesos, que pega a toda la cadena de la economía y el bienestar.
Sólo por este año, a la Secretaría de Salud se le ordenó un recorte inmediato de seis mil millones de pesos, que va a golpear de manera directa a los ciudadanos que dependen de los servicios de esa vital institución.
¿Y el INE? Bueno, el INE va a construir, y va a gastar en remodelar oficinas, hacer gimnasios, plazas y jardines, y hasta en un Museo de la Democracia.
Se trata de una desproporción, altamente ofensiva.
En estos días hemos leído en distintos medios que el INE está por estrenar 12 sedes en entidades federativas que tuvieron un costo de 500 millones de pesos.
La democracia cuesta, lo sabemos, pero en ninguna parte del mundo cuesta tanto como en México.
Cuando arrancó el IFE, a comienzos de los años 90, se habló de fuertes gastos que era necesario hacer para abatir la desconfianza en los procesos electorales.
Uno de ellos fue la novedosa credencial de elector con fotografía, que evitó que votaran los muertos y se suplantara a los electores. El gasto tenía un sentido relacionado con el objetivo del Instituto: fortalecer la democracia.
Pero ahora, ¿qué tiene que ver la confianza de los ciudadanos en que su voto será respetado, con la remodelación de oficinas, la construcción de gimnasios o la instalación de parques y jardines?
Se van a hacer dos torres, de 17 pisos cada una. Y el costo aproximado será de mil 100 millones de pesos.
Autoridades administrativas del INE han expresado que buena parte de ese costo será cubierto con ahorros propios, pero esa no es una explicación suficiente. Si se pueden hacer recortes a su gasto, ¿por qué tienen que gastarlos en complejos inmobiliarios?
Van a crear la Plaza del Ciudadano. ¿Y eso qué? Incomprensible.
Da la impresión que algunos consejeros viven en otra realidad.
Se dieron bonos por 176 millones de pesos por labores relacionadas a los comicios de este año. Y como además hubo elecciones para el Constituyente de la Ciudad de México, subieron ese bono a 214 millones de pesos.
Una gran institución, vital para nuestra democracia, está siendo víctima de la frivolidad de sus integrantes.
Si el país está en malas condiciones económicas, con recortes por doquier y en áreas sensibles para la población, el INE no puede desligarse de esa realidad y dedicarse a gastar con frivolidad en edificios.
El daño a la institución y al sentido común no se la hacen, en este caso, actores políticos interesados en minar la credibilidad del órgano electoral, sino sus propios consejeros.
Twitter: @PabloHiriart